El mundo en 2020 no tiene nada que ver con el de 2019. En apenas cuatro meses, las calles se han abarrotado de silencio y vacío, como en una película distópica. Las palmas han dejado de batirse en las gradas de los teatros y en los recintos deportivos para trasladarse a los balcones y, en […]
NacionalDirigentes Digital
| 23 jun 2020
El mundo en 2020 no tiene nada que ver con el de 2019. En apenas cuatro meses, las calles se han abarrotado de silencio y vacío, como en una película distópica. Las palmas han dejado de batirse en las gradas de los teatros y en los recintos deportivos para trasladarse a los balcones y, en vez de reconocer a quienes les entretienen, aplauden a los que continúan haciendo su trabajo a pesar del miedo.
Los comercios han bajado sus persianas indefinidamente y sin saber si volverán a alzarlas ni cuándo ni cómo. Lo primero son las vidas como concluía el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus reuniones de primavera. La situación actual sirve de reflejo a la Gran Recesión de 1930, por lo que el FMI la bautiza como el Gran Confinamiento al que los países se han visto obligados a recurrir.
“Se trata de una crisis sin precedentes”, dice el organismo que dirige Kristalina Georgieva. Nunca antes una crisis había afectado a todos los países. Ninguno escapa al enemigo invisible, que viene acompañado por crisis múltiples, como es la sanitaria, además de la financiera y el derrumbe de los precios de las materias primas.
Por hacer una comparación, se espera que la economía mundial retroceda un 3% en 2020, frente a la décima que perdió en 2009, en plena crisis. Dichas previsiones dan una pista de la magnitud de la crisis. La debacle tiene que ver con una paralización que “nunca hemos experimentado”, dice el FMI. En particular, se verán afectados los países que más dependen del turismo, los viajes y el entretenimiento, como es el caso de España.
El organismo internacional prevé que la producción española descienda un 8% con respecto a la de 2019, si bien reconoce que la respuesta para amortiguar la caída ha sido “rápida y considerable”. A pesar de ello, fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos reconocen que la “intensa caída” es consecuencia de las “fuertes medidas de contención”.
Esas mismas fuentes indican que se espera “un repunte” a partir del cuarto trimestre de 2020, por lo que aún habrá que esperar para medir el impacto de esta crisis. Así, desde Economía se explica que será “una crisis intensa, pero de duración acotada”.
El Banco de España coincide en el análisis, aunque insiste en que la magnitud de la crisis es “muy incierta”. Asimismo, al igual que advierte el FMI, el organismo español espera que la actividad se recupere en 2021, “en una parte significativa, pero no completa”. Así, en función de la duración del confinamiento, el Banco de España estima que el PIB español se reduciría entre un 6,6% y un 13,6%, en los supuestos más optimista y pesimista, respectivamente.
En términos de empleo, se calcula que hasta el 31 de marzo se perdieron 900.000 afiliados a la Seguridad Social, pero la previsión es que la tasa de desempleo ascienda al 18,3% en el mejor de los casos, y al 21,7% en el peor. Según una encuesta realizada por el propio Banco de España en colaboración con el Instituto de Empresa Familiar, 8 de cada 10 empresas declaran que su actividad se ha reducido, mientras que tan solo 1 de cada 10 afirman que ha aumentado.
En ese sentido, la caída alcanza el 60% en su cifra de negocio para cuatro de cada diez compañías. En particular, como avanzaba el FMI, la encuesta constata que la caída es más acusada en el sector servicios. Por su parte, las empresas industriales han sufrido dificultades de suministro. Ante las restricciones, 8 de cada 10 han recurrido al teletrabajo, lo que ha evitado una caída mayor.
La respuesta para sostener a las empresas ha partido del sector público. El Gobierno ha puesto en marcha diversos planes para paliar la paralización, como la activación de una línea de avales públicos a través del ICO, dotado con 100.000 millones de euros. Otras medidas son el aplazamiento para las empresas de pagar las cuotas sociales de sus empleados, o la exoneración de las cotizaciones laborales en el caso de las compañías que hayan presentado ERTEs.
No obstante, gran parte del tejido empresarial pasó a la acción sin esperar a que el estado se pusiera en marcha. La CEOE expresó a principios de marzo que ya llevaba semanas “trabajando en la prevención y contención del riesgo de contagio” y, tras el decreto del estado de alarma, aseguró que las empresas cumplirían “con responsabilidad los mandatos que implica”, además de ofrecer su colaboración.
Otro ejemplo de iniciativa empresarial es que han protagonizado los bancos, con el lanzamiento de líneas de crédito preconcedido por valor de 60.000 millones de euros antes de la emisión de la primera línea de avales.
La propia CEOE, a través de su Fundación inició en abril un proyecto llamado “Empresas que ayudan”, que trata de coordinar las iniciativas solidarias que las empresas están llevando a cabo.