El oro marca máximos históricos, a pesar de que las tenencias de los ETFs han caído un 25%.
Patricia Malagón
| 20 mar 2024
El oro es uno de los activos que más han dado que hablar desde el arranque del 2024. A comienzos del año, el metal cotizaba a poco más de 2.030 dólares por onza, mientras que hace unos días llegó a tocar los 2.200, un fuerte movimiento poco habitual en épocas de estabilidad. Por eso, son muchos inversores y analistas que se preguntan qué es lo que ha impulsado esta fuerte subida del oro.
La gran demanda de los bancos centrales, especialmente de los mercados emergentes, impulsan el precio de la onza. Las compras de oro del año pasado confirman esta idea. Según el Consejo Mundial del Oro (WGC por sus siglas en inglés), China será el mayor comprador de oro en 2023. Además, las compras de oro de los bancos centrales han aumentado sustancialmente en conjunto.
“Consideramos que estas compras forman parte de un mayor esfuerzo por reducir la dependencia política del dólar estadounidense, para lo cual la congelación de los activos rusos en dólares al inicio de la guerra en Ucrania ha actuado probablemente como un importante catalizador”, explica Claudio Wewel, estratega de divisas en J. Safra Sarasin Sustainable AM.
Lo en el tercer trimestre de 2023, los bancos centrales compraron colectivamente 337.000 toneladas de oro, la segunda cifra más alta jamás registrada para un tercer trimestre, lo que eleva las compras netas anuales a la asombrosa cantidad de 800.000 toneladas, un aumento del 14% con respecto a 2022
Si ajustamos el precio del oro en función de la inflación para hacerlo comparable a valores pasados, resulta que el máximo alcanzado por el oro es solo aparente y está aún lejos de los valores (normalizados en función de la inflación) alcanzados durante los máximos anteriores. “Por ejemplo, a finales de los años setenta, durante la crisis del petróleo, el oro alcanzó un valor de alrededor de 2.500 dólares. Durante las crisis de la deuda soberana, entre 2011 y 2014, también alcanzó niveles comparables. Más recientemente, durante la fase pandémica, el precio del oro llegó a estar cerca de los 2.350 dólares”, cuenta Diego Franzin, responsable de estrategias de cartera, Plenisfer Investments, parte del ecosistema de Generali Investments.
Además, según explica Wewel, si se deflacta el oro con la inflación general estadounidense, la diferencia disminuye en cierta medida. Esto demuestra que el actual nivel de precios del oro también es consecuencia de la elevada inflación experimentada en los últimos años. “De cara al futuro, creemos que las lecturas de la inflación podrían seguir siendo un factor relevante a medida que los mercados reevalúen las probabilidades de que la inflación siga siendo más elevada o sopesen la posibilidad de que los bancos centrales revisen al alza sus objetivos de inflación”, señala.
La gran pregunta tiene que ver con lo que puede hacer el oro en el futuro. Lo cierto es que para saberlo, hay que tener en cuenta un aspecto importante y es que los inversores minoristas e institucionales han perdido la ilusión por el activo, que ha impulsado sus subidas por la demanda de los bancos centrales.
Las tenencias mundiales de ETFs de oro siguen registrando constantes salidas y ya son un 25% inferiores a las de hace dos años. La perspectiva de tipos de interés elevados durante un periodo de tiempo más largo hace que el oro parezca poco atractivo en competencia con otras clases de activos, por lo que está siendo rechazado por los inversores.
“Si al elevado volumen de compras físicas se suman las entradas de capital en los fondos cotizados (ETF), el oro podría dar un salto al alza. En este contexto, la trayectoria de los tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense sigue siendo la fuerza motriz. Si la Fed inicia su ciclo de recorte de tipos en verano, los metales preciosos serán sin duda uno de los mayores beneficiarios”, añade Kerstin Hottner, responsable de commodities en Vontobel.