En mayo del 2021 aparecía publicada en el Boletín Oficial del Estado la nueva ley del Gobierno a favor del cambio Climático y Transición Energético. En el escrito quedaban estipuladas las bases para que, en un periodo de tiempo de doce meses, el conjunto de empresas españolas calculase y dieran constancia públicamente de su huella […]
PYMESDirigentes Digital
| 12 may 2022
En mayo del 2021 aparecía publicada en el Boletín Oficial del Estado la nueva ley del Gobierno a favor del cambio Climático y Transición Energético. En el escrito quedaban estipuladas las bases para que, en un periodo de tiempo de doce meses, el conjunto de empresas españolas calculase y dieran constancia públicamente de su huella de carbono.
El porcentaje que alcanzan los pequeños y medianos negocios a nivel mundial supera el 90%. Calcular su huella de carbono es esencial para disminuir el impacto del CO2 en el Planeta y cumplir así con los objetivos marcados para el 2050 en cuanto a la neutralidad de carbono.
Para poder aportar unos valores unificados y coherentes por parte de las empresas, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, más conocida como la organización Miteco, publicó Huella de carbono en una organización donde aparecían los varemos necesarios para dicha medición. En la guía se concluía que, la huella de carbono de una entidad empresarial, es el resultado de los gases de efecto invernadero, ya sea directa o indirectamente, por la actividad de dicha organización.
Se considera que las empresas producen hasta tres tipos de emisiones de dióxido de carbono diferentes. El consumo de combustible, independientemente que proceda de vehículos o edificios, es el considerado como emisión directa. El segundo modelo, es el que afecta indirectamente a la capa de ozono a través del consumo de electricidad y el tercer tipo considerado, es el que hace referencia a los servicios subcontratados, los viajes que la actividad requiera, las compras de materiales y productos, etc.
Ante estos varemos, algunas empresas nacionales e internacionales han puesto en marcha su propia calculadora de huella de carbono a raíz de los datos emitidos por sus propias facturas de electricidad o agua. Otras, incluso asesoran a otras empresas para que aprendan a calcular sus emisiones de CO2 con el fin de identificar los puntos más perjudiciales y poner remedio.
El mejor ejemplo se obtiene del gigante tecnológico Google. La compañía ha desarrollado una aplicación junto a Normativ que ya ha superado las mil pymes inscritas. Un proyecto que ayuda a diferentes sectores a ser conscientes y combatir sus emisiones de dióxido de carbono. Y es que, aunque se traten de empresas de mayor tamaño, estas suelen subcontratar a pymes y el ciclo de altas emisiones de CO2 no termina jamás.
Hay que dejar atrás la concepción de que, si una empresa lucha a favor del medio ambiente, abandona el rumbo de su objetivo. Se debe apostar porque las cadenas de producción sean más eficientes para que las empresas, de cualquier tamaño, optimicen su actividad para que sean más rentables y a la vez, menos contaminantes.
Contratar energías verdes que eliminen por completo el consumo eléctrico o consumir insumos locales que reduzcan las emisiones de transporte, para algunos expertos, sería el camino a seguir. Sin embargo, otros afirman que se deben estipular unos estándares oficiales verificados que estipulen las medidas a seguir como, por ejemplo, para comprar créditos a la tonelada de carbono.
Las pequeñas y medianas empresas tienen un compromiso para con el medio ambiente. Su huella de carbono es demasiado notable y su reducción aún no es su prioridad. Por suerte, se está notando una creciente respuesta por parte de las pymes que se ven responsables de las emisiones de dióxido de carbono y se están alzando para disminuirla.
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