Las noticias de los últimos meses nos recuerdan que los efectos del cambio climático son reales y no pueden ser ignorados. Estamos asistiendo a un aumento del número de fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo, con un coste por daños cada vez mayor. Es probable que el impacto en las economías sea especialmente importante en las próximas décadas si no se hace nada para limitar el calentamiento global y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Por ello, comprendemos la urgencia de que los países actúen ahora y aceleren la transición hacia una economía baja en carbono.
El mercado de deuda soberana ASG (ambiental, social y de gobernanza) parece seguir la tendencia del mercado de crédito de bonos con algunos años de retraso. El interés de los países por emitir bonos etiquetados (verdes, sociales, sostenibles) está aumentando claramente, al igual que el de los inversores. 2021 parece que será otro año récord para las emisiones soberanas y cuasi-soberanas etiquetadas, con 150.000 millones de dólares de nuevas emisiones a finales de julio de 2021, aproximadamente el mismo nivel que en todo 2020.
Europa domina el mercado, con Francia, Italia y Alemania emitiendo más de 23.000 millones de euros en bonos verdes. El mercado de bonos etiquetados está relativamente avanzado en América Latina, en particular en Chile, que es especialmente activo en este ámbito, ya que representa el 50% de las emisiones etiquetadas en el índice de referencia JP Morgan Emerging Market Dollar Debt (soberano y cuasi-soberano).
Dado el contexto actual, creemos que el mercado de bonos verdes soberanos seguirá desarrollándose en los próximos años, ofreciendo nuevas fuentes de oportunidades para los inversores en bonos. El reto de la transición energética es considerable y requiere un fuerte compromiso político a nivel estatal. Recientemente, hemos asistido a un despertar global con muchos países que han actualizado sus compromisos climáticos (Contribuciones Determinada a Nivel Nacional) en el marco del Acuerdo de París. Algunos han aumentado sus objetivos de reducción de GEI y se han comprometido a ser neutros en carbono para 2050.
China, el mayor consumidor de energía y emisor de gases de efecto invernadero del mundo, está intentando ponerse al día formulando nuevos compromisos climáticos, que siguen siendo poco ambiciosos. Ha anunciado que alcanzará la neutralidad de carbono para 2060 y una cuota del 25% de energía no fósil en su consumo de energía primaria para 2030 (frente al 16% actual). Su objetivo de reducción de la intensidad del carbono es de más del 65% para 2030 en comparación con los niveles de 2005.
El Reino Unido presentó un ambicioso compromiso en abril adquiriendo así una verdadera «credibilidad climática» al ser anfitrión de la COP26: reducir para 2035 sus emisiones en un 78% respecto a los niveles de 1990, lo que equivaldría a reducir a la mitad sus emisiones de 2019. El Reino Unido es un líder mundial en la descarbonización, con un fuerte desarrollo de las energías renovables en los últimos años.
En Estados Unidos, segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero y gran productor de energía, la llegada de Joe Biden al Despacho Oval y la vuelta del país al Acuerdo de París suponen una auténtica ruptura con su predecesor en materia de política climática: Estados Unidos se compromete ahora a reducir sus emisiones entre un 50 y un 52% para 2030 respecto a los niveles de 2005. Si miramos con más detalle, se espera que el sector eléctrico sea neutro en carbono para 2035, lo que nos parece muy ambicioso. En este momento, nos faltan detalles sobre las diferentes medidas que se tomarán para entender cómo se logrará, pero, en nuestra opinión, las perspectivas son muy positivas, y esperamos con interés el futuro plan de infraestructuras.
Europa sigue teniendo una ventaja significativa sobre otras partes del mundo. En julio de 2021, la Comisión Europea publicó «Fit for 55», un conjunto de medidas destinadas a hacer realidad el compromiso de reducir las emisiones en un 55% para 2030 respecto a los niveles de 1990 y, por tanto, dar un nuevo paso en la descarbonización de la Unión Europea en los sectores del transporte, la construcción y la industria. Entre sus iniciativas, resulta ambiciosa la introducción de un Mecanismo de Ajuste en las Fronteras del Carbono (CBAM), un impuesto sobre el carbono en las fronteras de la UE para evitar la «fuga de carbono», es decir, la deslocalización de las actividades vinculadas a la fiscalidad del carbono. Este plan operativo debería estar en marcha en 2026.
Evolución anual de las emisiones etiquetadas (ecológicas, sociales y sostenibles en miles de mil. de $)
2021-11-03 13:04:11