El ecosistema emprendedor español refleja un indicio de madurez empresarial. A pesar del impacto de la crisis de la COVID-19, la mayoría de start-ups ya superan los 2,7 años de vida, el 74% de ellas cuentan con entre dos y diez empleados y la mitad ya ha generado ingresos. Desde el punto de vista sectorial, […]
EmprendimientoDirigentes Digital
| 29 sep 2021
El ecosistema emprendedor español refleja un indicio de madurez empresarial. A pesar del impacto de la crisis de la COVID-19, la mayoría de start-ups ya superan los 2,7 años de vida, el 74% de ellas cuentan con entre dos y diez empleados y la mitad ya ha generado ingresos. Desde el punto de vista sectorial, fintech, educación y healthcare se erigen como los tres jugadores consolidados, aunque el agrotech sigue avanzando posiciones, impulsando a las empresas emergentes como una herramienta para que los sectores tradicionales incorporen nuevos modelos de negocio y de prestación de servicios.
Además, una de las novedades del actual escenario es que se está convirtiendo en un ecosistema verde en el que es posible incluir criterios de sostenibilidad en los negocios, tanto en el sentido social y ecológico como en el propiamente económico.
Según datos aportados por el ‘Mapa del Emprendimiento 2020’ de South Summit, todavía existe un enorme sesgo de género, lo que refleja una importante oportunidad de mejora. El 80% de los emprendedores son hombres frente al 20% de las mujeres. Un dato que muestra cómo el 30% del talento no está entrando a jugar en este ámbito. No obstante, el informe advierte de que esto no es una realidad exclusiva de España, sino que es transversal en todo el universo start-up. Por su parte, la edad típica se encuentra entre los 25 y los 34 años, pese a que es importante destacar que el tradicional empresario sénior, habitualmente relacionado con otro tipo de oportunidades, está poco a poco sumergiéndose en este escenario.
En relación con su formación, se caracteriza por un perfil “altamente formado”: el 98% tiene un título universitario, el 78% un máster y el porcentaje de doctorados ya se sitúa en torno al 16%. En este sentido, el documento detalla cómo, año a año, el nivel de cualificación se va incrementando, dando como resultado un escenario receptor de personas cualificadas.
Asimismo, también llama la atención la diferencia que desde South Summit hacen entre este tipo de trabajadores. Por una parte, sitúan al vocacional y, por otro lado, a aquel que “se encuentra con la oportunidad”. De igual forma, también distinguen entre el emprendedor en serie, que agrupa al 60% del total, y el novel, que representa al 40%. De esta manera, el primero cuenta con un mecanismo más sistemático de búsqueda de la oportunidad y sabe que su principal valor es “impulsar una iniciativa nueva”, por lo que en el momento indicado da un paso atrás y vende la compañía para que pueda hacerse cargo de ella una gestión profesionalizada.
Por otro lado, el segundo grupo hace referencia a la permanente renovación del flujo de emprendedores existente, lo que quiere decir que hay una importante cantidad de personas que, al encontrase con una idea, “deciden que su camino natural va a ser aprovecharla, muchas veces sin haber pensado o sin haberse visto anteriormente como emprendedores”.
Unido a esta idea, las propias start-ups también se están convirtiendo en escuelas de formación, ya que gran parte de las personas que las integran han pasado anteriormente por otros proyectos, habiendo adquirido los consiguientes conocimientos. Así, cada iniciativa “disminuye significativamente la probabilidad de fracaso” ya que, a medida que se aprende, sus participantes son capaces de identificar oportunidades, agregar mejores recursos para sus compañías y gestionar mejor el talento, comentan. De hecho, se identifica un gap a partir del segundo emprendimiento, de forma que a partir del tercero la consecución del éxito se sitúa en torno al 90%.
“Es importante que haya una ley que reconozca la singularidad de la start-up”
Las start-ups reclaman una normativa que impulse la maduración del sector