El colchón de ahorros de los hogares generado por la pandemia ya se ha disipado. De hecho, la capacidad de ahorro de las familias es inferior a la de 2019, según el informe La evolución y el destino del ahorro extraordinario acumulado por los hogares españoles desde el inicio de la pandemia, elaborado por el […]
El colchón de ahorros de los hogares generado por la pandemia ya se ha disipado. De hecho, la capacidad de ahorro de las familias es inferior a la de 2019, según el informe La evolución y el destino del ahorro extraordinario acumulado por los hogares españoles desde el inicio de la pandemia, elaborado por el Banco de España.
La tasa de ahorro de los hogares ha registrado un una evolución particular en los últimos años. En 2020, se alcanzó casi el 18% de la renta bruta disponible (RBD) por la pandemia. Al año siguiente, el ahorro se moderó hasta el 14% de la RBD y, en 2022, se situó por debajo de 2019. Es decir, el ahorro acumulado por los hogares durante la pandemia se diluyó en 2021 y, sobre todo, en 2022.
Si se compara con el entorno europeo, la tasa de ahorro de los hogares de la eurozona también descendió en 2022, hasta el 15% de la RBD pero, a diferencia de España, se mantuvo por encima de los niveles prepandemia. Sin embargo, el montante ahorrado acumulado desde el inicio de la pandemia era, a finales de 2022, similar al español, alrededor del 12% de la RBD.
Por rentas, los trabajadores con mayores ingresos fueron los menos afectados por la caída de rentas de 2020. El principal motivo es que tienen poca representación en los sectores más afectados por la crisis de la COVID-19. Ese año, según la Encuesta de Condiciones de Vida, del Instituto Nacional de Estadística (INE), la renta media del 20% de los hogares que más ganaban aumentó ligeramente en 2020, mientras que para los hogares en el quintil inferior de la distribución la renta media cayó casi un 7%. El ahorro provocado por las restricciones que se implementaron para retener la expansión del virus fue mayor en las rentas altas. De hecho, el 20% más pobre apenas pudo acumular ahorro extraordinario.
Al año siguiente, el 40% de los hogares de menor renta aumentaron su tasa de ahorro extraordinario pese al inicio del ciclo inflacionista. También en 2021, las rentas medias y, en menor medida, las más altas, vieron reducido su RBD, aunque manteniéndose por encima de los niveles de 2019.
En cuanto al destino de los ahorros extraordinarios, el 80% del acumulado entre principios de 2020 y finales de 2022 se ha destinado a la adquisición neta de activos financieros. A lo largo de este periodo, el informe también observa un aumento en la financiación de la formación bruta de capital y la amortización de préstamos hipotecarios. Por su parte, la inversión financiera extraordinaria se concentró en el año 2020 y se moderó significativamente al siguiente, mientras que en 2022 pasó a situarse por debajo de los niveles registrados en 2019.
Pese a que el sector inmobiliario se resintió al inicio de la pandemia, desde 2020 el sector ha vivido una etapa expansiva que ha durado dos años. Al principio, la liberación de la demanda embalsada (operaciones que no habían podido desarrollarse por las restricciones) impulsó la firma de hipotecas. Más adelante, otra serie de factores provocaron un dinamismo en el mercado inmobiliario no visto desde hace 15 años. Entre las razones, los reducidos tipos de interés, en mínimos históricos, los nuevos hábitos de consumo en vivienda surgidos habitacionales tras la pandemia, la recuperación de la riqueza de los hogares y la concentración del exceso de ahorro, sobre todo, en las familias de mayor renta… A finales de 2022, el endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito bancario y la subida del coste medio de los nuevos préstamos comenzaron a reducir la demanda en el mercado de la vivienda.