Los conductores estadounidenses han recibido un respiro para sus bolsillos durante 2015. El tener que ir a un surtidor de gasolina para llenar el depósito no ha sido ni mucho menos traumático para los consumidores durante este año.
El precio de un galón de gasolina bajó hasta los 2 dólares a nivel nacional, lo que equivale en litros a casi 3,8. Es decir, el litro de gasolina en Estados Unidos está a 0,52 dólares, algo menos de 48 céntimos. La Asociación de Automóviles Americana (AAA) ha asegurado que es el precio más bajo, fuera de una recesión, que se da en más de una década.
Los expertos economistas del país predijeron un impuesto contra los consumidores para evitar una subida inflacionaria a causa de un aumento del consumo que podría producir el ahorro. Sin embargo, con más dinero en las huchas de los americanos, la economía sigue sumida en la trayectoria de crecimiento lento que ha marcado la expansión económica en los últimos 6 años y medio.
Por otro lado, aunque muchas son las familias que aprovechan para aumentar moderadamente el gasto, hay quienes opinan que puede ser engañoso este periodo de precios risorios del gasoil. El dirigente de inversiones de Plante Moran Financial Advisors, Jim Baird, ha manifestado que muchos consumidores ven estos bajos precios "como un golpe de suerte temporal " y prefieren ahorrar para los tiempos de ‘vacas flacas’.
La tasa de ahorro personal en octubre alcanzó su nivel más alto en casi tres años. Sin embargo, el crédito a los hogares se está expandiendo a un ritmo históricamente lento, una señal de que muchos estadounidenses todavía están pagando algún tipo de deuda. Y los ahorros anuales derivados del petróleo solo pueden ser vistos como tres días de salario para el trabajador medio, un pequeño sobre no muy abultado con unos ahorrillos para imprevistos.
Con el dinero ahorrado podrían comprarse una Tablet, escaparse unos días de viaje por carretera o salir a cenar a un buen restaurante algunas noches, pero parece poco probable que altere radicalmente los hábitos de consumo de las familias americanas.
Hay que tener en cuenta que una bajada de los precios del petróleo no solo tare consigo consecuencias positivas. Los efectos negativos vinculados a la caída de los precios, incluyendo la disminución de la inversión en lo que había sido una industria nacional de energía creciente, pueden haber sido más fuerte de lo previsto. El gasto total del negocio se ha ralentizado respecto a hace un año, y el empleo en el sector de la energía se ha reducido.
Para Brian Moynihan, dirigente de Bank of America Corp, pagar menos por el gas es "un gran beneficio", pero para las personas cuyos puestos de trabajo dependen del petróleo, puede ser una historia diferente.
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