Una región donde 209 millones de sus 650 millones de habitantes viven con lo mínimo, con un aumento de 22 millones de pobres a finales de 2020 respecto a 2019 y un total de 78 millones en la pobreza extrema hoy. Sumemos a ello más de un millón y medio de muertes por COVID, alrededor […]
InternacionalDirigentes Digital
| 23 dic 2021
Una región donde 209 millones de sus 650 millones de habitantes viven con lo mínimo, con un aumento de 22 millones de pobres a finales de 2020 respecto a 2019 y un total de 78 millones en la pobreza extrema hoy. Sumemos a ello más de un millón y medio de muertes por COVID, alrededor del 44% de la población totalmente inmunizada, con grandes distancias entre el 0,58% de Haití y el 83,26% de Chile y una aceleración económica que se ha detenido.
Esos son los datos más recientes -y contrastantes- de la Cepal y las autoridades sanitarias, respectivamente, para hacer la fotografía de Latam en 2021, año en el que a la notoria recuperación del primer trimestre (el 6% de media respecto a las seis economías más importantes: Brasil, México, Colombia, Chile, Perú y Argentina) le siguió una progresiva desaceleración debido al repunte de la COVID. Además, la región viene de una caída del -7,0% de su PIB en 2020.
Ahora, los 46 países de la región llegan a 2022 con la expectativa de una recuperación económica que, sin embargo, no sólo no llegará a situarlos de nuevo en el nivel prepandemia sino que, inclusive, no pasará de la mitad de lo alcanzado en 2021, si se cumplen los cálculos de organismos y analistas privados. Es decir, ¿crecimiento? No precisamente.
El FMI, por ejemplo, estimó (en octubre) que el PIB de toda la región habrá avanzado este año el 6,3%, porcentaje que permite hablar de una recuperación respecto a la caída del 7,0% en 2019, aunque es insuficiente para esperar un crecimiento en 2022, cuando calcula que se ubicará en el 3%.
Entre las agencias de riesgo, S&P Global -tras señalar la baja inversión, entre otros motivos de su perspectiva- mantiene su previsión de que el PIB latinoamericano posterior a la pandemia presentará un crecimiento promedio del 2% al 3%, “aproximadamente la mitad de lo que crecen otros mercados emergentes importantes”.
Así, para comenzar de cero en un hipotético escenario sin pandemia, sería necesario que todos estos países produzcan el año que viene más del doble de lo que está previsto e inviertan por lo menos el 5% cuando históricamente no pasan del 1%, afirma S&P. Si existen “milagros económicos” en la historia regional, ninguno ha ocurrido en tal plazo.
Lo que sí ha habido -y mucho- son vaivenes políticos, algo que está ocurriendo nuevamente en estos últimos meses con una serie de elecciones legislativas y presidenciales que terminan por delinear un nuevo mapa de poder, especialmente en Sudamérica.
Líderes como Bolsonaro en Brasil, Kast en Chile, Lacalle en Uruguay, Lasso en Ecuador y Abdo en Paraguay constituyen una nueva derecha a la que se contraponen nombres de la vieja izquierda como Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Castillo en Perú y Fernández en Argentina, todos vinculados con proyectos más o menos autoritarios, populistas y estatizantes.
Estas olas (azul y roja, en sus colores ideológicos respectivos) no terminan de formar una marea. Por el momento, van abriéndose camino en medio de la insatisfacción popular con gobiernos que, sin importar su orientación, han sucumbido todos por igual al poder corrosivo que el virus tuvo en la vida colectiva.
Mientras tanto, continúa la adecuación general de las estructuras productivas y de servicios a las nuevas exigencias de sostenibilidad ambiental, en una realidad cuya fragilidad, agitación y no linealidad persisten conforme surgen indicios de más mutaciones virales y la necesidad de más vacunas, además de eventuales desbordamientos sociales.
Claro que el cuadro sanitario, si bien bastante heterogéneo, está mucho más controlado que un año atrás y ello ha permitido, gracias a una alta adhesión a las vacunas, que se consoliden modelos mixtos de trabajo, consumo y gestión -para hablar del ámbito corporativo y de educación, entretenimiento y cultura -para hablar de la sociabilidad en general.
Esta transición de modelos es la base para las diversas proyecciones que intentan responder a las cuestiones sobre el crecimiento. “Si bien aún se desconocen los efectos a largo plazo de la pandemia, es probable que los países de ingresos bajos sufran los impactos más graves, con una pérdida proyectada del 14 % del capital humano total”, señala el Banco Mundial en su informe “La riqueza cambiante de las naciones 2021”.
El FMI, en tanto, apunta que, si bien el nivel alto de los precios de las materias primas y la demanda reprimida apuntalan el crecimiento a corto plazo, “la expansión económica a mediano plazo no retornará a las tendencias previas a la pandemia”. Moody’s, en cambio, visualiza un 2022 en el que América Latina “se encamina hacia una fase de expansión económica después de un fuerte repunte del crecimiento en 2021”.
Un poco más cerca de las personas reales, la generación de empleo es la primera prioridad de los latinoamericanos, según la encuesta que publicó en septiembre la consultora IPSOS con las respuestas de 380 líderes de opinión de 14 países sobre los mayores desafíos para todo 2022. En segundo lugar fue mencionada la recuperación de la economía (77%) y luego la lucha contra la pandemia (63%) y la vacunación de los ciudadanos (57%).
Los países con mejores perspectivas económicas de recuperación, según ese informe, son Chile y Uruguay, seguidos de Panamá y Colombia. En la mayoría de los casos, además, se prevé un plazo de dos a tres años, excepto en Argentina, Cuba y Venezuela, donde el panorama es más pesimista.
Después de que los pronósticos que se habían hecho para 2020 se pulverizaran con la llegada del SARS-CoV-2 y tras sumarizar las proyecciones que se hicieron para este 2021 (que tampoco se cumplieron cabalmente), responder a la pregunta sobre el crecimiento de 2022 aún no será tan simple como lo era antes de la pandemia.
Pero lo que sí puede señalarse son las tendencias que vienen consolidándose en los diversos ámbitos y eso es lo que ha intentado presentar este artículo con los datos reunidos hasta aquí. En suma, Latam ingresa en el nuevo año con desafíos sociales más amplios, mientras la estructura de su economía se adapta al nuevo paradigma digital y los gobiernos ensayan programas de reconstrucción, adaptando sus modelos productivos y energéticos a las buenas prácticas ambientales.
En suma, los escenarios siguen siendo vulnerables, aunque en un grado menor, a la acción del virus. Eso, ya de por sí, es un motivo para celebrar.
“El default está a la vuelta de la esquina”, opinó, a finales de noviembre, el economista argentino Roberto Cachanovski en una entrevista con el canal local LN+. Se refería al acuerdo que su país no termina de cerrar con el FMI por la deuda externa, irresolución que complica el financiamiento no sólo de la economía real sino también de los programas populistas del gobierno de Alberto Fernández tras la derrota electoral que sufrió en las legislativas del mes pasado. Con una inflación superior al 50% y la pobreza sobre el 40%, el país sudamericano es, junto con Venezuela, el caso más extremo de indicadores económicos negativos a los que la pandemia ha hundido más que otros menos vulnerables.
La inflación, con todo, es un nubarrón que se cierne sobre toda la región, donde -conjugada con la pobreza y la recesión- complica toda previsión positiva que se pueda formular.
En el ámbito laboral, las modalidades remota e híbrida se han consagrado como complemento de lo que era exclusivamente presencial hasta antes de la pandemia. Con ello, quienes han conservado su empleo transitan por un ambiente laboral inestable, adaptándose gradualmente a las condiciones que ha traído la pandemia a la producción, gestión y comunicación, entre otros aspectos de los nuevos tiempos. “Las empresas están adoptando este modelo (híbrido-remoto-presencial) convencidas de que es una decisión que atiende a las necesidades de todos, pero no es así”, apunta Maíra Blassi, especialista en metodologías ágiles que asesora en transformación organizacional a empresas de diverso tamaño desde su consultora Subversiva.
“En 2021, comenzó a haber conflictos entre trabajadores y empresas por falta de estructura, prácticas y acuerdos de trabajo. Todo ello genera mucha inseguridad y fallas en la comunicación, lo que termina afectando directamente a la productividad y seguridad psicológica de las personas”, le respondió a DIRIGENTES por email. “Cada empresa deberá descubrir su mejor modo de operar, no sirve copiar a la empresa de al lado. Cada una deberá mapear sus tensiones y experimentar por sí misma para enfrentar los desafíos que vienen”, agregó. Consultada sobre su previsión para 2022, dijo que los conflictos aumentarán, cerrando con una sugestiva evaluación: “Las empresas que no escuchen a sus colaboradores van a salir perdiendo”.
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