En 2020, la inversión en fondos de inversión sostenible superó el billón de dólares, según datos de Morningstar. Esta suma se repartió entre 2.706 fondos que cumplían algún tipo de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Sin embargo, es probable que la cifra total real sea mayor, ya que el enfoque en los fondos […]
En 2020, la inversión en fondos de inversión sostenible superó el billón de dólares, según datos de Morningstar. Esta suma se repartió entre 2.706 fondos que cumplían algún tipo de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Sin embargo, es probable que la cifra total real sea mayor, ya que el enfoque en los fondos de inversión sostenible con orientación específica o con niveles de exclusión probablemente no sea lo suficientemente amplio. Una visión más amplia incluiría fondos con horizontes de sostenibilidad que miran más allá de los resultados financieros a corto plazo y adoptan las consideraciones ESG de manera integral.
En cualquier caso, un billón de dólares es una cifra muy importante. Entonces, ¿qué debemos esperar ahora que los factores ESG han alcanzado la mayoría de edad?
La pandemia de Covid-19 ha atraído interés al componente Social de los factores ESG. De modo que esperamos un crecimiento continuo del capitalismo social, construido en torno a nuevos modelos económicos como la economía circular y el trabajo de organizaciones como la Wellbeing Economy Alliance. Estos ya han despertado el de los gobiernos, incluidos los de Escocia y Nueva Zelanda. En última instancia, podrían hacer que los gobiernos miren más allá del producto interno bruto (PIB) y eviten las consecuencias imprevistas que resultan de un enfoque obstinado en el crecimiento del PIB a expensas de otros indicadores. Esto podría calar hacia los inversores y las empresas en las que invierten, lo que en última instancia conduce a una visión a más largo plazo que supera la visión del precio actual.
En ASI, hemos llevado a cabo un extenso estudio en este ámbito y hemos creado un indicador de progreso nacional para 135 países. Este mide hasta qué punto los estados son económicamente dinámicos de forma sostenida y avanzan hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. El siguiente mapa muestra nuestros cuatro cuadrantes de capitalismo social, teniendo en cuenta tanto el PIB como los factores ESG. Además de la continuidad de estos modelos, la composición tradicional de las economías puede cambiar después del covid, especialmente en las grandes ciudades. Esto supondría una disrupción importante para todos los sectores, tanto para los ganadores como para los perdedores.
El cambio climático es el principal reto para todos nosotros y para las generaciones venideras y constituye el ámbito clave para las consideraciones ESG. Los gobiernos, los inversores y las empresas ya están siguiendo una trayectoria positiva, pero hay que hacer más, y ahora hay que llevar a cabo la tan discutida transición energética. Las nuevas tecnologías y fuentes de energía están acelerando esta transición, pero nos queda un largo camino por recorrer. Esto se ilustra en el siguiente gráfico, que muestra el nivel de acción climática de los países antes de la llegada del covid.
Las elecciones estadounidenses han devuelto a Estados Unidos al redil de la acción climática. Esto tiene beneficios obvios, y esperamos que el país se mueva rápidamente hacia una posición más comprometida con el clima. Muchos expertos se han limitado a considerar la posición del país en materia de clima sin tener en cuenta las acciones a nivel de cada estado, que han seguido avanzando positivamente durante el mandato de la administración Trump. Así que Estados Unidos no se está reincorporando a la lucha mundial contra el cambio climático desde cero. La otra gran potencia económica, China, también está desempeñando un papel positivo, ya que el presidente Xi Jinping tiene como objetivo la neutralidad del carbono en 2060. Esto tendrá un enorme impacto en las empresas chinas y favorecerá su creciente economía verde.
El aumento de los “bonos ESG”, tanto de emisores soberanos como corporativos, parece que va a continuar. Los datos de Bloomberg indican que el mercado mundial de bonos verdes ha pasado de una emisión agregada de 12.000 millones de dólares en 2011 a 64.000 millones en 2016 y 245.000 millones en 2019. Este crecimiento no se limitará a los bonos verdes, y esperamos más bonos sociales, bonos vinculados a los ODS y bonos vinculados a una serie de otros criterios. Recientemente hemos visto el caso de un bono para la pesca sostenible. Antes de invertir, los inversores no sólo deben considerar el bono y el uso de los ingresos, sino también el emisor. Es importante asegurarse de que el bono esté alineado con la estrategia general de la empresa.
Otro tema recurrente en los últimos años ha sido la democratización del riesgo. A medida que los inversores minoristas han ido adquiriendo un mayor control sobre sus inversiones y acceso a sus pensiones, también han tenido que asumir el riesgo potencial que conlleva ese acceso. Muchos inversores minoristas han respondido favoreciendo los fondos pasivos y cotizados de bajo coste. Según Morningstar, los fondos pasivos de acciones estadounidenses superaron en conjunto a los fondos de gestión activa a principios de 2020, con 4,27 billones de dólares y 4,25 dólares respectivamente. A lo largo de 2020, aumentó el número de fondos pasivos que ofrecen algún tipo de integración ESG. Esta tendencia debería aumentar, y la mejora de las normas de información y medición reforzará este crecimiento.
Todo esto apunta al crecimiento continuo de las consideraciones ESG. Pero también deberíamos preguntarnos si podría ser una moda o una burbuja. Si se trata de una burbuja, la historia sugiere que la mayoría de los “temas seculares” han obtenido buenos resultados durante más de cinco años, lo que indica que los facotores ESG tienen más recorrido. El siguiente gráfico relaciona los factores ESG con temas seculares anteriores, como el crecimiento de los países BRIC, la burbuja informática y la burbuja de la tecnología, los medios de comunicación y las telecomunicaciones.
Fuente: MSCI, Refinitiv, Morgan Stanley Research, Agosto 2020
En ASI, no creemos que estemos ante una burbuja. Si echamos la vista atrás alrededor de un siglo y nos vamos a Japón, al concepto de gapponshugi y al desarrollo de enfoques de capitalismo ético por parte del japonés Shibusawa Eiichi, podemos ver un mejor paralelismo que las burbujas recientes. Si se compara este modelo con los desarrollos actuales de los factores ESG, cabe esperar un crecimiento a largo plazo centrado en el capitalismo de los grupos de interés. Esto situaría a las consideraciones ESG en su adolescencia tardía, con el potencial de un crecimiento sostenible a largo plazo por delante.