El coste del transporte, los confinamientos y el aumento de las tensiones geopolíticas están provocando la vuelta de muchas líneas de producción a Europa. Es un fenómeno que empezó a notarse previo a la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, pero que se ha acelerado a raíz de esta. Los problemas iniciales para […]
NacionalDirigentes Digital
| 03 jun 2022
El coste del transporte, los confinamientos y el aumento de las tensiones geopolíticas están provocando la vuelta de muchas líneas de producción a Europa. Es un fenómeno que empezó a notarse previo a la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, pero que se ha acelerado a raíz de esta. Los problemas iniciales para el abastecimiento de mascarillas y respiradores, y las propias vacunas un año después, han mostrado los pros de mantener las fábricas cerca de nuestro continente.
“Muchas empresas están empezando a abrir nuevas líneas de producción en Europa del Este, Marruecos, incluso en España. Se va a acentuar en los próximos años un proceso de relocalización de mucha producción a Europa”, pronostica Octavio Barceló, partner en Expense Reduction Analysts. Considera que es el momento de volver: “Las empresas tienen que empezar a hacer una estrategia de relocalización. La pandemia nos ha hecho abrir los ojos: este modelo productivo a larga distancia no funciona del todo bien”.
Todavía en abril se estimaba que había 356,5 millones de chinos -el 25,3% de la población y el 38,4% del PIB nacional- confinados, lo que ha obligado a ralentizar la producción, prolongando la crisis en la cadena de suministro. “El nivel de vida y los costes en China han aumentado, así como la demanda en el país. Probablemente, en contextos de escasa oferta, se abastezca antes a empresas chinas que a europeas”, pronostica Barceló. El precio del contenedor se ha multiplicado por siete en dos años “sin garantías de que te lo traigan”. “China ha dejado de ser un proveedor fiable y barato (…) en productos de bajo valor añadido, acaba saliendo más caro el transporte que el producto en sí”, sentencia el analista.
Los problemas de abastecimiento tienen consecuencias sobre el conjunto de la economía, afectando de manera concatenada a diversos sectores, entre los que destaca el impacto sufrido por el sector del automóvil. Los confinamientos de 2020 y 2021 para hacer frente al virus provocaron una disminución de la oferta, mientras que la implantación del teletrabajo en todo el mundo disparó la demanda de componentes electrónicos. Así, dos años después la industria del automóvil se ve incapaz de abastecerse de microchips y materiales semiconductores -China acapara el 80% de la producción- y la industria está experimentando, por un lado, retrasos de meses en la entrega de vehículos y, por otro, parones en las fábricas, ya que estas que no tienen material para trabajar.
Como consecuencia, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anunció el Chip Act en septiembre, legislación que busca prevenir la dependencia de Europa consiguiendo copar el 20% del mercado antes de 2030, lo que supondría doblar la cuota de mercado europeo actual. Una medida que refuerza la idea de que la relocalización es un fenómeno que ha venido para quedarse.
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