La buena noticia es que los desorbitados precios de consumo que tenemos en este momento, con los adelantados ya de mayo en una primera estimación, se van a corregir a lo largo del ejercicio. La mala es que los sustos que nos han dado hasta ahora pueden proseguir, aunque posiblemente la cota más alta, la […]
Distribución y consumoDirigentes Digital
| 07 jun 2022
La buena noticia es que los desorbitados precios de consumo que tenemos en este momento, con los adelantados ya de mayo en una primera estimación, se van a corregir a lo largo del ejercicio. La mala es que los sustos que nos han dado hasta ahora pueden proseguir, aunque posiblemente la cota más alta, la del 9,8% vivida en marzo, no se repetirá.
Esta es ahora mismo la secuencia exacta de lo que pasa con la inflación en España, que ha vuelto a repuntar hasta el 8,7% en el primer dato adelantado de mayo desde el 8,3% en abril, por el encarecimiento mayor de los carburantes frente al año pasado. Ese nuevo aumento nos da que pensar sobre la evolución presente y futura del IPC español.
De momento la cosa se complica a todos los niveles, no solo por el incremento en el precio del crudo que revierte en los carburantes. También por los alimentos y bebidas no alcohólicas, que consumimos cada día. En el último año, el repunte de los precios de la comida supera el 10%, con vivienda que es además un 18,8% más cara.
Pero incluso descartando y descontando de nuestro coste mensual esos dos factores más inflacionistas, la energía y los alimentos, la subida de la inflación en mayo es del 4,9% en esas cifras preliminares que, de confirmarse, reflejarían en este dato subyacente los precios al consumo es el más elevado desde octubre de 1995. Es decir, la inflación más alta sin elementos volátiles en 23 años.
Un aumento que preocupa debido sobre todo a dos factores: el primero a que está por encima de la media comunitaria, la supera en cuatro décimas en el IPCA, el dato comparativo con Europa. El segundo, es que alguna medida del gobierno, como la subvención al carburante, se evidencia ineficaz para la reducción de los precios: gasolina y gasóleo más barato y, por tanto, con mayor consumo.
Lo dice Raymond Torres, miembro de Funcas y consejero del Consejo Económico y Social y de Funcas. Con una razón negativa añadida: es una medida fiscal regresiva que va en contra del objetivo de descarbonizar la economía. Y que puede prorrogarse más allá del mes en curso, aunque con variaciones.
Más allá de mayo, lo cierto es que todos los organismos apuestan porque los precios comenzarán a bajar en el segundo semestre del año, pero lo cierto es que los datos globales del año no invitan al optimismo. Todo parece indicar, si se cumplen las previsiones, que el IPC seguirá en niveles muy altos, por lo que, primero perderemos poder adquisitivo en los salarios y segundo, los elevados precios diarios, por ejemplo, los que pagamos en alimentación seguirán encareciéndose.
El Gobierno no ha incluido en el cuadro macroeconómico previsión como tal de inflación. Solo el deflactor del consumo que estima en un 6,1% para este año. Mientras, la media de los panelistas de Funcas coloca muy por encima de la media: en el 6,9% para los 19 servicios de estudios que se pronuncian.
También desde la Comisión Europea, en sus previsiones de primavera, las presentadas en mayo auguran un nivel de precios de consumo en España a cierre de 2022 en el 6,3%. Y todo coinciden en que la caída será en picado en 2023 para la inflación, aunque con la mirada puesta en el petróleo y en general en los precios de las materias primas.
En mayo los precios han subido porque carburantes y alimentación se encarecieron más que el año pasado. Y si miramos a junio de 2021, el próximo mes a comparar, queda muy lejos, en su 8,9% de subida de gasolina y gasóleo, del 12,8% de subida en abril de 2022, el último dato establecido, que incluso será menor que el de mayo.
Por lo que, hemos de entender que en junio de este año la comparativa será de nuevo negativa por la subida que se mantiene, ya de facto, en un precio del crudo que pagamos a 120 dólares el barril. Y lo mismo ocurre con los alimentos. Un panorama que, como decimos, nos deja todavía margen para algunos sustos en la inflación en nuestro país hasta que comience a bajar más lentamente de lo esperado en el resto del año.