Las restricciones impuestas a la movilidad como consecuencia de la propagación de la COVID-19 a nivel global hunden la actividad del sector turístico y, con ello, su peso en la economía española. Según datos de la Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur), la aportación de esta industria al PIB se ha situado en el 4,3% […]
NacionalDirigentes Digital
| 20 ene 2021
Las restricciones impuestas a la movilidad como consecuencia de la propagación de la COVID-19 a nivel global hunden la actividad del sector turístico y, con ello, su peso en la economía española. Según datos de la Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur), la aportación de esta industria al PIB se ha situado en el 4,3% en 2020, el valor más bajo desde que se tienen registros. La cifra representa ocho puntos menos con respecto al año anterior, cuando se situó en el 12,4%.
Con todo ello, el desplome de la actividad turística directa e indirecta se cuantifica en unos 106.000 millones de euros, con un descenso cercano al 69% en un ejercicio sin precedentes que hace retroceder al sector a niveles de hace 25 años. Las compañías que operan en este mercado no confían en alcanzar niveles pre-COVID hasta el segundo semestre de 2022, como mínimo. Sin duda alguna, las empresas turísticas son las que más acusan los efectos de la pandemia, con retrocesos que llegan al 80% en las ventas registradas en las agencias de viajes. También son significativos las bajadas registradas en el segmento del ocio (-71,1%), hoteles (-66,6%), líneas aéreas (-65,5%) o el alquiler de coches (-50,3%), “sin que ningún subsector pueda almacenar servicios no vendidos, mientras que otros grandes sectores apenas bajan del 20%”, lamentan desde el lobby turístico.
Esta tendencia también queda reflejada en el mercado laboral, con cerca de 728.000 trabajadores afectados a cierre de diciembre. De ellos, alrededor de 435.000 se encuentran de manera provisional inmersos en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), mientras que el resto han sido despedidos o no han llegado a ser contratados. Dicho de otro modo, el 85% de la caída interanual de afiliados al sistema de Seguridad Social y el 56% de las personas en suspensión de empleo proceden de esta rama.
Frente a esta situación, la industria tacha de “insuficientes” las iniciativas impulsadas por parte del Gobierno para mitigar el impacto, con una valoración de 4,2% sobre diez. Con todo ello, la calificación es más alta que la otorgada por los autónomos al Ejecutivo. Más allá de los préstamos ICO y los ERTE, los dirigentes del turismo echan en falta actuaciones de apoyo específicas y directas a fondo perdido, tal y como se ha hecho en otros países europeos, especialmente, ante el rebrote de la segunda y tercera ola de contagios. Así, además de acelerar el ritmo de vacunación al máximo y prolongar los ERTE hasta diciembre de 2021, piden un plan de ayudas directas a fondo perdido dotado con 5.316 millones de euros a seis meses, basado en la cobertura de gastos operativos no ajustables a la caída de ingresos, que les garantice sobrevivir al bache.
“El sector turístico acumulará al acabar el primer semestre del año 15 meses de continuos descensos de facturación superiores al 70%, que tan solo se han cubierto provisionalmente con la ayuda y compensación de algunos costes a la Seguridad Social y el acceso a una financiación preferente (…). Medidas de carácter general y en su momento acertadas, pensando que los efectos de la pandemia iban a tener una corta duración. Se trata de premisas temporales aún erróneas para el turismo y, en el caso de los préstamos, con la remora que, a pesar de prorrogarse sus plazos de carencia y devolución, devienen en unas cargas financieras cada día más inasumibles para el futuro”, advierten.
De cara a este 2021, la organización anticipa un ejercicio de “extrema volatilidad e incertidumbre”, sujeto a factores como el ritmo y eficacia de las vacunas, la implementación de normativas internacionales homogéneas de control sanitario, movilidad y apertura de fronteras, además de la capacidad de supervivencia empresarial y la situación económica de familias y empresas para poder viajar. Así, desde Exceltur anticipan que no será hasta abril cuando la actividad comience a recuperarse de manera paulatina, con un verano “sustancialmente mejor” que el de 2020, tanto por parte de la demanda nacional como extranjera.