La tokenización de activos inmobiliarios es una tendencia en auge que ha llegado para quedarse y para democratizar la inversión en ladrilo que, tradicionalmente, requiere de un alto patrimonio para poder empezar. De ello hablamos con Carla Castelló, directora de operaciones (COO) de Reental. Muchas personas, cuando escuchan la palabra “token”, piensan en las criptomonedas. […]
La tokenización de activos inmobiliarios es una tendencia en auge que ha llegado para quedarse y para democratizar la inversión en ladrilo que, tradicionalmente, requiere de un alto patrimonio para poder empezar. De ello hablamos con Carla Castelló, directora de operaciones (COO) de Reental.
La clave está en que, cuando uno adquiere un token (o una representación digital de algo) debe saber qué es ese “algo”. En el caso de los tokens de inmuebles de Reental, estos representan los derechos económicos que generan los diferentes inmuebles, de forma que lo que un inversor está adquiriendo con ese token es un porcentaje del alquiler y la plusvalía que generan los inmuebles.
Normalmente esta tipología de tokens, se llaman security tokens, ya que se consideran productos financieros, y están regulados por una normativa diferente a la de las criptomonedas, un concepto que suena más entre la población.
Los riesgos son los intrínsecos a los que se derivan del sector inmobiliario y de la propia explotación de los inmuebles. Reental hace una estimación de la ocupación del inmueble y los ingresos a percibir mensualmente en función de la zona, mercado, histórico de precios, etc. Pero, si bien las estimaciones se hacen con números conservadores, podría haber desvíos respecto a lo estimado, tanto en sentido negativo como positivo. Y lo mismo sucede con la plusvalía estimada de venta. Una caída o revalorización de mercado por encima de lo esperado podría provocar diferencias en cuanto a los números finales.
Pero lo importante es que detrás de estas inversiones siempre hay un activo real subyacente, que es el inmueble en cuestión.
Sin duda, y de hecho es algo que venimos observando a nivel interno, y creemos quedará reflejado con datos reales en nuestro próximo informe sobre el “Perfil del inversor en inmuebles tokenizados”.
Si bien un 65% de los inversores se sitúan por debajo de los 42 años, tenemos un 35% que ya está apostando por la inversión tokenizada y que, además, tiene mayor capacidad de inversión y, por tanto, unos tickets medios superiores a los de edades más jóvenes.
Hemos de tener en cuenta que son productos novedosos y se necesita un tiempo de afianzamiento en el mercado para que exista la suficiente confianza en esta tipología de inversiones. La clave para esta evolución es que la gente entienda que los riesgos de esta tipología de inversión están en los propios riesgos del sector inmobiliario y no en los riesgos de emplear la tecnología blockchain, que lo único que hace es mejorar el proceso de inversión, haciéndolo más transparente, más líquido y más accesible.
MiCA no viene a regular los tokens que representan productos financieros (security tokens), sino los utility tokens. Ahora bien, una mayor regulación del sector en general ofrecerá mayor confianza en la tecnología blockchain y, por lo tanto, que haya una mayor adopción por el lado institucional, que se trasladará, a su vez y poco a poco, a la población en general.
Además, igual que entra en vigor MiCA, los security tokens van a estar regulados por un reglamento europeo sobre un régimen piloto de infraestructuras del mercado basadas en la tecnología de registro descentralizado (Reglamento (UE) 2022/858), en vigor desde marzo de 2023.
En realidad, el debate no entiende de tokenización sí o no, sino que hablamos de cómo se quiere regular el sector inmobiliario y la inversión en el mismo. De hecho, la tokenización representa un volumen muy pequeño en comparación a lo que mueven los grandes players, socimis, fondos de inversión, etc.