La renta variable de Asia posee cada vez una mayor aceptación por parte de los analistas y de los operadores de mercado. Con todo lo que han corrido las bolsas de los principales países desarrollados, parece ser que en estos mercados es donde podría haber mayores probabilidades de obtener retorno. Sobre todo, teniendo en cuenta […]
Dirigentes Digital
| 11 jul 2017
La renta variable de Asia posee cada vez una mayor aceptación por parte de los analistas y de los operadores de mercado. Con todo lo que han corrido las bolsas de los principales países desarrollados, parece ser que en estos mercados es donde podría haber mayores probabilidades de obtener retorno. Sobre todo, teniendo en cuenta las estimaciones sobre sus economías que manejan distintos expertos. Una recuperación mejor de lo que se esperaba y los altos niveles de confianza provocó que la renta variable mundial cotizara a los niveles más altos durante el primer semestre de 2017. Con una política proteccionista que emana de la Casa Blanca y que Trump aún no ha materializado, ha habido un alivio en las condiciones financieras y un ablandamiento en el dólar. Según el equipo de análisis de UBP, este ambiente proporciona “un buen augurio para las bolsas asiáticas”. El MSCI Asia Ex Japón mostró una rentabilidad del 21,6%, superando el índice MSCI World Index que avanzó un 9,4%. Mientras que la mayoría de las condiciones antes mencionadas se mantienen, los vientos favorables siguen se mantienen si las inquietudes geopolíticas inesperadas se exacerban y los bancos centrales toman medidas agresivas para desencadenar el estímulo de la era de la crisis. La Reserva Federal espera mantener su ritmo gradual de aumentos de tipos de interés de dos aumentos este año, mientras que otros grandes bancos centrales se preparan para normalizar la política monetaria. El ritmo de restricción se convierte en el foco principal. El optimismo se mejora aún más a medida que la ola de anti-globalización que desató el voto de Brexit hace un año ahora parece desvanecerse. Para los mercados de renta variable asiáticos, según apunta UBP hay una “perspectiva constructiva para el segundo semestre de este año, ya que el entorno político y económico es más propicio para el crecimiento de las ganancias y generalmente es menos vulnerable a la volatilidad global”. Las políticas continúan uniéndose en torno a una agenda pro-económica, evidente con las reformas en China, la implementación del impuesto sobre bienes y servicios (GST) en la India y la mejora del gobierno corporativo en Corea del Sur. De manera similar a los bancos centrales desarrollados, el enfoque en el desapalancamiento y la reducción del riesgo sistémico “será un tema importante para el resto del año, en nuestra opinión, sobre todo cuando el calendario cumple el 20 aniversario de la crisis financiera asiática”. Los tipos de interés reales positivos, la estabilización de la moneda y los niveles sanos de la cuenta corriente “sugieren que se reducirá la carga de los movimientos de la Fed, pero se mantendrán otras medidas macroprudenciales que refuerzan los ciclos de inversión a medio y largo plazo”. China, la referencia Con todo, China sigue siendo el principal protagonista dentro de los mercados asiáticos y un “hard landing” por parte de su economía sigue asustando y mucho. Según Jason Pidcock, gestor del Jupiter Asia Pacific Income Fund, “veinte años después de la Crisis Financiera Asiática, la pregunta sigue siendo: ¿China escapó de la crisis o simplemente la aplazó?” Todo comenzó con Tailandia. Después de un período de gran crecimiento, impulsado principalmente por el crédito, empezaron a preocuparse por el estado de la economía del país a lo largo de 1996 y particularmente en el primer semestre de 1997, poniendo presión sobre el baht tailandés. El 2 de julio de 1997, después de que el gobierno hubiera agotado las reservas para luchar contra los ataques especulativos cambiarios, se tomó la decisión de dejar de mantener la moneda. Este fue el catalizador de una serie de devaluaciones en toda la región, y así comenzó la crisis financiera asiática. Tailandia, Indonesia, Corea del Sur y Malasia, cuatro de las economías de más rápido crecimiento en la región, fueron las más afectadas, pero China salió del otro lado relativamente indemne. Una vez respondida la pregunta, el experto dice que pese a los problemas que pueden aparecer, “no quiere decir que no veamos potencial de inversión, pero optamos por una visión a medio y largo plazo”, lo cual requiere cierta cautela. Una cuestión para estar atentos es el potencial de burbujas de mercado. Los controles de capital en China evitan que los ahorradores “retiren fácilmente su dinero del país”. Como resultado, tienden a acumular su capital con demasiada facilidad en el “activo del mercado caliente” del momento, hasta que el impulso se construye y se crea una burbuja. Cuando la burbuja estalla, pasan a la próxima oportunidad de inversión ‘caliente’. Para un inversor que mira del medio al largo plazo, “estas burbujas son las trampas que necesitan ser evitadas”. Por tanto, desde UBP las perspectivas de inversión en China están centradas en los mejores datos económicos internos por la estabilización del RMB. Esto es probable que permita que el Banco Popular de China “mantenga la liquidez interbancaria al tiempo que reduce el uso de apalancamiento irregular e instrumentos financieros”. Asimismo, la inclusión de acciones A en el MSCI Emerging Market Index no se considera significativa en el corto plazo, “pero simbólicamente crítica en nuestra opinión”.