“Apostar por un sector tan transformador como el biotecnológico supone mejorar la vida de millones de personas y ayudar a resolver algunos de nuestros mayores desafíos sociales y generacionales“. Así lo expresó el presidente de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), Jordi Martí, en el informe que elaboraron en 2018. Estas palabras pronunciadas en el […]
NacionalDirigentes Digital
| 15 abr 2020
“Apostar por un sector tan transformador como el biotecnológico supone mejorar la vida de millones de personas y ayudar a resolver algunos de nuestros mayores desafíos sociales y generacionales“. Así lo expresó el presidente de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), Jordi Martí, en el informe que elaboraron en 2018. Estas palabras pronunciadas en el pasado, actualmente tienen más importancia que nunca por reflejar la crisis sin precedentes en la que ha sumido el coronavirus al planeta entero.
La carrera a contrarreloj por encontrar una vacuna, así como diferentes fármacos o tratamientos que permitan ganar la batalla al COVID-19 evidencia aún más la función que cumple este sector a escala global. De hecho, la sociedad es testigo de la movilización de varias empresas que están haciendo avances en este ámbito e, incluso, de la alianza de gigantes farmacéuticos como Sanofi y GSK que combinarán sus innovadoras tecnologías para dar con esta vacuna.
Es un momento en el que los inversores ponen la vista en la tecnología biomédica. No se trata de un comportamiento exclusivo en España sino que entre febrero y marzo, el sector se ha posicionado como la inversión más rentable del índice Nasdaq estadounidense, solo por detrás del oro. Es tiempo de invertir en tecnologías que ayuden a paliar la crisis provocada por el virus.
Teniendo en consideración la magnitud de la recesión que está por llegar, “ahora mismo ningún sector ha salido particularmente beneficiado, pero el Biotech es el que puede salir más indemne a corto plazo“, ha asegurado a DIRIGENTES el CEO de Capital Cell, Daniel Oliver. Y espera que en el largo plazo se tome nota de todo esto teniendo en cuenta que no se descarta que sea la última pandemia. “De la misma manera que los países tienen un presupuesto destinado a defensa aunque no haya guerras, me parece que la mayoría se verán obligados a aumentar esta asignación en sanidad y en tecnología sanitaria”, comentó.
En los albores de esta crisis, cuando el coronavirus no había traspasado prácticamente las fronteras asiáticas, la paralización de la fábrica del mundo ya reflejó las debilidades globales y mostró la necesidad de descentralizar la producción y a no concentrar todos los esfuerzos en el territorio chino, poniendo en jaque a la industria mundial. Ahora, este problema queda más patente todavía cuando hay peleas por las mascarillas y los respiradores. A este respecto, Oliver indicó que hechos como estos “probablemente empujarán a pensar que todos los países tienen que ser autosuficientes y a tener un nivel tecnológico suficiente para hacer esto solos, sin depender de fábricas que están a 20.000 kilómetros”.
De hecho, esta plataforma de crowdfunding dedicada a la inversión en empresas del sector sanitario, Capital Cell, ha conseguido lanzar y cerrar con éxito una ronda de inversión de casi 600.000 euros durante el confinamiento y en los tres primeros meses del 2020 movió cuatro millones de euros de inversión para cuatro empresas. Su CEO relata a este medio que han notado una desaceleración en general pero lo que sí han visto es que se ha despertado el interés por invertir en proyectos relacionados con el COVID-19, de personas que quieren asegurarse de que “invierten en algo que va a conseguir ayudar al mundo”, comentó. Desde la plataforma se han focalizado en proyectos que tengan un “impacto real sostenible e inmediato” y no tanto a analizar factores a largo plazo. En los próximos meses van a “coliderar una iniciativa de selección de proyectos con una de las principales redes de business angels de España y así apuntar hacia los mejores”.
Toda crisis también trae oportunidades y una de las dudas que se plantean es si también cambiará el peso del sector biotecnológico en la economía. Cabe destacar que el impacto que generaron las empresas biotecnológicas en 2018 fue de un 0,7% del PIB, con un total de más de 7.000 millones de euros, generaron más de 92 mil empleos y más de 2.500 millones para las arcas públicas, según las cifras del informe de AseBio.
Daniel Oliver se muestra positivo en torno a la idea de si va a aumentar este peso, pero al mismo tiempo recuerda que algunas regiones españolas como Cataluña tienen un 20% de su economía dependiente del turismo, con los efectos que está teniendo la pandemia sobre este sector. “España tiene tendencia a depender de la inversión en ladrillo y en turismo, de la inversión fácil, de la especulación a corto plazo y del dólar fácil, pero frágil”. Asimismo habla de la resistencia y los problemas del país para modificar el modelo productivo y enfocarse a las parcelas económicas que tienen futuro: la sostenibilidad, la tecnología, tener industrias de valor añadido. En definitiva, esta crisis debería forzar la economía a reenfocarse hacia otros sectores.
Comenta que en este país se produce el 3% de la ciencia mundial y esta crisis podría convertir a España en uno de los principales motores de la innovación Biotech en el mundo. “Seríamos un país de muy pocas miras si no aprovechamos esta oportunidad para reforzar el sector científico”.