Por Julián Gómez, Chief Digital Officer de LedaMC
Julián Gómez
| 01 feb 2024
Mi amigo Pablo pagaba comisiones fraudulentas. Eso pensaban sus compañeros. Lo miraban con recelo porque siempre llegaba antes que nadie. Siempre llegaba el primero.
Me lo contaba hace 20 años. Antes de que existiera Twitch, Youtube, Twitter o Facebook. Se dedicaba a la certificación de instalaciones industriales. Era perito industrial y tenía que desplazarse a una ubicación en medio de la nada, en un polígono industrial a mitad de camino entre dos poblaciones pequeñas para realizar su trabajo. Eran otros tiempos. Internet no existía, al nivel que la conocemos hoy. No existía en el móvil. Solo en los ordenadores de sobremesa, los portátiles eran cosa del futuro. Casi nadie disponía de ellos.
Pablo siempre llegaba el primero. Y sus compañeros desconfiaban. Él siempre llegaba el primero y eso les escocía. Pero ese día me lo confesó. No era magia ni soborno. Su secreto era algo que hoy tenemos integrado en nuestro móvil, pero en aquella época era un lujo: un GPS. O como lo conocíamos en esa época un TomTom porque los mapas eran propietarios y eran su tesoro.
Hoy, como ayer, la tecnología marca una línea brutal entre un desempeño bueno y un desempeño fuera de serie. El desempeño de mi amigo era extraordinario y parecía alejado de la realidad, parecía magia o fruto de alguna triquiñuela. Pero era fruto de la tecnología. Tal como nos pasa ahora con la inteligencia artificial.
La frase de Arthur C. Clarke es lapidaria: “Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Eso es lo que nos va a ocurrir con la inteligencia artificial, es lo que nos está ocurriendo.
Estamos pasando de personas que tenían que adaptarse a las herramientas, a aprender cómo funcionaban, a herramientas que se adaptan a las personas: les cuentas lo que necesitas en tu propio lenguaje y ellas te entienden.
Según algunas estimaciones, la inteligencia artificial tiene el potencial para generar un crecimiento económico equivalente a 7 trillones de dólares, que son equivalentes a un crecimiento anual de 1.5% del PIB global en el lapso de 10 años. Son cifras abrumadoras.
Está siendo un cambio tan radical que Mc- Kinsey calcula que el 50% de las empresas a nivel global están intentando aplicar este tipo de tecnología durante 2023. El porcentaje en 2024 será sensiblemente más alto.
Según un estudio de Boston Consulting Group (BCG), el 53% de los trabajadores españoles ven con buenos ojos el uso de la IA en el espacio laboral. De ellos, el 58% confiesa que ya la está utilizando en su día a día aunque no se lo diga a nadie. Y es normal. Quien empieza a trabajar con IA nota que el aumento de la productividad, en ciertas tareas no en todas, puede ser gigantesco.
Telefónica señala que la IA puede generar un aumento en la productividad europea de entre el 11 % y el 37 % hasta 2035. Centrado sobre todo en:
La inteligencia artificial presenta un cambio de paradigma. Estábamos acostumbrados a aprender a manejar una herramienta que nos iba a facilitar la vida. Teníamos que recibir una formación, revisar el manual y hasta certificarnos para poder extraer lo mejor de esa herramienta tan buena.
Con la inteligencia artificial la cosa cambia. Ella es la que aprende cómo lo hacemos nosotros y se adapta a nuestro lenguaje y nuestras expresiones. Ahora tenemos que enseñarle, a través de ejemplos. Siendo mucho más eficiente tanto ella como nosotros.
Esta eficiencia se traduce en herramientas como GitHub Copilot que realiza sugerencias de código a los desarrolladores que les facilitan y aceleran el trabajo. Según un estudio llevado a cabo por GitHub y Keystone. AI los desarrolladores aceptan el 30% de las sugerencias de código. Los desarrolladores completaron tareas un 55% más rápido. Los grandes beneficiados fueron las personas con menos experiencia, reduciendo el gap de incorporación en los equipos.
Es el momento de echar un vistazo dentro de tu compañía. ¿Se beneficia de esta ventaja en el desarrollo? ¿No lo sabes? Ese es el caso de una gran mayoría. Muchos equipos de desarrollo están integrando estas herramientas en su desarrollo, pero no lo repercuten a sus clientes, por lo que el coste final del desarrollo no varía. Otras no están incentivadas para hacerlo.
Realizar un benchmarking que nos compare con el mercado nos ayudará a saber cómo estamos. Nos ayudará a saber si estamos aplicando la IA en su gran potencial o lo estamos desaprovechando. Con un benchmarking podremos incluir exigir el uso de IA a nuestros proveedores de desarrollo para que se modernicen y eleven el nivel. Con un benchmarking podremos ver si nuestros equipos están innovando o se están quedando atrás.
La inteligencia artificial no es que haya venido para quedarse, es que ya está entre nosotros. De ti depende de aprovecharla o no.