Antes el Gobierno alemán detectaba solamente en otros países ineficiencia, nepotismo y corrupción, pero los tiempos han cambiado y con la salida de Angela Merkel sale a la luz lo que se estaba cocinando en su propio país desde hace años. Después de escándalos muy graves como la manipulación de tipos de interés de Deutsche […]
InternacionalDirigentes Digital
| 05 sep 2022
Antes el Gobierno alemán detectaba solamente en otros países ineficiencia, nepotismo y corrupción, pero los tiempos han cambiado y con la salida de Angela Merkel sale a la luz lo que se estaba cocinando en su propio país desde hace años. Después de escándalos muy graves como la manipulación de tipos de interés de Deutsche Bank, la estafa criminal de Wirecard y las prácticas poco morales del grupo inmobiliario Adler, se concentra la mirada crítica ahora en el sector audiovisual público. Francia acaba de hacerlo, Alemania todavía lo tiene que decidir: abolir las tasas mensuales generalizadas para los hogares con el objetivo de cubrir los gastos de producción. Por el momento son alrededor de 18 euros al mes los que tiene que pagar cada hogar en Alemania, indiferentemente de si ve estos 13 programas de televisión pública. En los próximos meses habrá una limpieza dura y debates sobre reformas, y no solamente en este sector. Cada año son alrededor de 8.000 millones de euros los que ingresan las arcas públicas vía estas tasas, lo que ha llevado al sistema, según muchos expertos, a un despilfarro y un nepotismo que es sintomático para la gestión pública en Alemania en muchos ámbitos.
Este debate sobre reformar la televisión pública se inició en Gran Bretaña ya hace unos años, ha empezado ahora en Francia donde acaban de abolir la tasa mensual por hogar como la que existe en Alemania y volverá también a plantearse en España en cuanto se torne un poco más complicada la situación económica de las autonomías. En una situación de crisis in extremis, como está viviendo Alemania, sale más fácil a la luz el sobregasto. Como dicen fuentes del sector, el problema no son los contenidos que se producen en estos canales públicos sino los salarios de los altos ejecutivos, el nepotismo entre productores y los responsables de las cadenas y la mala moral de pago de las redacciones al sector privado. Parece que solamente una parte muy pequeña de la recaudación especial se invierte realmente en el contenido aunque sirve para mantener una estructura de despilfarro. El proceso de limpieza solamente ha empezado con el despido de la responsable del organismo regional de Berlín, Rundfunk Berlin-Brandenburg (RBB) después de haber detectado varias irregularidades.
El caso de Patricia Schlesinger y su entorno se vincula también a posibles irregularidades en la feria de Berlín. Se dice que su marido ha aprovechado las amistades de su mujer. Que este escándalo de nepotismo ha estallado en Berlín es, para muchos medios alemanes, también sintomático. Desde resultados electorales dudosos, hasta una fracasada política de vivienda, la política regional de la capital alemana recibe desde hace años todo tipo de críticas. Muchos berlineses, como la profesora Deike Werner, ven la ciudad cada vez más sucia e insegura. Hay mucho turismo, mucha fiesta, una escena de startups creativas y un sector fintech vibrante, pero muchos berlineses tienen, al mismo tiempo, la sensación de que su ciudad pierde valor en lugar de estar en cuanto a empleo y bienestar a nivel de ciudades como otras capitales europeas: Madrid, Londres o París. Para los muchos parados de Berlín, con un 9% de la población activa, el salario de Schlesinger debe parecer una mala broma: la RBB afirma en su web que le pagó 21.750 euros brutos al mes en 2020 como "remuneración básica". Al año siguiente, el “salario básico” de Schlesinger se incrementó ya en un 16 por ciento, a más de 25.000 euros al mes. Y ella no es la única que cobra a estos niveles en el sistema publico de medios de comunicación en Alemania.