Por ahora, la idea que prima entre analistas y gestores es que la economía mundial será capaz de evitar el "peor escenario", pues, tarde o temprano (eso sí, nadie sabe decir cuándo, quizá a partir de la segunda mitad del año…), la economía del gigante asiático logrará estabilizarse. La desaceleración está ahí, pero entra dentro de lo normal del proceso de transición en el que se encuentra el país (de manufacturas a servicios) y, además, las autoridades cuentan con las herramientas suficientes para que no se produzca el tan temido "aterrizaje forzoso".
Sin embargo, los interrogantes siguen ahí, especialmente el que plantea ¿hasta dónde llegará el impacto de esta pérdida de momentum? Y a esta incertidumbre debemos sumarle la espiral bajista en la que se encuentra inmerso el petróleo, el exceso de oferta, que no es atajado ni por la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), ni por los productores de fuera del cártel, en una cruenta batalla por la cuota de mercado, que está llevando al límite a estas mismas naciones y de su mano a las compañías del sector y a los bancos que las financian.
Sí, el crudo también debería estabilizarse, pero, al menos por el momento, el "suelo ni está, ni se le espera". Los expertos se "conforman" con respetar los 30 dólares y quizá alcanzar los 45-50 para finales de año. Mientras tanto, los inversores están cada vez más nerviosos y parece que los bancos centrales van perdiendo su impronta, ni las promesas del Banco Central Europeo (BCE), quizá por la decepción que protagonizó en diciembre, ni las sorpresas del Banco de Japón (BoJ por sus siglas en inglés), han sido capaces de iniciar una recuperación duradera en los mercados. Al tiempo que la divergencia entre las expectativas del mercado y la Reserva Federal (Fed) sobre las subidas de tipos, dos frente a cuatro para este año, aumentan las tensiones.
La "profecía autocumplida"
Finalmente, nos encontramos ante la cuestión que se plantean ya muchos, entre ellos el estratega de Citi en España, José Luis Martínez Campuzano, de que "un descenso continuado de los mercados financieros en un contexto de indefinición económica pueden al final repercutir de forma negativa en las perspectivas económicas", esto es, la idea de la "profecía autocumplida".
El cóctel perfecto para que las primeras, y cada vez mayores, voces de alarma alerten sobre la posibilidad de una recesión, que "parece que está descontando la curva de tipos, al haberse situado el diferencial de la rentabilidad del bono del Tesoro a 2 años y la del 10 años en su nivel mínimo desde 2008", destacan desde Link Securities.
Suma y sigue. Pues desde Deutsche Bank destacan que la evolución de las cuentas de resultados de las empresas del S&P 500 durante el segundo semestre de 2015 apunta "claramente a una recesión en los beneficios", y sugiere que probablemente no será hasta la segunda mitad de este año que volverá el "crecimiento sano". Datos e indicadores flaquean y es pronto tanto para apostar como para descartar la recesión, sobre todo ante la inestabilidad que aqueja a los mercados financieros. Así, cada vez más firmas se posicionan ante la posibilidad de este una recaída.
Protección "por lo que pueda pasar"
Por ejemplo, RBC calcula, empleando las valoraciones vistas durante la crisis 2008-2009, que la renta variable podría caer un 50% o más desde los niveles actuales. Y Goldman Sachs recuerda a "aquellos inversores preocupados por una recesión en 2016", que sus "estrategias basadas en sólidos balances y exposición a consumo doméstico deberían ofrecer un mejor comportamiento relativo, incluso en este caso".
Apuestan, entre otros valores, por Facebook, Google, Visa, Mastercard, Texas Instruments, Adobe Systems, Regeneron Pharmaceuticals, Cerner Corp., Biogen, GIlead Sciences, Celegene Corp., Chipotle Mexican Grill, Michael Kors, Starbucks, TripAdvisor, Dollar Tree, Monster Beverage, Keurig Green Mountain, Estee Lauder Companies, 3M, W.W. Grainger Inc, Schlumberger, Phillips 66 o Verizon.
Ahora bien, la firma explica que "seguimos creyendo que es poco probable que se produzca una recesión en Estados Unidos y que el S&P 500 alcanzará los 2.100 puntos a finales de año", lo que supone un potencial del 10% para el principal selectivo del mundo. Por eso, creen que las ventas son oportunidades de compra. Un consejo que no comparten ni Credit Suisse, ni JP Morgan, que prefieren reducir exposición a renta variable…
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