Desde el pasado mes de abril 17 expertos del ramo preparaban el Libro Blanco para la Reforma Fiscal, un compendio de cambios en la actual estructura fiscal española. Estas modificaciones en el modelo impositivo español son requeridas por Bruselas para la primera parte de 2023. Mientras, los expertos tenían fecha límite en sus trabajos para […]
NacionalDirigentes Digital
| 27 ene 2022
Desde el pasado mes de abril 17 expertos del ramo preparaban el Libro Blanco para la Reforma Fiscal, un compendio de cambios en la actual estructura fiscal española. Estas modificaciones en el modelo impositivo español son requeridas por Bruselas para la primera parte de 2023. Mientras, los expertos tenían fecha límite en sus trabajos para el próximo 28 de febrero.
La idea inicial era que ya a finales de este mes de enero se hiciera llegar al Gobierno el borrador para que Hacienda pudiera estudiarlo e incorporar las medidas que considere en esa reforma que debe llevar ante las instituciones comunitarias.
Ahora trasciende que entre las posibilidades sobre la mesa se encuentra un gravamen de nueva creación sobre los billetes de avión, la fiscalidad de las criptomonedas, el establecimiento de un obligatorio y común Impuesto sobre el Patrimonio y también elevar la más que alta fiscalidad sobre el transporte con un impuesto añadido sobre la gasolina, en la que ya de cada litro que pagamos, un 50% corresponde al pago de los impuestos.
Con diez meses por delante, los expertos impositivos han estado estudiando todas las posibilidades de la actual presión fiscal española con el requerimiento del Gobierno de centrarse en dos premisas.
Por un lado, la economía digital y por el otro, la transición ecológica. Los expertos solo esperan trasladar sus recomendaciones y no subidas de impuestos concretas, porque recordemos, se trata de consejos, ya que, el gobierno tiene la última palabra para configurar la que será la nueva Reforma Fiscal española.
Sin embargo, en ese grupo ha habido divergencias importantes que al final se ha saldado con la salida, por unos u otros motivos, de dos catedráticos de Hacienda Pública, de Oviedo y el País Vasco, Carlos Monasterio e Ignacio Zubiri, respectivamente, que no han querido hacer públicas sus razones, aunque el primero remitió sus argumentos al Ministerio de Hacienda, aunque no han trascendido.
En el fondo, según algunos medios, pueden encontrarse diferencias de fondo sobre el establecimiento de la competencia fiscal entre las Comunidades Autónomas que el Gobierno quiere restringir. E incluso la puesta en marcha anticipada de algunas medidas desde Moncloa, incluso en los actuales presupuestos para este 2022, que dejan atrás los trabajos realizados.
Lo último que ha trascendido es la intención de cambiar la fiscalidad medioambiental, una de las premisas requeridas por el gobierno al constituir este grupo. Y con ellas la creación de nuevas medidas impositivas que gravarán el transporte.
Un asunto muy controvertido que ya había llevado a Moncloa a incluir, para después retirar, un impuesto al diésel que principalmente se ha revertido en los últimos años, pero que sigue teniendo en mente a largo plazo, ante la idea de la transición ecológica. Ya en estos momentos la mitad de lo que pagamos en carburante se va en impuestos.
Ahora las propuestas podrían ir mucho más allá, incluso, hasta gravar la gasolina. Sobre todo, aducen, para armonizar su fiscalidad, o al menos acercarse, a la que pagan los grandes socios comunitarios, caso de Alemania Francia e incluso Italia. Y los impuestos sobre ese carburante ya son, en España, superiores a los del diésel.
Pero hay más posibilidades encima de la mesa para elevar la fiscalidad del transporte. Por ejemplo, que se estableciera un tributo personalizado sobre cada conductor con sus especificidades sobre el tipo de conducción, de vehículo y otros.
A esto hay que unir otras materias en las que están trabajando y que deben concretarse, como un gravamen sobre los billetes de avión o incluso un impuesto sobre el Patrimonio que sea de obligado cumplimiento por todas las CCAA.
Tampoco podemos olvidar que parte de esos trabajos se dirigen, como gran novedad, al mundo de las criptodivisas, todavía con la fiscalidad en ciernes, para sentar la eficiencia de todo lo que les concierne, desde la compraventa a los token no fungibles.
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