España no es solo el país OCDE en el que más creció la presión fiscal en 2020, con cifras récord nunca vistas desde que hay registros del organismo multilateral para nuestro país. También, en el ámbito corporativo, se refleja que la fiscalidad empresarial es mucho más dura, un 31% más en concreto, que en el […]
NacionalDirigentes Digital
| 21 dic 2021
España no es solo el país OCDE en el que más creció la presión fiscal en 2020, con cifras récord nunca vistas desde que hay registros del organismo multilateral para nuestro país. También, en el ámbito corporativo, se refleja que la fiscalidad empresarial es mucho más dura, un 31% más en concreto, que en el resto de las compañías europeas.
Aquí se tienen en cuenta factores, como ha señalado el Instituto de Estudios Económicos que ha revelado el informe de la Tax Foundation de Estados Unidos, como la imposición y las cotizaciones sociales de una empresa frente a un PIB neto de economía sumergida. España tiene la sexta mayor presión fiscal de entre los países analizados, ya que, entre nuestros grandes socios, únicamente nos superan Francia e Italia.
Si desglosamos la presión fiscal por impuestos, nos encontramos con que en el caso de la imposición patrimonial el incremento frente al resto es del 40,8% dentro de nuestras fronteras, y supera en un 38% las cifras de la media comunitaria. Después se encuentra la relativa al Impuesto de sociedades, que aumenta frente a la Unión Europea un 27,2% y supera en más de un 22% a la media de los integrantes de la OCDE, de los países más industrializados.
La media general de estos impuestos coloca la presión fiscal normativa global en un 12% por encima de la UE lo que la ejemplifica, como señala el IEE, que somos uno de los países desarrollados con mayor carga impositiva. De lo que se deduce en el documento, es que un aumento tal y como se está produciendo de los impuestos, prolongaría la actual crisis pandémica que atraviesan las empresas y ralentizaría la vuelta al crecimiento.
Pero también con efectos en la economía en general, como el mantenimiento y reducción de la deuda pública, cada vez más desatada por el endeudamiento del Estado, las comunidades autónomas y las corporaciones locales por el impacto negativo al que nos vemos sometidos por la pandemia.
Nuestro país se coloca como uno de los peores en términos de competitividad fiscal entre los países desarrollados. Ocupamos el puesto 30 de 37 al cierre del informe y en este año 2021 hemos retrocedido cuatro puestos en el ranking de competitividad fiscal de la Tax Foundation.
En el caso concreto del Impuesto de Sociedades, la situación comparativa de España es incluso peor: el pasado año nuestro país ocupaba en el ranking el puesto 28 de los 37 contabilizados. En este ejercicio hemos perdido cuatro puestos hasta colocarnos en el 32, a la cola de los analizados.
El IEE destaca que, si tomamos los datos del Indicador de Esfuerzo Fiscal, España realiza un esfuerzo fiscal que es un 8,1% superior al de la Unión Europea, también considerado como bastante elevado en el contexto internacional, de forma que solo Italia presenta un esfuerzo fiscal superior al de nuestro país.
España es, entre los países analizados donde el IRPF es más progresivo, el noveno de un total de 22. El informe nos indica, que en lo relativo al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas su efecto conjunto con las cotizaciones a la Seguridad Social (la denominada cuña fiscal) es del 39,3% en 2020, lo cual significa que el salario neto que finalmente recibe el empleado constituye el 60,7% del coste laboral total. En relación con la cuña fiscal, España se sitúa claramente por encima de la media de la OCDE, donde ese peso es del 34,6%.
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