Si estos datos del cierre del primer semestre se mantienen al cierre del año 2016 representarían un nuevo máximo histórico anual. “La cuota actual es más de 12 puntos superior a la registrada en 1992 y expresa con claridad el fuerte grado de apertura al exterior tanto del mercado bursátil español como especialmente de las empresas españolas cotizadas que han conseguido apoyarse la visibilidad que proporciona en mercado de valores y en la financiación exterior para crecer”, indican los expertos en el último Informe de Mercado 2016 elaborado por BME. El anterior récord de los extranjeros en el parqué nacional fue en 2014, con un porcentaje del 43%. El segundo mejor registro se produjo un año después, en el 42,3%. Sea como fuere, la cifra evidencia que las manos extranjeras tienen un peso mucho mayor en la Bolsa española que en sus homólogas europeas, a pesar de la incertidumbre política que en el último año podría haber espantado a los inversores foráneos de España. Según las últimas estadísticas disponibles, en la Unión Europea la participación inversores extranjeros en las empresas cotizadas se situaba en el 38% en 2012. “La amplia presencia de los no residentes en los mercados de valores nacionales queda patente en su alta participación en la negociación de acciones (en el entorno del 75%) y como propietarios en el mercado de deuda pública dónde también es el grupo con una tenencia relativa mayor: alrededor del 45%”, indican desde BME. El mayor peso de los extranjeros no significa que los locales hayan sido apartados. Los datos del Banco de España evidencian cómo el patrimonio inmobiliario de las familias española, aunque aún con enorme peso, va perdiendo fuerza en el conjunto de la riqueza en beneficio del patrimonio financiero. Si durante el quinquenio 2007 – 2011 este último se situaba por debajo del 25%, a partir del año 2013 y hasta la actualidad ha aumentado su peso hasta situarse consistentemente por encima del 30%. Dentro del patrimonio financiero, la tenencia en Bolsa se sitúa en el 25,4%. “Los factores que han conducido a esta nueva situación son, por un lado el aumento del valor de los activos financieros por la recuperación de los precios y por el efecto de la nueva inversión en los mismos y, por otro lado, la corrección de precios de la vivienda y la reducción de la inversión inmobiliaria de los hogares”, indican los expertos. La participación en el primer semestre de 2016 es superior en 5,3 puntos porcentuales a la que tenían en 2007, aumento solo equiparable al de los inversores extranjeros. Entre los factores que están detrás del interés de las familias españolas por las acciones destaca, sin duda, la generosa política de retribución al accionista que han mantenido las empresas cotizadas españolas en los últimos años. Una práctica que, además, se ha materializado de manera profusa en forma de scrip dividend o dividendo elección y dónde la mayoría de los accionistas han optado por recibir el pago en acciones en vez de dinero efectivo. En 2015 y especialmente en 2016, el volumen de scrip dividend ya ha comenzado a reducirse de forma significativa. En un trabajo publicado por la Comisión Europea sobre la estimación de la propiedad de las acciones cotizadas en el conjunto de la Unión Europea con datos del año 2012 se sitúa la participación de las familias europeas en la propiedad de las acciones cotizadas en el 11%. El dato relativo de España correspondiente a junio de 2016 (25,4%) es muy superior al del conjunto europeo. La caída bancaria La participación de los Bancos y Cajas de Ahorros en la propiedad de las empresas españolas cotizadas en Bolsa alcanzó en 2015 su nivel mínimo de toda la serie histórica con un 3,6%, lo que supone apenas una cuarta parte de la participación que poseían en acciones españolas cotizadas en el año 1992, primero de la serie histórica elaborada por el Servicio de Estudios de BME. La cuota actual del 3,6% es 12 puntos inferior a la de 1992 y 5,8 puntos inferior a la de 2007, al inicio de la crisis financiera mundial. Esta evolución es un reflejo de los profundos cambios estructurales experimentados en el ámbito empresarial de la economía española en los últimos 25 años y también del impacto de la crisis en los años más recientes. De acuerdo con el último trabajo disponible para la Unión Europea que data del año 2012, la banca ostentaba un 3% del valor de las acciones cotizadas en las Bolsas europeas. En términos comparativos, el resultado de 2015 y primera mitad de 2016 de las entidades bancarias españolas las aproxima a la cifra europea. Esta pérdida de peso y preeminencia de la banca en los mercados de valores en España y en Europa es, probablemente, una de los factores que han impulsado a la baja las cifras de intercambio de acciones cotizadas en los mercados. “La razón es doble: los propios bancos como objeto de inversión han perdido dimensión y atractivo para muchos inversores, por un lado y, por otro, la reducción de su cartera de empresas cotizadas participadas a niveles testimoniales hace que su presencia en transacciones u operaciones corporativas realizadas en plataformas de negociación se haya reducido a mínimos”, indican los expertos, asegurando que “la regulación de Basilea III respecto a consumos de capital para la banca en posiciones de determinados productos de inversión, es un factor determinante para explicar las reticencias de las entidades financieras a participar en la propiedad de acciones de otras compañías”.
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