Xi Jinping: China entra en una nueva era

El decimonoveno congreso del Partido Comunista de China, junto al PIB, es previsible que acabe afectando positivamente a unos mercados chinos con clara tendencia alcista. Según Bloomberg, la capitalización del mercado chino puede terminar rondando los dos billones de dólares en 2019. Esto, comentan algunos analistas, puede conducirnos hacia una burbuja similar a la del verano de 2015. GRAFICO1 China El incremento del PIB, por otra parte, se sustenta ahora sobre una economía que crece menos pero de manera más sostenible. Xi Jinping, el presidente de China, señaló estas últimas horas que su país entra en una nueva era. Observando las cifras, la pregunta no es si China conseguirá completar su desarrollo económico, superando con ello a Estados Unidos. La pregunta del millón, al contrario, es cuándo va a ocurrir. El PIB chino del pasado trimestre, conocido esta mañana, aumentó un 6,8%. ¿Qué significa entrar en una nueva era? La economía china es probable que cierre 2017 con un crecimiento en torno al 6,7 – 6,9%. Lejos quedan los dobles dígitos que, conviene recordarlo, hacían de China una economía ‘descoordinada’ e ‘insostenible’. El menor crecimiento actual, por tanto, debe ser interpretado como una buena noticia. Según datos disponibles, durante los tres últimos trimestres, la oferta monetaria china apenas ha aumentado un 10%. En 2010, su tasa de incremento era superior al 30%, o lo que es igual, casi tres veces el PIB. En estos momentos, cada nuevo Yuan incorporado al sistema respalda prácticamente la misma proporción de PIB, cuando dicha relación era antes equivalente a 3:1. Esto significa, en primer lugar, que la inflación se mantiene bajo control (inferior al 2%). Y, en segundo lugar, existe menos dinero para financiar inversiones innecesarias, mediante las cuales se inflaba el PIB. Ahora se crece menos, es cierto, pero un poco mejor. Sin tantos excesos como antes. En 2010, cuando se imprimía tres veces más dinero, la producción de cemento o acero aumentaba a tasas anuales del 20%. Ello servía para seguir creando empleo, garantizando cierta estabilidad social, pero a costa de una sobreoferta insostenible. Los créditos morosos, derivados del exceso de acero o cemento, amenazaban con colapsar el sistema financiero. Y tanta producción sobrante, por otra parte, daba lugar a una contaminación insoportable en muchas grandes ciudades como Pekín. Todos estos problemas siguen estando presentes, sin duda, pero las cifras invitan a una inflexión en este sentido. Las inversiones en acero o cemento, dada la menor oferta monetaria, no crecen como antes. Las de cemento, por ejemplo, descendieron un 2,7% interanual el último mes. Este cambio de modelo se viene notando en otros muchos sectores como el inmobiliario. En 2010, las viviendas de nueva construcción crecían a un ritmo del 35%. Este año, sin embargo, apenas lo hacen un 5%. Ahora bien, si las inversiones se ven reducidas debido a una política monetaria mucho más racional ¿Qué sectores económicos pueden tomar el relevo? La primera conclusión, obviamente, es que resulta imposible sustituir un modelo por otro sin afectar al crecimiento. En comparación con 2010, el PIB es tres puntos porcentuales inferior, pero resulta evidente que su composición ha cambiado. El ritmo de crecimiento del sector servicios supera en dos puntos porcentuales al industrial. El índice de confianza del consumidor chino se mantiene en niveles máximos desde que estallara la crisis financiera internacional. Y las ventas minoristas online continuan aumentando a tasas del 35%. La política económica china actual parece estar desincentivando las inversiones masivas e improductivas en favor del consumo, si bien se siguen necesitando reformas estructurales para consolidar dicho cambio de modelo.

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