La estabilidad política viene amenazando a las empresas y los negocios desde 2015, fecha en que las nuevas fuerzas fragmentaron el espectro y dejaron un panorama difícil de gobernar. Desde entonces se han sucedido cuatro elecciones en cuatro años, con la doble repetición que se produjo en 2015 y, de nuevo en este 2019. Se […]
NacionalDirigentes Digital
| 16 dic 2019
La estabilidad política viene amenazando a las empresas y los negocios desde 2015, fecha en que las nuevas fuerzas fragmentaron el espectro y dejaron un panorama difícil de gobernar. Desde entonces se han sucedido cuatro elecciones en cuatro años, con la doble repetición que se produjo en 2015 y, de nuevo en este 2019.
Se trata de un asunto que preocupa a las empresas y también a los reguladores. No solo porque los distintos gobiernos han carecido hasta ahora de la fortaleza suficiente como para obrar en un sentido o en otro, sino porque mientras se forman y desfiguran las mayorías para dar vida a un nuevo ejecutivo, se desatienden las reformas que reclama la economía.
El último organismo en advertir de este hecho ha sido el Banco de España. En sus últimas proyecciones macroeconómicas del año, el organismo supervisor mantuvo sus expectativas en que la economía española crecerá un 2% durante este 2019, y mantendrá el crecimiento esperado durante los años siguientes (1,7% en 2020, el 1,6% en 2021, y el 1,5% en 2022).
Así, el BdE confirma la ralentización de la economía, si bien no deja entrever que tenga que cundir el pánico, dado que el PIB español seguirá creciendo más que el de los comparables europeos. Sin embargo, los riesgos que apunta el Banco de España adolecen de un cariz político y no económico.
En el ámbito nacional, “persiste la incertidumbre” acerca de cuáles serán las políticas que llevará a cabo el próximo gobierno. En particular, el BdE señala sus dudas acerca del “proceso de consolidación fiscal”. Asimismo, se explica que la resistencia del sistema económico se vería favorecida si se llevaran a cabo “reformas estructurales”.
Uno de los puntos a los que presta atención la entidad que preside Pablo Hernández de Cos tiene que ver con el déficit. Se relaciona directamente una supuesta revalorización de las pensiones, vinculada al IPC, con un aumento del déficit público de 0,1 puntos porcentuales en 2019, y de 0,2 puntos porcentuales en 2020 y 2021.
Como se explicó durante la presentación de estas proyecciones, España ve cómo mejora su situación gracias a una “cierta depreciación del euro”, a una demanda interna sostenida y a los menores precios del petróleo. En el lado negativo, España enfrenta la revisión a la baja del crecimiento de los mercados exteriores, lo que perjudica a sus expectativas a la hora de exportar.
El BdE explica que desde 2018 se han vivido “sorpresas persistentemente negativas” en el plano exterior, en concreto en cuanto al avance de la actividad global. La peor noticia para España es que esta situación no parece indicar que se puedan descartar “nuevas sorpresas”, indica el organismo.
En ese sentido, a pesar de que la salida del Reino Unido de la Unión Europea y las tensiones comerciales chino-estadounidenses parecen estabilizarse, aún no pueden darse por hechos estos supuestos. Así, tanto estas cuestiones como las tensiones geopolíticas existentes en Medio Oriente y América Latina “podrían acabar incidiendo negativamente” sobre la actividad española en el exterior.