A no ser que tengas un smartphone estanco resistente al agua (tipo Xperia Z de Sony o Samsung Galaxy S5), si tu móvil se ha mojado accidentalmente corre un serio peligro. Pero no todo está perdido, ante todo, que no cunda el pánico. Se trata de conocer unas sencillas maniobras de primeros auxilios y reanimación al alcance de la mano y de la emergencia.
Estos son los pasos a seguir. Son recomendaciones testadas en laboratorio y sirven para la mayoría de los casos, especialmente si el aparato no ha sido sumergido prolongadamente en líquido elemento.
Primero y más obvio: rescátalo enseguida. Si se ha caído en la bañera, en el río, en la cazuela de cocer los espaguetis, sacarlo cuanto antes del agua. Mientras se haya sumergido en agua "dulce" las esperanzas son mayores que si ha sido en la playa o ya se había echado sal al agua de cocer. Los líquidos salinos, así como los alcalinos, especialmente el café, son más peligrosos por su acción correosa y la reacción que pueda haber con la pila. El agua de la piscina o el del inodoro pueden ser muy aleatorios en función de su contenido de cloros o nitrógenos.
Segundo, y fundamental: si se ha apagado, no encenderlo; y si está encendido, no tocar ningún botón. Muchos teléfonos, tras el shock, se apagan sin más. Hay que evitar un segundo cortocicuito, podría ser ya irreparable. Los teléfonos de nueva hornada tienen la tapa de la batería atornillada, se necesitan una punta especial; lo más antiguos, simplemente se deslizan y permiten sacar la batería. Hay que intentar sacar la batería, primero porque desconecta la corriente sin tocar ningún botón, y segundo porque permitirá secarse mejor por dentro.
En tercer lugar, hay que desmontarlo lo máximo posible: retirar o dejar abiertas las ranuras, extraer las tarjetas SIM y de memoria, retirar la tapa y la funda… Intentar secarlo con un trapo o papel absorbente o de un periódico si es lo que está más a mano, nunca con un secador de pelo ni un radiador ni nada parecido que emita calor, pues puede deformar las piezas de plástico. Darle algunas vueltas para que escurra el líquido que se haya podido colar dentro.
Una vez eliminada las gotas, se trata de eliminar la humedad… para ello, el remedio más casero y efectivo es sumergir durante un día el teléfono y sus componentes (batería, tarjetas…) en un bol lleno de arroz crudo, sin cocinar; es el mismo truco para que la sal no se apelmace en el salero. Cumplido el plazo, ya lo puedes volver a montar y… cruzar los dedos, hay que tratar de encenderlo. Si no arranca, déjalo un día más cubierto de arroz e intentarlo al día siguiente.
Si esto no funciona, es que la cosa es más seria. Lo mejor es recurrir al SAT oficial. Y confesarle la verdad, te ahorraras tiempo y algún desplazamiento u envío postal: lo van a averiguar en cuanto lo abran y vean que el chivato que suelen llevar casi todos los teléfonos ha cambiado de color y la garantía no va a cubrir este arreglo. Según el presupuesto que te den, pues ya decides si es más cara la correa que el perro.
Tanto los fabricantes como las operadoras ofrecen seguros que cubren casi todos los riesgos, incluso los de sustitución al cabo de un tiempo por un modelo más actualizado. También está la prevención, si no el terminal, al menos la información que contiene se puede recuperar en su totalidad si se han seguido unas recomendaciones previas.
En cualquier caso, aunque tu móvil señale en su publicidad que es sumergible, hay que atender a la letra pequeña. Los Xperia Z y Galaxy S5 pueden meterse en el agua sin problemas… pero no tanto. Para que no se estropeen, todos los conectores deben estar bien sellados con sus tapas. Y las pruebas se limitan al agua potable o de lluvia; con agua de mar los resultados pueden cambiar. Porque una cosa es que puedan sumergirse sin estropearse, y otra muy distinta que pueda usarse bajo el agua para oír música o atender una llamada: nunca aprietes ningún botón físico (encendido, volumen…) ni conectes ningún cable (auriculares, USB) bajo el agua, ya que se podría filtrar líquido dentro. También hay que tener en cuenta la profundidad (ATM), nunca va a ser la de un reloj sumergible.
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