Sin duda, la regulación financiera implementada tras la crisis se ha convertido en un importante cuestión de debate. Por un lado, la historia nos dice que no hay dos crisis iguales. Por otro, la crisis actual ha sido tan severa y profunda precisamente en buena parte por los errores previos en la regulación y supervisión. […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
Sin duda, la regulación financiera implementada tras la crisis se ha convertido en un importante cuestión de debate. Por un lado, la historia nos dice que no hay dos crisis iguales. Por otro, la crisis actual ha sido tan severa y profunda precisamente en buena parte por los errores previos en la regulación y supervisión.
Al final, la mayor regulación actual podría estar limitando la recuperación al afectar tanto a la operativa como a las expectativas de las entidades financieras.
Dentro de este debate, ayer el Subgobernador del Banco de España hizo la presentación de un libro cuyo título lo es también de esta nota.
Aquí les resumo el discurso:
– Es tranquilizador comprobar que la conclusión del trabajo no es que la regulación sea el problema y que, por lo tanto, la desregulación sea la solución
– La regulación -como la inmensa mayoría de las políticas públicas- no es un free lunch. Aparece para corregir fallos de mercado que perjudican al bienestar colectivo. Sin embargo, a cambio, introduce distorsiones en la asignación de recursos que pueden ser costosas. Por lo tanto, ante cualquier propuesta regulatoria resulta más que saludable evaluar el alcance de estas distorsiones.
– El trabajo, en diversos capítulos, acierta a identificar posibles efectos adversos de lo que enfáticamente se denomina "tsunami regulatorio" o incluso "orgía regulatoria" según uno de los autores
– El texto menciona la posibilidad de que el ritmo y el alcance de los cambios regulatorios pudiera estar afectando a la liquidez de determinados mercados de valores, a la asunción de riesgos por parte de sectores poco supervisados, a reducir la capacidad de concesión de crédito de los bancos o a moderar la competencia, entre otros desarrollos.
– Una idea que flota en el análisis es que, dados los riesgos que conlleva la sobre-regulación, un enfoque alternativo pudiera consistir en economizar cambios normativos a cambio de aumentar la intensidad supervisora.
– El supervisor ahora puede modular los requerimientos de solvencia ajustándolos a la situación de cada entidad, por lo que se amplía su margen de discrecionalidad y se refuerza su papel, reduciéndose, en consonancia, la importancia relativa de los requerimientos generales de solvencia que establece la regulación.
– La incorporación de las pruebas de resistencia como herramienta supervisora amplía la capacidad del supervisor para imponer requisitos de capital u otras restricciones a las entidades, cuando ello resulta preciso para hacer frente a escenarios adversos, incluso si estos resultan poco probables
– Una supervisión eficaz debe poder descansar ocasionalmente en actuaciones discrecionales distintas de la mera aplicación de los instrumentos expresamente recogidos en la normativa
– Finalmente, resulta difícil lograr un rendimiento adecuado de la supervisión si esta no alcanza a la revisión profunda de los estados contables de las entidades
José Luis Martínez Campuzanoes Estratega de Citi en España.