Los datos oficiales de China apuntan a un crecimiento del 6,7% en los nueve primeros meses de 2016, y las autoridades aseguran que el país alcanzará un incremento del PIB en línea con sus objetivos de entre el 6,5% y el 6,7%. Recordemos que 2015 acabó con el ritmo de mejora económica más lento de los últimos 25 años: un 6,9%, frente al 7,3% de 2014. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el gigante asiático crezca un 6,6% este año y un 6,2% el próximo. En su último “World Economic Outlook”, el organismo apuntaba que los “responsables políticos continuarán con la transición de inversión e industria a consumo y servicios”. Un ‘viaje’ que “se espera frene el crecimiento en el corto plazo, al tiempo que construye las bases para una expansión más sostenible a largo”. Y es que, alertaba, las autoridades de China deben “tomar medidas para frenar el crédito, que está aumentando a un ritmo peligroso, y acabar con el apoyo a empresas estatales no viables, aceptando la reducción del PIB asociada a esto”. Tanto el FMI como el mercado están preocupados por el excesivo endeudamiento de la economía del gigante asiático; mientras no son pocos los que ponen en duda los datos macro oficiales y creen que la ralentización es mayor de lo que arrojan estos indicadores. Al mismo tiempo, se vigila de cerca las salidas de capitales, la depreciación del yuan y las ‘amenazas comerciales’ del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump… Muchos frentes abiertos para China, en un momento, alertan Julian Evans-Pritchard y Mark Williams, de Capital Economics, en el que “la fortaleza actual no puede ser sostenida”, por lo que el peligro “es que muchos no aprecian cuán pronto el crecimiento se desacelerará nuevamente”. Según el China Activity Proxy de la firma, el PIB estaría repuntando entre un 4% y un 6%. “Aunque ha habido nervios ante la salida de capitales, muchos esperan que el PIB se mantenga en o por encima de las tasas actuales en 2017, ante la creencia de que los responsables políticos harán todo lo posible para evitar una nueva desaceleración”. Sin embargo, estos expertos consideran que esta opinión “exagera los poderes de las autoridades (…) Hace un año esperábamos un repunte de la actividad porque la producción entonces estaba por debajo de la tendencia y, por tanto, el apoyo político podría impulsar el crecimiento. Por el contrario, ahora está por encima y se necesitará un gran estímulo para mantenerlo ahí”. De hecho, añaden, todo parece apuntar a que la política será más restrictiva en 2017: en las últimas semanas el People’s Bank of China (PBoC por sus siglas en inglés) ha facilitado un incremento en los tipos de mercado, ante las preocupaciones por los riesgos de crédito. Asimismo, tras ‘cerrar los ojos’ ante el incremento de la financiación fuera de balance, los reguladores han retomado sus esfuerzos para controlar este tipo de préstamos. “El resultado es que, con el crecimiento a un ritmo insostenible y los ‘vientos a favor’ políticos remitiendo, la recuperación de China se desvanecerá en 2017, mucho antes de lo que se anticipa”, concluyen.
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