Estamos acostumbrados a disfrutar del vino como se ha hecho siempre, bebiéndolo, pero cada vez resulta más atractivo viajar al origen de todo. Es una experiencia 360: desde su recolecta, pasando por el pisado de uva y todo el proceso de elaboración y fermentación hasta su consumo final. Es parte del enoturismo, con el que cualquiera puede aprender cómo nace y crece ese vino que tanto disfrutamos en una buena comida. Cepa 21, en Castrillo de Duero, Valladolid, es una de las bodegas que acerca al amante del vino al lugar en el que todo empieza, a los pagos, a las tierras fértiles, a los viejos viñedos… Todo para sentir el vino más allá de su olor o sabor.
HACIENDO VINO
Con garullo en mano y capazo bajo el brazo, el visitante podrá vendimiar la cepa como siempre se ha hecho, además de aprender cuándo está madura la uva y lista para ser recolectada. Y esto sólo es el comienzo del viaje. Toca ahora pisar la fruta para hacer el mosto. Una forma distinta de sentir, esta vez en los pies, una sensación única más allá de la experiencia del vino en la boca. Una vez limpios y secos los pies, emprendemos un paseo visual y olfativo por toda la zona de producción y embotellado, recorriendo pasillos con grandes depósitos y llegando a una sala repleta de barriles de roble francés y americano dispuestos en una perfecta fila recta. Gran momento el de acercar la nariz a la abertura de uno de esos barriles y sentir el golpe olfativo de un buen vino.
AHORA SÍ, DEGUSTAMOS VINO
Llega la hora de degustar el vino. Una buena cata ayuda a sacarle el máximo partido a la experiencia, en la que intervienen tres factores: el color, el aroma y el sabor. Para apreciarlos necesitamos tres de nuestros sentidos. Empezamos con la vista, con la que, entre otras cosas, es posible determinar si un vino es más joven, por sus colores azulados, o más viejo, por sus tonos rojizos. Con la nariz se pueden percibir aromas primarios de frutas como el melocotón, la mora, los cítricos… Cada variedad se identifica con unos aromas concretos, a los que se suma el olor a tierra que debe tener todo vino. Las fermentaciones, la barrica y la botella generan otros aromas que deben darle la redondez adecuada. Y en cuanto al sabor, es importante enjuagar toda la boca para reconocer la armonía de un vino, percibir los taninos y, por supuesto, disfrutarlo.
VINO EN BUENA COMPAÑÍA GASTRONÓMICA
Una vez hecha la vendimia y la cata, también es importante hacer algo que gusta a todos: comer. Tener la oportunidad de degustar los vinos de una bodega con elaboraciones gastronómicas pensadas para ellos es todo un lujo. Es importante desterrar de una vez por todas que el maridaje consiste en vino blanco para el pescado y el tinto para la carne. Cada variedad, con sus distintos matices, hacen que un plato sepa de una forma u otra, como los perfumes a cada persona.
El enoturismo sigue en alza y nuestras bodegas se esfuerzan cada vez más en ofrecer momentos plagados de la calidad que caracteriza a los vinos del país. Conocerlos desde su origen, en contacto con la naturaleza y participando en su proceso de elaboración hará que a partir de ese momento, tomarlo se convierta en una experiencia hasta ahora desconocida.
LifeStyle