De forma general, un inversor particular no puede acceder a fondos de capital privado como el private equity. Sin embargo, sí puede buscar otras vías de adentrarse en la inversión alternativa, como, por ejemplo, la inversión en startups a través de plataformas de crowdfunding. De hecho, la poca correlación entre los mercados privados y los […]
De forma general, un inversor particular no puede acceder a fondos de capital privado como el private equity. Sin embargo, sí puede buscar otras vías de adentrarse en la inversión alternativa, como, por ejemplo, la inversión en startups a través de plataformas de crowdfunding. De hecho, la poca correlación entre los mercados privados y los tradicionales hacen de la inversión alternativa una vía óptima de diversificación en cualquier cartera.
Está claro que la diversificación es un pilar básico del mundo financiero. Efectivamente, este aspecto, ya de por sí crucial para cualquier cartera correctamente planificada, se convierte en algo imprescindible dentro del universo de la inversión alternativa.
Teóricamente, dentro de la inversión alternativa, las compañías incurren en riesgos superiores a los de una pyme u otra empresa consolidada, por sus características intrínsecas. Sin embargo, las probabilidades de obtener mayores retornos en el medio-largo plazo las convierten en activos rentables para cualquier cartera financiera. Por tanto, es importante la búsqueda de una buena proporción entre la inversión alternativa (alrededor del 10% del patrimonio financiero) y otros tipos de inversiones.
La construcción de una cartera ordenada en el tiempo es un elemento fundamental a la hora de adentrarse en la inversión en startups, principalmente, por dos motivos: el bajo grado de madurez de las compañías y la menor liquidez de las inversiones. En media, los plazos de desinversión en Europa en este tipo de empresas se sitúan en los siete años. Así pues, el horizonte temporal en el que se construye la cartera de inversión alternativa es decisivo para optimizar su generación de liquidez.
Además, en España la inversión alternativa en equity crowdfunding está incentivada fiscalmente a efectos del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). En líneas generales, se establece una deducción del 30% de las cantidades suscritas en participaciones en entidades de nueva creación o startups (de menos de 3 años de vida). Paralelamente, se establece la exención tributaria de ganancias patrimoniales en la transmisión de participaciones si el importe obtenido se reinvierte en otras startups.
Finalmente, la diversificación en proyectos como startups no deja de ser una vía de apoyo al tejido empresarial y la innovación en el país. Si bien el Gobierno realiza su papel protector de los interesas de las startups y pymes, desde el ecosistema inversor también debe existir una concienciación en ese sentido. Actualmente, las pymes suponen el 70% del empleo privado y el 99,8% del tejido empresarial español. Así pues, la inversión en este tipo de proyectos es un apoyo directo a la producción del país y sus empresas.