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Hackers éticos: qué hacen y por qué representan la última esperanza para el sector financiero  

El importe medio que exigen por sus servicios los sitúan entre los tres tipos de profesionales STEM con mayor retribución salarial

Sebastián Fernández

23 ene 2024

Las cifras recientes son por demás elocuentes y evidencian uno de los grandes males que padecen millones de empresas del sector financiero, inmersas en el proceso de transformación digital: los cibertaques a compañías, instituciones y organismos internacionales fintech (cualquiera sea su volumen, tamaño, sector, alcance y envergadura) son una de las principales amenazas globales, que recrudecerán en los próximos años. 

El reciente informe Modern Bank Heists (Ataques bancarios modernos), denominado The Escalation: From Heist to Hijack, From Dwell to Destruction (La escalada: del atraco al secuestro, de la morada a la destrucción), incluye las conclusiones y reportes de 130 líderes en seguridad financiera y directores de seguridad de la información (CISO) de todo el mundo. La quinta edición de esta prestigiosa investigación, realizada por la firma global VMware (proveedora de servicios múltiples en la nube para decenas de multinacionales, incluyendo seguridad y prevención del ciberdelito) sostiene que el 63% de esas instituciones financieras esparcidas por el planeta sufrieron un aumento en los ataques destructivos en este año, lo cual representa un 17% más que el año pasado. 

El 74% de esos líderes en seguridad financiera admitieron que sufrieron uno o más ataques de ransomware, ciberdelincuencia organizada y ataques destructivos en 2022, y el 63% de estas víctimas pagó el rescate, lo cual siempre se desaconseja, porque fomenta el incremento de este tipo de delitos. 

Por otra parte, también han admitido que el 51% de las instituciones financieras llevan a cabo persecuciones de amenazas semanalmente en la actualidad. Pero esos esfuerzos no alcanzan… Por ello, la mayoría de los consultados en el estudio planifican aumentar el presupuesto de seguridad entre un 20% y 30% para el próximo ejercicio, así como designar la detección y respuesta extendida como su prioridad principal en la inversión de seguridad. En ese rubro de ‘gastos’ en materia de detección y prevención, ya han incluido en la cima de su listado a los nuevos jugadores estrella del tablero cibernético mundial: los gurús de ‘sombrero blanco’, que pueden ser la última esperanza contra el peligro. A continuación, explicamos quiénes son y a qué se dedican: 

‘Superhéroes’ al rescate: caros… pero cada vez más necesarios  

Precisamente, a la hora de destinar enormes erogaciones de dinero para extremar las precauciones contra las bandas más sofisticadas de piratería informática, ha surgido una opción cada vez más extendida por las cúpulas de las organizaciones financieras internacionales: contratar los servicios de los llamados ‘hackers éticos’.   

Al escucharlo o leerlo, el solo término ‘hacker’ probablemente genere rechazo para la inmensa mayoría de los mortales que viven conectados y dependientes de la tecnología. Pero también los hay (y cada vez son más) los ‘hackers buenos’ que se visten de superhéroes y se ganan la vida rescatando a miles de firmas de los archienemigos que integran las filas del lado oscuro, en la batalla ardua que cada día se libra en el ciberespacio. Claro que no lo hacen gratis ni por amor al arte… 

En verdad, se les llama hackers éticos a los ciberexpertos que se dedican a detectar grietas, limbos, agujeros negros o vulnerabilidades en las estructuras tecnológicas de las firmas, alertan rápidamente a sus máximos responsables (antes de que actúen los ‘malos’) y ofrecen estrategias certeras para evitar los ‘cibergolpes’… siempre un paso delante de que puedan concretarse.  

De este modo, contribuyen así a mejorar considerablemente la ciberseguridad de las empresas. Según LinkedIn, este tipo de especialistas en ciberseguridad ocupan el top 10 de empleos más buscados en la actualidad en países como España, Estados Unidos, Reino Unido y Bélgica, por citar solo algunos. Eso sí, como son tan necesarios y ultraespecializados, suelen ser muy caros. El importe medio que exigen por sus servicios los sitúan entre los tres tipos de profesionales STEM con mayor retribución salarial, sobre todo cuando se tienen más de tres años de experiencia. 

Dependiendo de la magnitud de los errores detectados, pueden recibir entre 50 y 250.000 euros por dos horas de trabajo. La media es de entre 10.000 y 15.000 por una labor bastante frecuente para ellos, como por ejemplo un Server Side Request Forgery, que es la prevención o el freno a un ataque externo para acceder a los datos internos de una compañía. En cualquier caso, los montos también dependen del volumen de las compañías que los contrate. 

Freelances o en nómina, pero legales 

Hay diversos modos de contratar ‘hackers éticos’. Si bien existen cada vez más los que forman parte de las plantillas en blanco de las empresas, los más prestigiosos y afamados suelen trabajar como autónomos y trabajan por “proyectos”. Así es como llaman a sus labores de manera formal (“proyectos” o “tareas”) pero internamente en la jerga les llaman “recompensas”. 

Es decir, no figuran en la nómina de grandes compañías, sino que van detectando vulnerabilidades por su cuenta en la estructura tecnológica de peces financieros muy gordos de la escena mundial. Entonces, se convierten en sus partners temporales o relativamente estables: se comunican con los directorios de las compañías, les advierten sobre los entornos endebles que pueden disparar un inminente ataque, ofrecen la solución y cobran millones por blindarlas ante el peligro.  

Los players que van por libres y prefieren actuar de ese modo (sin atarse al staff de manera fija de una organización, porque multiplican sus ingresos con la modalidad ‘multicliente’) en inglés son conocidos como bug-bounty hacker o bug bounters, que en español se traduce como cazarrecompensas o buscadores de errores en internet -bug significa error en inglés-. 

Para citar solo un ejemplo, el hacker ético argentino Santiago López se convirtió en millonario hace tres años, cuando apenas tenía 19, por descubrir hasta 1.600 errores informáticos en firmas que le llegaron a pagar hasta un millón de euros por sus ‘alertas’. Algunas fueron gigantes de Wall Street. Confesó en varias oportunidades que comenzó a aprender su especialidad viendo tutoriales en Internet, pero rápidamente se convirtió en uno de los expertos más requeridos por compañías que acuden desesperadas a un espacio donde habitan virtualmente los ‘hackers buenos’: la plataforma HackerOne. 

Se define como “una plataforma de coordinación de vulnerabilidades y recompensas de errores que conecta a las empresas con investigadores de ciberseguridad” y es una de las más consolidadas en la materia del mundo. Actúa como un intermediario entre proveedor y cliente.  

No son pocos quienes temen que este tipo de profesionales en verdad puedan actuar como extorsionadores o chantajistas encubiertos. Quienes adhieren a esa corriente sospechan que los bug bounters que informen a las compañías sobre las debilidades de sus sistemas y no reciban el dinero pretendido a cambio de sus ‘escudos’ pueden actuar en consecuencia.  

Pero no hay nada más alejado de ello. Solo hay un requisito fundamental que define a los hackers éticos: su legalidad. El hacker ético siempre ayuda a los clientes, a cambio de una retribución salarial, pero su identidad, procedencia y mecanismo de cobro son conocidos y transparentes, a diferencia de los piratas que actúan en las sombras. Obviamente, habrá algunos que pasen de héroes a villanos en sus trabajos, pero precisamente espacios como HackerOne garantizan que eso no ocurra. 

Los ataques más usuales en el sector financiero que suelen prevenir los hackers éticos 

Según la investigación The 2022 Atack Resistance Report, de HackerOne, entre las últimas estrategias de ciberdelincuentes que están haciendo estragos en los soportes tecnológicos de gigantes bancarios o económicos, destacan el Remote Code Execution (una forma de acceder a todo el servidor, o a todos los datos del servidor por medio de la terminal de una empresa), o el llamado ataque SQL Injection, que accede directamente a la base de datos de la compañía.  

El ransomware al software que secuestra y cifra información con el objetivo luego de pedir rescate a la víctima para otorgarle nuevamente acceso a esos datos encriptados, es el clásico de los clásicos hoy en el panorama de ciberdelincuencia. Este tipo de ataques ha crecido exponencialmente de la mano de la distribución de kits con este tipo de malware, listos para ser usados, que pueden comprarse en la Darknet (la Internet oscura). 

También destacan las herramientas de acceso remoto (RAT) que ayudan a los cibercriminales a controlar los sistemas afectados. Estas herramientas les permiten a los atacantes continuar en el entorno y establecer un servicio de prueba para hacer otros ataques. El robo de recursos de los servicios de nube utilizando ataques de cryptojacking es otra de las tendencias al auge. Y la infección de equipos informáticos a través de las actualizaciones de software (malware) y los asaltos al software de las cadenas de suministros y correos electrónicos corporativos completan el listado. Contra todo ello y mucho más luchan los bug-bounty hackers, en un escenario tan dinámico como escalofriante, en evolución permanente. 

Por qué el sector financiero es uno de los más codiciados 

El sector financiero es uno de los más codiciados y está en la mira permanente de los ciberdelincuentes. La información confidencial es clave para los mercados económicos. Los criminales lo saben. Dos de cada tres líderes entrevistados para el citado informe Modern Bank Heists dijeron haber sufrido ataques orientados a conocer las estrategias de mercado, y uno de cada cuatro indicó que los datos del mercado fueron el principal objetivo de los ciberataques en sus instituciones financieras. 

Los ciberdelincuentes buscan este tipo de información que, incluso, puede afectar el precio de las acciones. Además, esa información se puede emplear para hacer una inversión ventajista en el mercado, entre otros motivos.  

El Digital Trust Survey 2022, informe realizado por la consultora PwC destaca que -de media-, cada ciberataque le ha costado a una empresa pequeña 75.000 euros en el mundo. En 2021, un 53% de pymes sufrió algún tipo de ciberataque y responsables de ciberseguridad y altos directivos de 66 países han concluido que los ataques cibernéticos volverán a registrar cifras récord cuando acabe este año, destaca este artículo ‘Ciberriesgos, el gran desafío de las pymes’, de Mapfre.  

Las amenazas, obviamente, también se trasladan al ‘universo cripto’. El Financial Crimes Enforcement Network, la oficina del Tesoro de EE. UU. que recopila y analiza las transacciones de dinero para combatir el lavado de capitales, la financiación del terrorismo y los delitos financieros, en una de sus últimas investigaciones denunció que solo entre enero y junio del pasado año identificó más de 5,2 billones de dólares (4.500 millones de euros) en transacciones con bitcoins “potencialmente vinculadas a pagos por ransonware”. O lo que es lo mismo, por pagos del rescate solicitado tras sufrir el secuestro de datos. 

Por todo ello si usted, que dirige una compañía financiera, tiene una pyme o es un emprendedor no lo dude ni un instante: si su empresa todavía es una de las pocas afortunadas que aún no ha padecido los embates de la ciberdelincuencia, sepa que realmente puede sufrirlo en lo que tarda en leer este artículo. Entonces, tenga a mano y en agenda el mejor antídoto: vaya llamando a un hacker ético. Como dirían las abuelas, siempre es mejor prevenir que curar…     

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