Las últimas cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reflejan una caída de la economía del 9,8% durante el segundo trimestre de este ejercicio a causa de la pandemia. Queda patente en las estimaciones del organismo que España es uno de los países peor parados, cuya economía se contrajo un […]
BancaDirigentes Digital
| 31 ago 2020
Las últimas cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reflejan una caída de la economía del 9,8% durante el segundo trimestre de este ejercicio a causa de la pandemia. Queda patente en las estimaciones del organismo que España es uno de los países peor parados, cuya economía se contrajo un 18,5% entre abril y junio, solo superado por Reino Unido que presentó un hundimiento del 20,4%. Teniendo presentes estos porcentajes, la esperanza de una ligera recuperación económica con la época estival se difumina a la misma velocidad a la que se incrementan los rebrotes en el país.
En este contexto poco alentador, crece un problema en el entorno empresarial y es la insolvencia de las compañías. Los pagos fijos y las deudas han rebasado a millones de ellas y desde el mes de marzo se han visto incapaces de afrontar esta coyuntura ante la evaporación de sus ingresos, lo que les ha dejado al borde de la ruina. Los datos del último estudio de las empresas Euler Hermes, Solunion y Allianz Research, que analiza el desempeño económico de más de 40 naciones, arrojan que la COVID-19 ahonda más sobre esta situación que se venía dando en los últimos cuatro años por la moderación del ritmo de crecimiento económico o por el efecto de las disputas comerciales.
Con todo ello, el índice de insolvencia global “es probable” que alcance un récord con un incremento del 35% para 2021. Si bien esta es la media del planeta, muchos países superan este porcentaje. En Estados Unidos se producirá el mayor repunte con un 57% para el próximo año, en comparación con 2019. Le siguen Lituania (+49%), Brasil (+45%) o Reino Unido (43%). España también se encuentra entre los países que sobrepasan la media con una subida del 41%. Mientras que en el lado contrario, Alemania, Australia, Taiwan, India y Corea del Sur anotan los menores aumentos.
A esto se suma que la brusquedad con la que el coronavirus ha producido este golpe en la economía ha sido “crítico” para las empresas que ya eran “más frágiles antes de la crisis” y ha aumentado, en general, la debilidad del resto. Es por ello que la capacidad de una recuperación rápida se ha reducido a unos pocos sectores específicos, tales como el farmacéutico o el de servicios de IT.
Por otro lado, señalan que “cuanto mayor sea la empresa que se declara en quiebra, mayor es el riesgo de un efecto dominó”, es decir, que implica a más clientes o proveedores. “Estados Unidos está particularmente expuesto a esta amenaza y también es un buen indicador para el resto del mundo de la intensidad del riesgo”.
De cara al futuro próximo, se recalca en el documento que los responsables políticos ahora tienen que ejecutar un “equilibrio delicado”. Es decir, pensar en cómo gestionar las medidas de apoyo a las empresas, ya que “una retirada prematura podría aumentar las insolvencias entre 5 y 10 puntos porcentuales, mientras que si la recuperación económica mundial tarda más en producirse, se pasaría a hablar de un incremento que rondaría los 50-60 puntos. En cualquier caso, advierten que, si bien agregar o prolongar las ayudas existentes a las compañías podría limitar las insolvencias en el corto plazo, podría “apuntalar a las empresas zombis“, lo que desencadenaría un aumento de empresas en crisis a medio y largo plazo.