Por Ignacio Babé Romero, director general del Club Excelencia en Gestión
Ignacio Babé
| 25 abr 2024
En una sociedad cada vez más polarizada hay muchos partidarios de lo binario: sí/no, 0/1, blanco/negro. Quizá porque posicionarse de manera intermedia requiere pensamiento. Eso es algo a lo que muchos han renunciado y que han delegado en periodistas y políticos que, a su vez, vuelcan en los medios de comunicación y redes sociales con planteamientos y resultados aún más radicales: o conmigo o contra mí. Sin embargo, los científicos y los tecnólogos apuestan por la computación cuántica (múltiples estadios intermedios), frente a la binaria, precisamente para resolver problemas complejos.
Esta introducción me sirve para explicar, en una aproximación más cuántica que binaria, por qué es muy importante hablar de EESG cuando nos referimos a la sostenibilidad. Porque para que realmente cambiemos nuestra forma de hacer negocios, producir, invertir, consumir y comportarnos, debemos hablar de EESG – Económico, Medioambiental, Social y Gobernanza. Es fundamental llevar la primera “E” de la palabra “Económico” dentro, junta e incorporada a los otros factores ESG para evitar que parezca que lo económico es la antítesis de la ESG y viceversa, como algunos radicales binarios quieren hacernos creer.
En algunas organizaciones este mensaje binario va calando. Hace poco leía en LinkedIn un artículo sobre EESG que decía que hay un riesgo para los que trabajan en sostenibilidad y es ser percibidos como alguien de un mundo paralelo, en las empresas. Algo así como oír a alguien decir: “Mientras nosotros ganamos dinero aquí (“E” de “Económico”), vosotros os ocupáis de esos temas allí (la agenda ESG)”.
No nos conviene, como sociedad, demonizar la economía, ni las empresas que generan valor, como hacen algunos políticos extremistas. Pero tampoco asociar la ESG a conspiraciones de agendas internacionales, como hacen otros políticos, por otro extremo. Lo que nos conviene como sociedad es promover la responsabilidad y el equilibrio en un tema tan trascendente como la sostenibilidad, que incluye los resultados económicos (sin ellos no será posible financiar la regeneración medioambiental, ni demostrar el compromiso social con algo más que palabras, ni tener un buen sistema de gobierno justo y equilibrado) – E, el necesario cuidado del medioambiente – E (nvironment), la responsabilidad social corporativa – S y el buen gobierno y gestión de la empresa – G.
La responsabilidad de las empresas pasa por resolver problemas complejos (vacunas eficaces o servicios personalizados), generar crecimiento económico (beneficios y empleo), impulsar la innovación (en modelos de negocio, con scaleups), procurar valor sostenible (alargamiento durabilidad de los productos, economía circular), tener un impacto positivo en las vidas (empleo inclusivo, cuidado de la salud mental) y en los medios de subsistencia (reducción del consumo de energía, regeneración, reforestaciones). Por lo tanto, las estrategias en las que se generan “gestos amables” con el medioambiente, con temáticas sociales, así como con la gobernanza y ética, pero sin generar acción, ya no tienen cabida en el entorno empresarial y, más bien, se convierten en una amenaza para su reputación y rentabilidad.
Y no cabe duda de que las empresas generan más confianza a la sociedad que los partidos políticos, porque se toman los objetivos y las metas mucho más en serio que el sector público, en general. Un botón de muestra: la tasa de temporalidad en el empleo, que siendo muy alta en España está mejorando mucho más en las empresas privadas (del 23,94% en 2021 al 14,8% en 2022) que en las Administraciones Públicas (30,96% al 30,18%), pese a que los objetivos, en este asunto, los fija el propio Gobierno.
La colaboración público-privada funciona de forma eficaz y eficiente en numerosos sectores. No es una afirmación gratuita, sino empírica, con pruebas medibles en hospitales, escuelas, cárceles, puentes, carreteras o equipo militar, en España, Europa o en EEUU. En el caso de EESG, todos tenemos que hacer el esfuerzo necesario para que funcione en un asunto tan crucial para el conjunto de la sociedad. Es el momento de demostrar la responsabilidad, por ambas partes, para lograr un fin común, la verdadera sostenibilidad, que ninguna de las dos, por su cuenta, logrará.
Será esencial re-aprender juntos sobre el necesario equilibrio que requieren las empresas entre sus resultados económicos y sus esfuerzos y recursos dedicados a mejorar la naturaleza (regenerar) y la sociedad, como también, el imprescindible equilibrio entre la voluntad formal de cambio, que declaran a veces las empresas, y la ejecución real, para conseguir los resultados que reclama la sociedad (sus ciudadanos), y que regula el Gobierno, en estas materias.
Trabajemos juntos, por tanto, Gobierno y sociedad civil con responsabilidad, equilibrando los objetivos EESG, los recursos necesarios y los plazos, para el bien común. Porque la economía de las empresas (sus resultados) tienen que financiar las acciones reales que emprendan en ESG. Sin conciencia de la importancia, de la responsabilidad de cada agente y del necesario equilibrio no habrá sostenibilidad en términos de ESG. Pero sin resultados empresariales, tampoco habrá sostenibilidad.