El anuncio de que la naviera suiza MSC quiere entrar en ITA, la más pequeña y saneada versión de la aerolínea Alitalia, ha llamado la atención en el sector de los cruceros. No hay mucha liquidez ahora, algunos grupos están a punto de quebrar, pero esta empresa familiar parece decidida a que este paso le […]
Dirigentes Digital
| 27 ene 2022
El anuncio de que la naviera suiza MSC quiere entrar en ITA, la más pequeña y saneada versión de la aerolínea Alitalia, ha llamado la atención en el sector de los cruceros. No hay mucha liquidez ahora, algunos grupos están a punto de quebrar, pero esta empresa familiar parece decidida a que este paso le ayude a tener un margen mayor en la lucha futura por los pasajeros con alto poder adquisitivo. Dicen que quieren entrar en ITA junto con Lufthansa para organizar y controlar los vuelos hacia sus barcos. No obstante, hay serias dudas sobre si los cruceros seguirán en auge como antes después de la pandemia. En 2019, la industria de los cruceros generó un impacto económico de casi 6.000 millones de euros y creó más de 50.000 puestos de trabajo en España, siendo también una base importante para la rehabilitación y reparación de buques. Todo se paró en los últimos dos años. Por tanto, la casi total recuperación del sector en 2022, si tiene lugar, será una buena noticia. Pero a pesar de todo el optimismo que quiere trasmitir el sector quedan muchas dudas y deudas acumuladas. Los más afectados son los operadores de viajes, las propias agencias, gestionando cancelaciones y reembolsos, y los astilleros que están ya en crisis desde hace mucho tiempo. Cuando el virus se haya ido, queda la problemática del clima y la mala imagen que tienen los cruceros entre los activistas ecológicos. A pesar de que han cambiado algunas cosas al bordo de estas ciudades y casinos navegantes, según la Unión Alemana para la Conservación de la Naturaleza (NABU), un crucero deja una huella ecológica que es 36 veces mayor que un viaje de vacaciones en tren y tres veces mayor que un vuelo.
Hay otros que argumentan que si los turistas en un crucero visitaran todos los destinos de manera individual, el impacto negativo sería mucho mayor. De todos modos, los cambios en este sector en 2022 serán grandes y vinculados a más inversiones. En Alemania, el líder del mercado Aida, que pertenece a la compañía de cruceros más grande del mundo, Carnival, presume por ejemplo de utilizar GNL como combustible. La italiana Costa ha cambiado por completo la gestión a bordo y dice que ha reducido los residuos a un mínimo, no se tira ya casi comida y se ahorra energía y agua donde se puede, también para reducir los gastos. Sin embargo, de inmediato lo más importante del sector es la refinanciación de la deuda de los actores. TUI ha acumulado 6.000 millones de euros en los últimos años. El grupo alemán ya ha vendido muchos activos para reducir su dependencia financiera y ha anunciado que planifica recurrir a la ayuda de fondos de inversión para comprar activos como hoteles.
Los astilleros alemanes lo tienen todavía más difícil. No solamente sufren la crisis de los cruceros, sino también la competencia a bajo coste de Asia y los precios altos de todo tipo de material que se necesita para fabricar un buque crucero. Lo único que funciona ahora para esta industria son los barcos de combate o yates de gran lujo pero los márgenes no son los mismos que con los cruceros. Añadido a esto viene que muchos grupos chinos que han comprado por todo el mundo puertos y astilleros empiezan a tener problemas financieros como Genting Hongkong, propietario de MV Werften en Alemania. Este astillero construye el buque más grande del mundo que puede transportar 9500 personas y tiene parque de atracciones y un casino. Se trata de un producto hecho a medida para el mercado chino porque allí no se permite el juego en tierra firme pero sí en el mar. El barco, que cuesta 1.500 millones de euros, está actualmente completado en un 75 por ciento. Aún faltan alrededor de 600 millones de euros para terminarlo.
Aunque José Serrano, profesor de turismo de la Universidad Europea de Canarias, cree que “la recuperación será posible gracias a una demanda acumulada de los amantes de los cruceros”, está claro que este tipo de oferta no supone una forma de turismo sostenible y algunos fondos no tendrán muchas ganas de invertir en este sector que, antes de la crisis sanitaria, movía casi 11 millones de pasajeros solamente entre los puertos españoles. Algunos optimistas creen que después de la pandemia podría crecer de 30 millones de pasajeros al año en todo el mundo a casi 40 millones. No obstante, también hay cierto rechazo en algunas partes del mundo hacia este tipo de turismo. Venecia ha restringido la entrada de cruceros y también en ciudades como Barcelona o en Palma de Mallorca, donde en los últimos años el turismo de masas ha llegado a su límite, quieren disminuir las paradas de los cruceros en sus puertos. Aún así, Serrano recuerda que: “España es un destino potente dentro de la industria internacional de los cruceros, ocupando el segundo puesto en Europa.”
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“Confiamos en lograr el millón de turistas españoles al año”