La transformación digital exige a las empresas que formen a sus trabajadores para adaptarse a las nuevas necesidades. Euroforum es una compañía dedicada a ofrecer soluciones de formación a empresas. Su CEO, Juan Vindel Cottereau, cuenta con una experiencia de veinte años en la dirección de diferentes compañías, algo que compagina con la docencia. Analiza el futuro de su sector para DIRIGENTES. Una de las señas de identidad de Euroforum es la especialización y la adaptación al cliente. ¿Qué dificultades supone tener que adaptar la forma de trabajar a los principios básicos de los clientes? No supone una especial dificultad. Desde que nacimos nos dedicamos al mundo de la empresa. Somos una empresa de servicios y todas las empresas de servicios lo que hacen es amoldarse a las necesidades y al criterio del cliente. En nuestro caso no es un esfuerzo. Otro tema es que el grado de personalización de lo que ofrecemos lo podemos llevar al extremo y creemos que eso es parte de la oferta de valor que tenemos. Nuestros clientes así lo agradecen y lo manifiestan. ¿Existe una guía para hacer ese trabajo de adaptación? No hay una receta mágica para hacerlo. Es un tema de cultura de empresa y vocación de nuestra gente, de la proactividad y reactividad que tenemos ante lo que un cliente necesita. Lo hacemos bien porque nuestro trabajo consiste en hacer lo que el cliente necesita y lo que nos pide. Primero hacemos un diagnóstico para ver qué es éxito para el cliente y una vez que lo tenemos claro, lo ejecutamos. ¿Qué tipo de formación es la que más demandan las empresas? Lo que hacemos es integrar diferentes componentes que se comercializan de forma aislada en el mercado. Nosotros, sobre lo que un cliente necesita, integramos una solución formativa que pasa por distintas áreas. Entre ellas, la integración de formadores destinada a un fin concreto. Esto depende mucho de los tiempos. Cuando la crisis empezó a ser grave en España tenía más importancia la formación técnica, aquella que las personas necesitan sí o sí para hacer su trabajo. Las empresas abandonaron lo que se refiere a habilidades directivas, técnicas de negociación liderazgo y motivación. Había pocos recursos. La formación es lo que primero sufre en las empresas cuando vienen tiempos difíciles. Desde hace unos años se ha empezado a recuperar, ahora la formación técnica sigue existiendo, pero ha vuelto a despertar todo lo que tiene que ver con las habilidades directivas, el soft learning. Ahora cualquier cosa que lleva la palabra “transformación digital” está absolutamente de moda. No hay ninguna empresa de ningún sector que quiera mantenerse al margen de algo que es absolutamente disruptivo. Las empresas necesitan que sus empleados se adapten a las nuevas formas de trabajar, a los cambios en los modelos de negocio y es algo que está muy de moda y va a seguir muy de moda. ¿Cuáles son los puntos fuertes de las empresas españolas en cuanto a formación? ¿Y los puntos débiles? La empresa española no tiene un especial déficit de formación comparado con otros países. Lo que sí es verdad es que la empresa española en tamaño es más pequeña que en otros países. Les falta masa crítica, un tamaño mínimo para poder ser eficientes en determinados eslabones y uno de ellos es la formación. Al final es un problema de eficiencia porque hay que invertir más recursos. Es un tema de tamaño de empresa. La crisis ha sido profundísima y con una intensidad tremenda. Cuando hacemos benchmark podemos salir peor en la foto pero se ha debido a la profundidad y a los cambios estructurales en el mercado laboral. En momentos de ajuste no pueden invertir mucho dinero en formación pero no creo que haya mucha diferencia con respecto a países comparables al nuestro. Vuestro porfolio de clientes abarca desde grandes firmas del sector de la consultoría y auditoría, como Deloitte, PwC, Ernest & Young o BCG hasta grandes compañías de distintos sectores como  BNP, Cetelem, Ferrovial o TR. ¿Existen diferencias entre las demandas de las empresas según su tamaño? ¿Las empresas os piden distintas cosas en función de sus dimensiones? El tamaño importa, curiosamente. En este caso importa porque una empresa es mucho más eficiente cuando manejas números grandes y grandes presupuestos. Lo que verdaderamente influye, al menos en nuestros clientes, es que son empresas donde la cualificación del recurso humano es clave en su ventaja competitiva. Las empresas consultoras, auditoras, las ingenierías son empresas que venden neuronas, talento y horas hombre. En las empresas intensivas en capital se nota mucho menos el nivel de formación. En empresas como las consultoras, donde se vende talento, son muy sensibles a la formación de sus profesionales, invierten grandes recursos en formarlos. De hecho, trabajamos con la práctica totalidad de las ingenierías en España, con las Big Four… es un entorno donde somos muy eficientes. También tenemos empresas pequeñas que añaden mucho valor con su gente Y, por otro lado, últimamente trabajamos con consultoras internacionales, de mucho renombre que han visto en España un sitio importante para aplicar su actividad formativa como BCG. En este tipo de empresas donde el valor humano es una ventaja competitiva son las que más invierten en formar a su gente. Por ejemplo, en un periódico, el valor que añade el periódico no es imprimir papel, sino las opiniones que tiene, la gente que escribe, etc. ¿Qué son los practitioners y por qué tienen tan buena valoración entre los directivos de empresas? En el mundo de la formación de empresas hay dos factores que se combinan: los conocimientos y la práctica. Las empresas buscan una formación que incremente el valor de un individuo en un puesto en concreto. Para ello buscamos profesionales que además de tener conocimientos teóricos sean capaces de trasladar la experiencia que han tenido. Para las empresas, la gente de cierta edad, agradece que venga por ejemplo un director de Procter and Gamble a hablar de marketing para contar su experiencia, que un profesor que es más académico. Un practitioner es alguien que además de saber mucho de lo que hace, lo hace. Nuestra formación está volcada al mundo de los practitioners. Además, muchos de los clientes se ofrecen para trasladar sus experiencias al mundo formativo. Es muy gratificante y gusta mucho. Además, un formador es alguien que sabe de lo que habla y que sabe comunicarlo. La experiencia acredita que si has llegado a un éxito profesional es porque tu boca sabe decir lo que piensas. Es una mezcla muy razonable y las empresas lo prefieren. ¿Cuál cree que es el futuro de la formación? ¿Cómo espera desenvolverse en los cambios de los próximos años? ¿Cómo va a enfrentar esos retos? En cuanto a metodologías, están evolucionando a un ritmo vertiginoso. Es implanteable hablar de formación sin hablar de internet, y sin tener en cuenta la formación blended, es decir, aquella que combina formación presencial y online. Muchas empresas están radicalizando sus posturas y están sustituyendo formación presencial por online, que está muy bien, porque así la formación es más eficiente, pero la virtud está en el término medio. No se puede renunciar del todo a la formación presencial. La formación no es solo la de un individuo. En muchas ocasiones tiene que ver con cómo interactúa un grupo de trabajadores en una empresa y la formación presencial tiene la ventaja enorme de poder gestionar grupos. Es una macrotendencia y va a ocurrir. Negar esto es ponerse ante un tsunami para intentar parar la ola. Por otra parte, en cuanto a metodologías, están variando de forma radical las nuevas formas colaborativas de trabajar. Es muy importante que dos generaciones trabajen conjuntamente. Para eso aparecen nuevas tendencias como el “reverse mentoring” donde un profesional joven de 25 años tiene que formar a uno de 50 en determinadas cosas. Esto es absolutamente crítico y no estamos acostumbrados a hacerlo. Si no logramos esto, vamos a intentar mezclar agua y aceite y las empresas van a estar separadas por un muro entre los nativos digitales y los que hemos nacido en otra galaxia. Esa es la razón de que las empresas apuesten muchísimo por la formación. No solo porque sea imprescindible, sino porque es magnífico que puedan convivir aproximaciones de este tipo. ¿Existe una cuantificación de los resultados que reporta la formación a las empresas? En los últimos cien años la gente de la formación ha estado buscando el santo grial. Esto es el ROI (return of investment): el retorno del gasto, pero esto nadie lo ha visto, es difícil conocer el retorno exacto. Lo que no cabe duda es que la formación tiene retorno. Invertir dinero en formar a tu gente es una buena inversión. Hay discrepancias en qué tipo de formación o metodologías. Lo que no hay ninguna discusión es que invertir dinero en formación es un buen negocio ¿Existen posibilidades de crecimiento en este sector? Estamos creciendo a dos dígitos desde el año 2012. La demanda de formación crece mucho más que la economía. Existen necesidades que las empresas necesitan tener cubiertas. Por ejemplo, el soporte logístico técnico para la planificación de la formación es un producto que está teniendo mucho éxito. En los próximos diez o quince años la formación va a crecer por encima de lo que crecen los recursos dedicados a otras áreas.