El modo en el que nos desplazamos está cambiando y lo hará aún más en los próximos años. Es posible incluso que antes de lo que habíamos pensado, dado el salto tecnológico que la crisis actual está propiciando en muchos ámbitos. En movilidad, la innovación tiene que ver con la transformación disruptiva del modo en […]
El modo en el que nos desplazamos está cambiando y lo hará aún más en los próximos años. Es posible incluso que antes de lo que habíamos pensado, dado el salto tecnológico que la crisis actual está propiciando en muchos ámbitos. En movilidad, la innovación tiene que ver con la transformación disruptiva del modo en el que utilizamos y suministramos energía y controlamos todos los medios de transporte. Una transformación que ya avanza y se desplaza impulsada por cuatro motores principales: conectividad, autonomía, uso compartido y electrificación.
El potencial de la implementación del 5G en ciudades de todo el mundo es ingente a la hora de transformar el transporte y las infraestructuras urbanas, creando nuevas conexiones y revolucionando las interacciones entre tecnología y personas. Esta tecnología 5G abrirá la puerta, sin duda, a aplicaciones de nueva generación como la realidad virtual y los sistemas de tráfico avanzados. Pero no es lo único que puede revolucionar el transporte urbano a nivel mundial, también la movilidad compartida (uno de cada 10 viajes será compartido) o la autonomía, ya que se estima que en cinco años habrá 2,1 millones de vehículos autónomos en EE.UU. y casi 21 millones en 2030.
Y la otra gran baza de la revolución de movilidad a la que ya asistimos tiene que ver con los coches eléctricos, cuya aceptación va a más entre los consumidores, al igual que el compromiso de los gobiernos, sobre todo de los europeos, con la transición desde los vehículos con motor de combustión interna.
La tendencia hacia una nueva movilidad, por tanto, es evidente, además de imparable y se apoya también en una incipiente regulación que fomenta el uso de energías limpias. Una tendencia que se puede aprovechar no solo como consumidor, sino también desde el punto de vista inversor, a través de fondos. La gestora americana BNY Mellon Investment Management cuenta desde hace dos años con un fondo temático de renta variable global que busca generar rendimiento a largo plazo precisamente mediante la inversión en empresas que transforman cómo usamos energía, cómo nos proveemos de ella y cómo controlamos los medios de transporte: el BNY Mellon Mobility Innovation Fund.
Invierte en empresas de múltiples sectores relacionados con la innovación en la movilidad, por lo que toca desde los temas de software e infraestructuras de datos necesarios para que sea posible la conducción autónoma, a los sistemas de asistencia al conductor, pasando por la demanda de vehículos eléctricos o la popularización de las aplicaciones de movilidad compartida.
Los retos medioambientales, los avances tecnológicos y el crecimiento de la población urbana abren un amplio abanico de empresas en las que invertir bajo el prisma de la nueva movilidad. Empresas de todo el mundo que van mucho más allá de las grandes que dominan los índices y que aparecen tras un riguroso proceso de análisis y de control del riesgo.