El extenso y ambicioso plan tiene como objetivo revitalizar la infraestructura de los transportes, los sistemas de agua o la banda ancha del país. Joe Biden quiere impulsar la economía para salir de la crisis provocada por el coronavirus y ha dicho que con este plan se creará “la economía más fuerte, más resistente e innovadora del mundo”, y millones de “trabajos bien remunerados” en el camino.
“Estas son inversiones que tenemos que hacer”, dijo Biden sobre la renovación de la infraestructura de EE.UU. “Podemos permitirnos el lujo de hacerlo. Para decirlo de otra manera, no podemos permitirnos no hacerlo”, expresó en unas declaraciones en Pittsburgh.
El presidente estadounidense espera financiar este gasto de 2 billones de dólares, en los 8 años que durará el plan, con un incremento en el impuesto corporativo del 21% al 28%. La administración Biden también quiere impulsar el impuesto mínimo global para las corporaciones multinacionales y asegurarse de que paguen al menos el 21% en impuestos en cualquier país, deteniendo la deslocalización de ganancias. La Casa Blanca tiene como objetivo disuadir a las empresas de incluir los paraísos fiscales como su dirección y cancelar los gastos relacionados con la deslocalización, entre otras reformas. El presidente dijo que no aumentaría la carga tributaria sobre nadie que gane menos de 400.000 dólares al año y que su intención no es “castigar a los ricos”.
La propuesta
La Casa Blanca ha desglosado su propuesta y esos dos billones de dólares estarían divididos de la siguiente manera:
- 621.000 millones de dólares en infraestructura de transporte como puentes, carreteras (con la renovación de 322.000 kilómetros de caminos y carreteras y reparación de 10.000 puentes). Además de la renovación del transporte público (que pretenden que llegue a todas las comunidades de color) y de puertos y aeropuertos. También el desarrollo de vehículos eléctricos con una red nacional de 500.000 lugares de cargadores de estos automóviles para el año 2030, reemplazando 50.000 vehículos diésel de transporte público por otros con energía limpia y comenzar así una transición hacia fuentes de energía más limpias.
- Se inyectarán más de 300.000 millones para mejorar la infraestructura de agua potable reemplazando todas las tuberías de plomo en los sistemas de agua potable, además de expandir el acceso de banda ancha (universal y asequible) y actualizar las redes eléctricas del país.
- Se invertirán más de 300.000 millones a la construcción y modernización de 500.000 viviendas asequibles o de protección para estadounidenses de ingresos bajos y medianos, junto con la construcción y mejora de escuelas. La administración tiene como objetivo concentrar los esfuerzos para hacer que los hogares, las escuelas, el transporte y las redes de servicios públicos sean más resistentes en las comunidades marginadas con más probabilidades de soportar la peor parte de los eventos climáticos severos.
- Otros 580.000 millones irán a esfuerzos de fabricación, investigación, desarrollo y capacitación laboral estadounidenses.
- Además la administración Biden quiere destinar 400.000 millones a los cuidados de los estadounidenses ancianos y discapacitados.
Este anuncio se produce después de la aprobación en marzo de un plan de alivio del coronavirus de 1,9 billones de dólares. Es la segunda gran iniciativa de Biden en sus primeros meses de mandato. Con este plan, el presidente pretende, además, crear empleos y combatir el cambio climático. Biden dijo que dará a conocer la segunda parte de su paquete de recuperación “en unas pocas semanas” y muchos apuntan a que tendrá que ver con mejorar la educación en el país o la cobertura de atención médica.
Hasta el momento es solo una propuesta que espera ser aprobada en verano. Y aunque los demócratas controlan el Congreso y el Senado, el partido lo tendrá complicado para pasar el plan de infraestructura. Y no porque el Partido Republicano no apoye ampliamente los esfuerzos para reconstruir carreteras, puentes y aeropuertos y expandir el acceso de banda ancha, sino porque el partido del ex presidente Trump se opone al aumento de impuestos como parte del proceso, de hecho Trump recortó el impuesto al 21% desde el 35% como parte de su ley tributaria de 2017.
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