La ambición pisa el pedal con más fuerza que la demanda de vehículos eléctricos. Europa y España quieren convertirse en referentes en la nueva movilidad, para lo que se necesita dar la vuelta a un sistema que lleva funcionando desde que la Humanidad abandonó los caballos para pasarse a los caballos de vapor. Por eso, […]
TransporteDirigentes Digital
| 31 ene 2022
La ambición pisa el pedal con más fuerza que la demanda de vehículos eléctricos. Europa y España quieren convertirse en referentes en la nueva movilidad, para lo que se necesita dar la vuelta a un sistema que lleva funcionando desde que la Humanidad abandonó los caballos para pasarse a los caballos de vapor. Por eso, la transición requerirá un poco de paciencia, aunque se ponga mucho dinero en el intento.
En un coloquio organizado por Aelēc, la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica, se han puesto sobre la mesa los diferentes problemas que hay que resolver antes de que se haga la transición completa hacia la movilidad eléctrica. La directora de Planificación de Edp Redes España, Amaia Iglesias, pone el foco sobre la necesidad de “alimentar millones de vehículos eléctricos”, lo que comprenderá los puntos de recarga en las vías públicas pero también instalaciones de autoconsumo.
“Las distribuidoras debemos poner toda nuestra capacidad técnica para que todos los puntos estén ubicados en lugares óptimos”, explica Iglesias, y añade que es necesario que estas instalaciones se hagan “en el menor tiempo posible”. Asimismo, dado que este tipo de infraestructuras requieren de una regulación, pide que se establezca un marco regulatorio que propicie “aplicar esas inversiones”.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que los distribuidores se están adelantando a la demanda de estos vehículos. En otras palabras, hay más potencia instalada que vehículos eléctricos que puedan usarla. Manuel Muñoz, responsable de infraestructura pública de Endesa, reconoce que a día de hoy la instalación de puntos de recarga no es rentable. Si la compra de eléctricos crece como se espera, cree que los puntos de recarga serán rentables a partir de 2025.
En este momento, las inversiones van desde los 60.000 euros para las instalaciones más básicas, si bien pueden llegar hasta los 500.000 euros en el caso de puntos con más potencia. Si estas instalaciones aún no son rentables, ¿por qué insistir en hacerlas? Muñoz responde que se trata de inversiones que se hacen con adelanto a la demanda que se espera. “Hay que romper la barrera y que el parque crezca”, resume.
Otro de los asuntos que identifica es el tiempo que se tarda en poner en funcionamiento una electrolinera. Por un lado, lamenta que uno de cada cuatro puntos de recarga no están operativos porque están pendientes de permisos para conectarse a la red. Por otra parte, aunque dice que los plazos se han reducido, las diferentes administraciones tardan demasiado en autorizar estas instalaciones. En aquellas con menor potencia, los trámites pueden llevar un año, pero en las que son más complejas se extienden hasta los dos años.
Enrique Meroño, Responsable de Calidad y Nuevas Iniciativas dentro de la Dirección de Innovación, Sostenibilidad y Calidad de Iberdrola, apunta que España está haciendo bien sus deberes, en el sentido de que muchas de las instalaciones que se están haciendo son para recarga rápida o ultrarrápida. “Se prima la recarga de calidad en lugar de poner muchos puntos”, subraya. Sin embargo, al paso que van las matriculaciones de coches eléctricos, para 2030 se calcula que habrá 5 millones de eléctricos de un parque total de 30 millones, por lo que incide en que el proceso necesitará tiempo para culminarse.
Por su parte, Alberto Olivera, CEO en España de Smart, defiende que aunque la matriculación de vehículos en España sea menor que en los homólogos europeos (2,7% frente a cuotas del 10%), la apuesta que están haciendo las compañías eléctricas resulta fundamental. Como parte de esta transformación, los vehículos eléctricos tienen ventajas que van más allá de su coste de compra y que se extienden a los costes en su vida útil. Por otro lado, el coste de recorrer 100 kilómetros roza los cincuenta céntimos de euro. En cuanto a la autonomía, defiende que la distancia media que recorren los españoles a diario es de 57 kilómetros, lo que se puede cubrir sin problemas con un eléctrico. No obstante, “cuando crece la distancia, para eso están los puntos de recarga”, señala.
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