Las cifras son demoledoras. El 29 de julio de 2019 se gastaron todos los recursos que el planeta tenía para este año, en España esto se produjo el 29 de mayo. El ejercicio anterior se alcanzó esta situación el 1 de agosto. Otro dato que refleja la gravedad de esta situación es que en 2010 […]
NacionalDirigentes Digital
| 04 oct 2019
Las cifras son demoledoras. El 29 de julio de 2019 se gastaron todos los recursos que el planeta tenía para este año, en España esto se produjo el 29 de mayo. El ejercicio anterior se alcanzó esta situación el 1 de agosto. Otro dato que refleja la gravedad de esta situación es que en 2010 se emitieron 14 mil millones de toneladas de C02 y en tan solo siete años – en 2017- esa cifra ascendió hasta los 32.500 millones de toneladas.
La Agenda 2030 de Naciones Unidas estableció un plan compuesto por 17 objetivos de desarrollo sostenibles (ODS) para proteger la seguridad y el bienestar de la población mundial y cuya fecha límite para cumplirlos se fijó en el año 2030. Para alcanzar estos propósitos, el compromiso del sector público, privado y la sociedad en general es fundamental.
En el seno del Congreso Iberoamericano organizado por CEAPI se puso sobre la mesa este grave panorama, el cual demanda soluciones urgentes así como la necesidad de que las empresas de todo el mundo sean sostenibles. Las compañías, como motor de desarrollo económico, deben alinear sus esfuerzos con los ODS para contribuir al cambio. Pero cuando se habla de sostenibilidad, hay que introducir un matiz diferencial y es que no basta con serlo hoy, hay que ser sostenibles en el tiempo.
¿CÓMO CONTRIBUYEN LAS EMPRESAS?
“La sostenibilidad había llegado, pero para quedarse”, así de rotunda se mostró la presidenta de ARPA, Clara Arpa. Cuando ella comprendió que el futuro, ya no solo el de las empresas, sino el de los ciudadanos pasaba por la sostenibilidad, le fue más fácil empezar a dilucidar qué pasos tenía que dar y esto se convirtió en algo más que un reto empresarial. Manifiesta que son una pequeña empresa aragonesa, no una gran corporación, lo que le lleva a señalar que todo el mundo puede hacerlo.
Proteger el medio ambiente le ha supuesto costes adicionales pero “mayor será la penalización si no cambian su forma de producir”. Han tenido que gastar una serie de recursos y tiempos en analizar cómo son sus procesos productivos y qué pueden hacer para ahorrar agua, energía, tiempo y para capacitar a su plantilla para ser más polifacéticos. “Hemos cambiado las máquinas de soldar, hemos hecho una pista de acción de paneles fotovoltaicos híbridos que, si todo va bien, en febrero o marzo del año que viene nuestra empresa será cero emisiones“.
Otro ejemplo es el Grupo Futuro. Esta empresa ecuatoriana nació ya con un propósito ambiental y su presidente, Roque Sevilla, antes de ser empresario ya estaba preocupado por esto. Desde este año, decidieron que sus turistas pagasen el coste de su huella carbono. Es decir, sus clientes pagan también por conservar la biodiversidad y reducir las emisiones de CO2. Ese dinero no entra en su organización sino que se destina a una fundación cuyos proyectos están relacionados con la conservación de los bosques y la biodiversidad.
Insiste en que ser sostenibles “tiene que ser una filosofía a largo plazo” y alerta que si la temperatura sube con el mismo consumo que se tiene actualmente, será imposible que la comunidad humana sobreviva. “Dentro de las prioridades: la rentabilidad de la empresa y la innovación en las técnicas de producción son importantes, pero estamos en un momento clave para reducir hasta 2030 en un 50% las emisiones de CO2” y añade que hay que prepararse a vivir un momento en el que hay que cambiar las fuentes de energías por las alternativas pensando en el futuro ambiental. En definitiva, es una inversión no un coste.
La colaboración de todos los actores es importante para contribuir al desarrollo sostenible y así no poner en riesgo a las generaciones futuras. Es decir, es necesario no contaminar pero también es importante no gastar más recursos de los necesarios.
Pero, ¿cómo hacer la transición hacia ese futuro sostenible? Roque Sevilla destacó la necesidad de saber qué hacer con la basura que se genera. “El plástico es el tema que más nos golpea, la contaminación de los mares es casi inmanejable y se demanda una decisión rápida”, destacó. Eliminar el plástico de un solo uso, por ejemplo en la industria electrónica o automovilística. Insiste en que “hay que desarrollar la tecnología conjuntamente con el reciclaje y si no hacemos sistemas de economía circular, será imposible“. En este sentido, el exministro de Industria, Comercio y Turismo y ONU Habitat, Joan Clos, concluyó que “la transición no será ni fácil, ni pacífica y desde el punto de vista empresarial, si las empresas no entienden de qué va el futuro, muchas desaparecerán”.