¿Qué nos depara 2016?

Frente a un 2015 que prometía, el año que está a punto de concluir se ha ido desinflando poco a poco en cuanto a promesas se refiere. Lo que iba a ser un año récord en las bolsas mundiales, confiemos en que el ya clásico rally de Navidad logre en unos días lo no obtenido en un año. Hasta hoy ha sido un fiasco.

Lo que iba a ser una subida de tipos a principios del ejercicio, ha terminado centrando las apuestas in extremis en el último mes del año. Lo que iba a ser un éxito sin precedentes en forma de QE, ha sido más deuda pública. Lo único que ha conseguido es seguir inyectando liquidez en unos mercados ya de por sí sobredimensionados.

Y mientras, ¿qué dicen los analistas? ¿Qué previsiones nos deparará 2016? ¿Dónde invertir? ¿Qué hacer? ¿Siguen siendo riesgos los hasta ahora considerados riesgos geopolíticos o ya no? Esto me recuerda a la famosa frase: "Echémoslo a suertes". Los mercados sufren, más que nunca, una crisis de identidad. Los inversores no saben dónde invertir su dinero para sacarle partido al vaivén de las bolsas. Gran parte de la culpa la tienen los banqueros centrales, ansiosos por alimentar un sentimiento de confianza y tranquilidad en un mercado que no está ni tranquilo ni confiado.

Este año se torna clave para el devenir de los mercados. Estamos a pocos días de las elecciones generales en España; en Portugal estamos a la espera de ver cómo reaccionan los mercados a una victoria populista que quizá no sepa qué hacer frente a los deberes del país; en Grecia no terminan de cuajar los efectos del rescate… Y todo ello, con unos países cuyas cuentas siguen demostrando que la crisis no ha terminado, ni mucho menos. Una baja productividad, baja demanda interna y unos presupuestos que no se cumplen.

De momento, son muchos los expertos que vaticinan que puede ser un 2016 muy parecido a 2015. Los banqueros centrales han llegado a comparar la crisis de los mercados financieros con la crisis de Volkswagen. Tanto le exigen a Volkswagen para cumplir sus objetivos, que al final el fabricante falsea su software para presentar unas cifras de emisiones diferentes, advierten. Estos analistas advierten que lo mismo puede pasar con los banqueros centrales: tanto les ‘aprietan’ para que implementen medidas que hagan que la economía vaya bien, que al final han creado una burbuja que no es real. De momento, los últimos atentados terroristas no han hecho una gran mella en los mercados, únicamente en algún sector concreto, como el turismo. Pero si la guerra sigue cogiendo fuerza estará por ver si no termina salpicando al mundo entero, y no solo sobre el terreno.

¿Y los gobernantes, ¿qué hacen? No saben, no contestan. Y, mientras tanto, pierden el tiempo en negociaciones banales echándose la culpa los unos a los otros de los grandes problemas de Europa, pero nadie da la cara ante los ciudadanos, ni propone medidas estructurales para reducir la deuda y el déficit público para impulsar el crecimiento económico. Es urgente instaurar unas políticas económicas que se cumplan a rajatabla y una lección de moralidad que debe ser aprendida al dedillo por cada uno de nuestros representantes públicos. Lo contrario es condenar a Europa a una muerte lenta y sin marcha atrás.

Algunos ya lo han asimilado y aceptado como tal. Lamentable cortedad de miras y excesivos intereses partidistas e ideológicos irresponsables.

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