El cada vez más incierto futuro del mundo rural ha desembocado en una multitudinaria manifestación por el centro de Madrid como protesta ante la subida en los costes de producción. Unas 150.000 personas, según la Delegación del Gobierno, han tomado las calles de la capital en una de las mayores movilizaciones que se recuerda de […]
NacionalDirigentes Digital
| 21 mar 2022
El cada vez más incierto futuro del mundo rural ha desembocado en una multitudinaria manifestación por el centro de Madrid como protesta ante la subida en los costes de producción. Unas 150.000 personas, según la Delegación del Gobierno, han tomado las calles de la capital en una de las mayores movilizaciones que se recuerda de las últimas décadas bajo el lema “Juntos por el Campo”.
Manifestantes del sector rural acompañados de un centenar de tractores, carruajes y animales como perros de caza, burros o caballos, se dieron cita en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para reivindicar, de manera pacífica pero firme, demandas históricas aún sin resolver, del mundo de la ganadería y la agricultura. A las múltiples asociaciones se sumaron reconocidas caras de la tauromaquia, además de cazadores y hasta políticos de la oposición, todos ellos con el mismo fin: exigir medidas para terminar con la ruina del campo español, respetando las costumbres y tradiciones de los sectores que dependen de ellos.
Una grave y preocupante situación en la que se encuentran miles de personas dedicadas a la producción de estas materias primas y que, sin embargo, se encuentran más desamparados que nunca a pesar de ser una situación que lleva alargándose demasiado tiempo. La invasión de Ucrania, no ha hecho más que añadir “leña al fuego” y ha empeorado la situación, especialmente, en lo que atañe al incremento del combustible o de los fertilizantes. Más aún si se tiene en cuenta que para la producción de estos, no se necesita esta materia prima.
No importa a qué organización agropecuaria pertenecieran, el pasado domingo todos alzaban la voz en contra la inasumible situación en la que se encuentra el sector primario. Madrid cerraba de este modo, y solo por el momento, una cadena de manifestaciones que se han dado en todo el territorio español.
Tan solo en los costes de producción, en tan solo un año se han aumentado un 35%. Hace una década apenas alcanzaban el 40% y hoy en día, supera el 60%: más del 50% en piensos, un 100% en fertilizantes y hasta el 200% más en energía. Una situación que pone en jaque a las explotaciones ganaderas, obligándolas en la mayoría de los casos, a cerrar.
Si a ello se le equipararan unos precios justos, desde el origen, por los productos a comercializar, la situación no sería tan grave. No obstante, la falta de controles y el desequilibrio entre las industrias y los agricultores y ganaderos, hace insostenible este proceso. Es por ello, que el sector exige al Gobierno ser ellos mismos quiénes establezcan los precios de coste, semanalmente, para evitar que productos perecederos permanezcan más tiempo del necesario en sus instalaciones o granjas.
En cuanto a la distribución y el comercio exterior, el sector primario rechaza las políticas acordadas con otros países, además de las estrategias de ventas con productos agrarios. Las importaciones son más baratas que el precio en origen, además de no exigirse las mismas medidas para los procesos del bienestar animal o el uso de abonos.
Otro de los grandes reclamos es un nuevo plan estratégico para la Política Agrícola Común (PAC), de tal manera que no suponga solo pérdidas para la España rural, con todo lo que ello implica: mayor coste y menor rentabilidad.
La reforma laboral no podía faltar en este llamamiento al Ejecutivo. Los trabajadores agropecuarios exigen que se les contemple de la misma manera que al resto de gremios, en lo que se tenga en cuenta la estacionalidad y temporalidad, aspectos esenciales en los sectores rurales.
La fiscalidad es otros de los aspectos que se exige revisar. Los ganaderos y agricultores piden la bonificación de gasóleo, plásticos y fertilizantes; un 35% para el combustible y un 15% para el segundo grupo. Aunque desde Moncloa ya se acordó una reducción de estos materiales, el 20% es insuficiente para un sector tan perjudicado directamente por la sequía como este. Además, reclaman que se negocie un acuerdo que beneficie a todos los departamentos por igual, como sucedía anteriormente.
Por supuesto, los regadíos es un aspecto estrechamente ligado al mundo rural, por lo que se exige una modernización del plan hidrológico actual que se traduzca en una mejora en la eficiencia, ahorro de agua y una reducción de su coste.