"Controversia, discusión, contienda, lucha, combate". Así es como define la Real Academia Española (RAE) la palabra "debate". Y, o la que les escribe se confundió de cadena, o el debate a 4 fue todo menos "debate". El hasta ahora "temido" momento, el único enfrentamiento que se antojaba polémico entre los cuatro candidatos de los principales […]
Dirigentes Digital
| 14 jun 2016
"Controversia, discusión, contienda, lucha, combate". Así es como define la Real Academia Española (RAE) la palabra "debate". Y, o la que les escribe se confundió de cadena, o el debate a 4 fue todo menos "debate".
El hasta ahora "temido" momento, el único enfrentamiento que se antojaba polémico entre los cuatro candidatos de los principales partidos a las elecciones generales del próximo 26 de junio en España, supo a poco, a muy poco.
Faltó espontaneidad, careos, cruce de datos… Faltó todo. Un debate cuya hoja de ruta estaba tan marcada desde hace semanas, que en el momento de la verdad resultó soso. El que prometía ser el debate del siglo se quedó en una sucesión de intervenciones y un mensaje propagandístico final que poco tiene que ver con los ‘cara a cara’ a los que estamos acostumbrados.
Vimos a un Mariano Rajoy a lo suyo, centrado en los datos macroeconómicos del pasado escogidos a dedillo. El presidente del Gobierno en funciones se centró en sus post-its y no en lo que de verdad le importa a los ciudadanos, cómo terminar con los casi 5 millones de parados y cómo volver a reavivar unas políticas sociales demasiado abandonadas por el partido azul. Rajoy se excedió en los propios tiempos de intervención que habían pactado los cuatro partidos, sin saber cómo responder a los escasos turnos de réplica que tenía por alusiones.
Pedro Sánchez también había marcado su propia hoja de ruta, proponiendo las medidas estrella en políticas sociales y creación de empleo que ya tantas veces han oído los ciudadanos, pero que estando las cuentas públicas como están (con una deuda que ya supera el 100% del PIB) parecen difíciles de llevar a cabo.
Albert Rivera confundió el objetivo del debate. El candidato por Ciudadanos tiró por la borda las medidas propuestas por el resto de sus oponentes a diestro y siniestro, sin apenas escucharlas, con poco tiempo para recurrir a su discurso propagandístico de siempre y mucho tiempo para intentar hundir, sin éxito, a sus rivales.
Pablo Iglesias quizá fue el que más sorprendió en el "debate". El secretario general de Podemos estuvo demasiado "flojo" en relación a sus intervenciones en programas televisivos hace unos meses. ¿Estaba ya pactada su actitud? ¿Tenía que aparentar ante la audiencia ser menos extremista y radical de lo que le tachan sus oponentes? Según Íñigo Errejón, su mano derecha, no. Lo que sí volvió a dejar claro Iglesias es que el partido morado buscará un pacto con el PSOE después de las elecciones. Si atendemos al último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre los resultados del 26J, que sitúa al partido morado como segunda fuerza más votada, quizá ahora sí tenga sentido esta presión.
Después de dos horas y media de "no debate", ¿alguno de ustedes sacó alguna conclusión? Todo parece indicar que los españoles volveremos a sufrir algún tiempo antes de tener un Gobierno estable, pero tengo la sensación de ese tiempo será corto.
Laura Sánchez, directora de DIRIGENTES.