El año del QE, el año terrible para los inversores

Los datos evidencian el difícil entorno por el que los inversores han pasado estos tres últimos meses. Cumpliendo su peor trimestre en los últimos 4 años, el índice MSCI All Country World Index (acciones con dividendos) cae ya un 6,6% en el año. Pero la trágica situación se extiende a otros indicadores que miden otra clase de activos. Es el caso del Bloomberg Commodity Index, que ha caído un 16%, o un índice de divisas elaborado por Parker Global Strategies, que cae un 1,8%.

La renta fija tampoco ha servido para ofrecer un refugio a los inversores. Según datos recopilados por Bloomberg, el índice de deuda global elaborado por Bank of America gana solo un 1%, por debajo del 2,5% experimentado por la evolución de los precios mundiales según datos del FMI. Del mismo modo, el índice BofA Merrill Lynch Global Corporate & High Yield parece listo para su primera caída anual desde 2008.

Es cierto que el tercer trimestre ha sido determinante para estos abultados números rojos. El índice de acciones globales de MSCI ha perdido en el periodo un 10%, y el índice de materias primas de Bloomberg un 14% en su mayor desplome en siete años. De hecho, el nivel medio del Bank of America’s Market Risk, un índice que mide las fluctuaciones de precios en renta variable, tipos, divisas y materias primas, fue en este trimestre la más elevada desde finales de 2011. Del mismo modo, el índice de volatilidad VIX, también alcanzó niveles nunca vistos en cuatro años en agosto.

Los temores sobre la evolución de la economía china han estado detrás del nerviosismo en los mercados financieros. Sin embargo, los expertos insisten en que, al menos en Europa, los inversores no deben olvidar que siguen contando con el apoyo del BCE. Un apoyo que, sin embargo, ha quedado en evidencia a juzgar por la evolución de los acontecimientos.

De hecho, el consenso de analistas ha recortado sus estimaciones de crecimiento global para 2015 al 3% desde el 3,5%, conscientes de la presión que esto supone para las políticas de estímulo de los bancos centrales. La propia Reserva Federal (Fed) ya apuntó a los factores externos cuando decidió retrasar la primera subida de tipos en EEUU en su reunión del pasado mes de septiembre.

Del mismo modo, el mercado empieza a apuntar ya a la necesidad de que el organismo presidido por Mario Draghi amplíe su programa de compra de activos más allá de septiembre de 2016. La agencia de calificación crediticia Standard & Poors ha sido la última en sumarse a estas voces, apuntando a la perspectiva de que la inflación no se acerque a la meta del 2%. Aseguran que este llegará a doblar la cifra inicialmente comprometida, 1,1 billones de euros, hasta alcanzar los 2,4 billones.

La agencia extrae estas conclusiones del análisis del impacto que tiene el declive de las divisas de los mercados emergentes y las dudas en torno al dólar sobre la apreciación del euro, que "complican la tarea" del BCE de situar la inflación en torno al 2%. La gran pregunta ahora es que, si no lo ha hecho hasta ahora, ¿podrán nuevos estímulos empujar al alza los mercados globales ante unas mejores perspectivas económicas?

No hay que olvidar los efectos beneficiosos del plan del organismo monetario. Al fin y al cabo, el desempleo en la Zona Euro ha caído en los últimos meses, mientras que la industria alemana se expande a un ritmo más rápido. De hecho, las previsiones apuntan a un crecimiento del PIB del 1,5% este año, el mayor ritmo desde 2011. Y el consenso aún predice que los beneficios para las empresas de la Zona Euro crecerán un 12% este año. Irónicamente, a pesar de estos efectos de la política monetaria sobre la recuperación, la suerte no está siendo la misma ni para los mercados de crédito ni de renta variable.
 

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