Trámites, burocracia o ratificación son palabras que inevitablemente evocan a Europa. El salto que la Unión Europea dio en julio para favorecer la recuperación de los países más golpeados por la pandemia no fue sino un primer movimiento que habría de desencadenar toda la maraña de trámites, burocracia y ratificaciones necesaria para llevarlo a cabo. […]
InternacionalDirigentes Digital
| 28 ene 2021
Trámites, burocracia o ratificación son palabras que inevitablemente evocan a Europa. El salto que la Unión Europea dio en julio para favorecer la recuperación de los países más golpeados por la pandemia no fue sino un primer movimiento que habría de desencadenar toda la maraña de trámites, burocracia y ratificaciones necesaria para llevarlo a cabo.
A pesar de que en aquel momento se llegó a un acuerdo por unanimidad, ya se han producido retrasos e intentos de influir en una decisión ya tomada, como los de Polonia y Hungría. Y es de esperar que haya algunos países que pongan más trabas, según explicó el representante de la Comisión Europea en España, Francisco Fonseca.
En un encuentro con la prensa, Fonseca advirtió de que “va a haber países frugales”, como Dinamarca, que revisarán “hasta la última coma”. En ese sentido, hay que tener en cuenta que la recuperación consta de dos requisitos principales. El primero consiste en la aprobación de los parlamentos nacionales para introducir nuevos recursos propios, entre ellos los nuevos impuestos y la emisión de deuda.
En segundo lugar, se necesita que tanto Bruselas como el resto de países, representados por el Consejo Europeo, den el visto bueno a los planes de recuperación de cada uno de los países. Sin embargo, Fonseca se inclina a pensar que las garantías que se han introducido son suficientes como para que las advertencias de los países más duros no sean más que una pose.
Así, las garantías consisten en la aprobación inicial del plan por parte del Consejo Europeo, posteriormente se revisará su cumplimiento cada seis meses y, por último, se puede llegar a congelar la distribución de fondos si no se cumple con los compromisos acordados. En opinión del portavoz de la Comisión Europea en España, el final de todo ese proceso llegará en mayo, cuando los parlamentos nacionales ratificarán las nuevas medidas y, a la vez, Bruselas y el Consejo Europeo validarán los planes de recuperación.
En cuanto a Polonia y Hungría, Fonseca se pregunta: “¿Cuál es el interés que Polonia y Hungría tienen en retrasar esto?”. Por ello, no cree que haya nadie que vaya a retrasar la puesta en marcha de los fondos europeos, y menos estos dos últimos países, que serán “de los más beneficiados”. Una vez todos los trámites se cumplan, la distribución de las ayudas será prácticamente automática, según explica Fonseca.
En lo que compete a España, “va en buen camino” para elaborar su plan, mientras que algunas de las medidas necesarias para convencer a Bruselas ya se han introducido. De ese modo, la Comisión Europea considera que “todo indica que se aprobará por grandísima mayoría”. Además, en cuanto a la gobernanza interna, que recaerá en Moncloa y se ejecutará por medio de las comunidades autónomas, Bruselas declara que “está dentro de las reglas” y que no pondrá pegas. No obstante, Fonseca avisa de que “es interés de España que funcione bien”.
Con todo, España no podrá eludir dos recomendaciones habituales de las instituciones europeas: la reforma laboral y la consolidación fiscal. Ambas resultan esenciales para que los socios europeos aprueben el traspaso de dinero. En el caso de las reglas fiscales, Fonseca recuerda que ahora están suspendidas para que los estados puedan reflotar la economía, “pero habrá que volver a la senda de consolidación fiscal de manera realista y paulatina”. En esa línea, llama a estructurar políticas fiscales que fomenten la inversión y ayuden a reducir los desequilibrios fiscales del estado español.