Los esfuerzos de Dilma Rodusseff para intentar sacar a su país de la recesión económica en la que está sumergido no están sirviendo de nada. El fracaso de sus políticas ha propiciado la decisión de la calificadora Standard & Poor’s, quienes han argumentado que la bajada de la calificación crediticia de Brasil se debe, entre otras cosas, al fracaso de las medidas de Rousseff para intentar recordar el déficit fiscal.
Este nuevo revés para Brasil es el segundo que recibe en 2 meses por parte de una empresa de calificación crediticia. Esta vez ha sido S&P, pero en diciembre del año pasado fue Fitch quien tomó la misma decisión.
La economía brasileña, la mayor de América Latina, está cuesta abajo y sin frenos inmersa en la que puede llegar a ser su peor recesión, después que el año pasado su economía sufriera una contracción del 4%.
Por estos motivos S&P ha destacado la incapacidad del Gobierno de Rousseff para poner freno al déficit fiscal del país, que no deja de aumenta, y en un comunicado ha anunciado: "Ahora esperamos un proceso de ajuste más prolongado, una corrección más lenta en la política fiscal así como otro año de profunda contracción económica".
Esta nueva rebaja de la calificación crediticia de Brasil ha tomado por sorpresa a los funcionarios del Gobierno, quienes aseguran "considerábamos esta posibilidad, pero no pensábamos que se produjera tan rápido", según fuentes de la prensa brasileña.
No obstante, esta decisión no debería tomarles tan por sorpresa, ya sea porque Fitch ya actuó de la misma manera hace dos meses o porque desde que Rousseff asumió el cargo en 2011 el déficit presupuestario de Brasil ha crecido un 10,3%.
Desde el Ministerio de Hacienda brasileño no descartan otras devaluaciones de la nota y, en un comunicado oficial, han declarado que confían poder revertir el recorte de la calificación crediticia del país en cuanto empiecen a dar resultado las medidas para reequilibrar las cuentas públicas e impulsar el crecimiento instauradas por la presidenta.
Se espera que el recorte pueda ejercer mayor presión bajista sobre el real y lleve a los inversores a salir de una economía que hoy en día está lejos del 4% de crecimiento que tenía hace apenas cuatro años.
Los mercados vaticinan para Brasil una contracción del 3% y un aumento del desempleo en este año, para el que el Gobierno prepara varias leyes con las que reducir su meta fiscal a causa de la caída de los ingresos.
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