El entorno macroeconómico en China está dejando algunas cifras que, sin contextualizar, son objetivamente negativas. Las exportaciones de septiembre se han desplomado un 10% interanual. Si bien la base del ejercicio anterior era excesivamente alta, una menor demanda externa explica también este inesperado descenso (el consenso del mercado esperaba un retroceso ligeramente superior al 3%). Las exportaciones hacia la Unión Europea, Japón y Estados Unidos han caído un 8%. Y las ventas hacia el Sudeste Asiático, que habían subido mucho hace un año, ahora registran una caída del 10,8%. ¿Hay motivos para la alarma? Los optimistas dicen que el efecto estadístico, y la mala situación económica de las principales economías del mundo, pueden justificar este dato. Los pesimistas, sin embargo, señalan que en septiembre aumentaron las salidas de capital del país. Wang Tao, del banco UBS, estima que estas fugas se han situado en torno a los 50.000 millones de dólares sólo durante el último mes. En cualquier caso, las importaciones chinas también han marcado números rojos, un -1,9%. Las compras de materias primas, aunque aumentan, lo hacen a menor ritmo. Y esto, al final, genera incertidumbre por aquello de que China podría desencadenar otra crisis global. Las autoridades chinas todavía no contemplan el peor de los escenarios, si bien hay un aterrizaje evidente, pero hasta ahora parece suave. A nivel interno, el índice de precios mayoristas aumentó un 0,1%. La primera lectura es que los ajustes en sectores sobredimensionados, como el carbón, están llegando a su fin. Y el sector del acero, todavía en deflación, ya viene marcando precios positivos durante los primeros días de Octubre. Lo peor, por tanto, parece que ha pasado ya. Ahora bien, hay desafíos pendientes, como la deuda corporativa que actualmente asciende al 165% del PIB. Las autoridades chinas han decretado canjear la deuda por acciones, solamente en algunos casos, lo cual minimiza el problema. Y lo hace, al final, porque los tenedores de deuda no tendrán más remedio que aceptar. A diferencia de otras economías, el ahorro está cautivo, y estas medidas heterodoxas son moneda corriente en China. ¿Dónde invertir en Bolsa? Lo primero, es preciso tener cuidado con la medida antes mencionada de canjear deuda por capital porque podría afectar negativamente a las cotizaciones. Pero, hecho este apunte, tanto Shanghai como Shenzhen están ofreciendo buenas oportunidades de inversión para los accionistas chinos. En los sectores primario, medicina, banca, construcción y servicios públicos es donde ahora se encuentran las mejores rentabilidades. Por fundamentales, las valoraciones están especialmente bajas en agricultura y medicina. Además, las empresas del sector agrícola chino están publicando unos buenos resultados empresariales. La banca presenta un recorrido alcista, pese al riesgo de que aumenten sus préstamos morosos, porque su valoración es baja si atendemos a los dividendos pagados actualmente. La gráfica del sector bancario, ofrecida a continuación certifica esta tendencia. Y, por último, los servicios públicos, desde la electricidad hasta el transporte, también están de moda. Lo están por la disposición de las administraciones públicas, cada vez mayor, a cooperar con el sector privado. Una cooperación que bien por la vía de partenariados público-privados, o privatizaciones, se traduce necesariamente en más eficiencia.
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