La Renta Básica Universal se ha convertido en un tema de creciente actualidad desde que se propusiera su implantación en respuesta a los desequilibrios generados por la crisis y a la rápida automatización del trabajo. Esta ayuda consiste en una cuantía básica provista por los estados a todos los individuos en edad de trabajar, independientemente de si están ocupados o en paro. De la ecuación se excluyen, por ejemplo, a las personas jubiladas, a los menores de 16 años y a los adultos con rentas superiores a los 6.000 euros, en función del sistema. Este entramado social se financiaría sustituyendo las prestaciones y subsidios (desempleo, activación de empleo, familia, beneficios fiscales, etc…) por este ingreso común. La OCDE apuntó en su último informe a que esta medida tendría un impacto muy positivo en los países del sur de Europa (España, Italia y Grecia) por las fuertes desigualdades en sus sistemas de protección social. En concreto, el análisis refleja que un porcentaje alto de las ayudas actuales terminan impactando en el 20% de la población más rica, en lugar de en el 20% de la más pobre. En esta línea, el BBVA Research publicó recientemente un estudio sobre el eventual coste de esta renta (7.471 euros al año por adulto), que se estima en torno a los 280.092 millones anuales. En el otro extremo, las prestaciones y subsidios supusieron en 2010 hasta 92.222 millones, lo que deja un coste neto de financiación de 187.870 millones, equivalente al 17,4% del PIB. Por otro lado, el IMF Business School organizó este jueves un debate en torno a la propuesta. Entre los participantes intervino Miguel Sebastían, economista y ex ministro de industria, que señaló que en un modelo moderado de aplicación este ingreso afectaría a unos 10 millones de personas (6.000 euros al año y 500 mensuales), lo que se traduciría en un gasto de entorno al 5% del PIB y un incremento de la presión fiscal del 12%. Numerosos países ya están llevando a cabo proyectos piloto con diferentes modelos de aplicación. Es el caso de Finlandia, que paga la misma cantidad a todo el mundo, o Canadá, donde la cuantía se adapta al 50% de lo que cada individuo percibe por su trabajo. En septiembre comenzará a probarse también en Holanda. El informe de la OCDE estima cuál sería el impacto de la Renta Básica en cuatro economías: Finlandia, Francia, Reino Unido e Italia. El último caso es el más exitoso, porque hasta el 80% de la población podría beneficiarse de este ingreso y el total costaría al Gobierno menos que el complejo sistema actual. En el lado contrario se situaría Reino Unido, donde el entramado de ayudas sociales está bien diseñado y redistribuido, por lo que se necesitaría una subida fiscal del 25% para financiar la Renta Básica e incrementaría la pobreza en un 50%. Por otro lado, los expertos apuntan a los posibles efectos secundarios de la introducción de estas ayudas, como el descenso de la motivación a la hora de buscar empleo o de entrar al mercado laboral.
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