Mariano Zapata sonríe. El presidente del Cabildo de La Palma está contento: “Hemos vivido una tragedia con la erupción pero es cierto que nadie nos confunde ya con Palma de Mallorca. Mucha gente nos ha descubierto en estos meses y ahora tenemos más conexiones aéreas que nunca.” El turista nacional está viajando este verano a La Palma. Antes, era más caro llegar desde Madrid y el turismo nacional no se apreciaba. “Era una isla, sobre todo, de los alemanes. Solamente Iberia volaba hasta aquí. En la actualidad, lo hacen Condor, Lufthansa, Eurowings, Easyjet y Ryanair lo que ha puesto la isla en otro plan,” dice Zapata. Así, para el festival de música “Love” a finales de julio “se esperan más de 15.000 visitantes,” cuenta Zapata a DIRIGENTES que elogia en esta charla la buena coordinación entre su partido PP y el PSOE en esta crisis: “Ojalá pudiera ser igual a nivel nacional,” sonríe. Sin embargo, Zapata reconoce que “la isla bonita”, como es su apodo, es especial hasta en esto: “Todo es pequeño aquí. Entre solo 85.000 habitantes, los acuerdos son más fáciles.”
Con la crisis sufrida por La Palma un año atrás, no solamente España ha demostrado de nuevo su gran capacidad de gestión y coordinación a nivel de seguridad, nadie ha muerto víctima de la erupción, también se ha podido reconstruir ya parte del daño y se espera un verano récord de visitantes. “Llegaremos a un punto límite porque solamente tenemos 14.000 plazas de hotel, aunque no todas están aún operativas, y disponemos de algunos centenares de casas vacacionales,” dice Zapata que cuenta con la llegada de un millón de turistas en 2022, 200.000 más que en 2019: “En Semana Santa hemos tenido todas las camas ocupadas, aunque nuestro fuerte es normalmente el invierno. La temporada baja ha empezado muy bien para nosotros.”
La Palma ha sido una gestión de ejemplo en muchos sentidos
Se han prometido 560 millones de euros de ayuda estatal aunque todavía no todo se ha recibido. A España le falta liquidez con tanta crisis y una deuda pública que alcanza el 118% del PIB. 201 millones de euros proceden del Seguro Estatal (Consorcio de Compensación de Seguros) que cubre daños en catástrofes naturales para los casos en los que los seguros privados no se hacen cargo, algo que envidian en Alemania donde hace un año se vivía una inundación histórica en la región del Ahr y la Eifel que costó cerca de 200 muertos y donde, en muchos casos, ni se ha recuperado lo básico. A diferencia de Hawái, que no pudo hacer frente a la reconstrucción de algunas carreteras durante años, en La Palma ya se han reabierto algunas de las autovías más importantes. “Nunca se puede compensar el daño pero, es cierto, que al final la gestión ha sido buena y nuestra isla ya está en boca de todos,” dice Romeo Weber que es guía turístico en la isla y, sin duda, es uno de los ganadores de esta crisis. Sin embargo, aunque la isla está retomando su negocio turístico sigue habiendo 230 personas que viven en un hotel porque han perdido su vivienda: “Otros muchos viven con amigos o familia. Se ha destrozado mucho cultivo de plátano. Todavía queda mucho por hacer,” reconoce Zapata, pero el hecho de que haya hasta una empresa alemana con interés en comprar la ceniza para hacer de ella material de construcción, le demuestra que para la isla esta tragedia podría acabar bien.
La Palma busca el turista que gasta pero no es esnob
Muchos científicos están acudiendo a la isla para investigar lo ocurrido y, también, analizar el modelo de turismo que mantiene La Palma, un paraíso sin los típicos grandes hoteles y chiringuitos. A diferencia de Baleares, Tenerife o Gran Canaria, la isla busca un turismo sostenible y diferente al de “sol y playa”, a emborracharse o salir de fiesta en fiesta. No busca atraer el turista de yates y golf. “La erupción ha hecho posible pensar en un turismo como en el de Hawái, basado en visitas alrededor de la historia de las erupciones y del origen de la isla, ver las estrellas y disfrutar de la naturaleza tan espectacular que posee,” dice Weber. La Palma, igual que Mallorca es, sobre todo, una isla visitada por los alemanes a los que les gusta la montaña y un clima suave. Muchas de estas personas se han quedado a vivir en ella por la amabilidad de la gente situada entre dos mundos: África y Europa. Algunos extranjeros han aprovechado el momento y han comprado justo en la zona afectada donde los precios aumentan a pesar del peligro de que pudiera haber otra erupción.
A pesar de las buenas noticias, hay gente que ha dejado la isla porque no ven futuro. Descontando plátano y turismo, no hay mucho más para los jóvenes como Weber. No hay una universidad ni empleos fuera de la agricultura y el sector vacacional, lo que también tiene que reconocer Zapata. Para el joven Weber esto es duro a veces. Su madre llegó a La Palma hace años donde, finalmente, viven ambos. “Muchas veces me he marchado por un tiempo a Alemania o a otra parte pero siempre he regresado. Algo tira de uno mismo aquí.” Se achaca a la amabilidad de los palmeros y a esta naturaleza tan espectacular pero, actualmente, también a los negocio. Weber organiza desde hace meses con mucho éxito tours para ver el volcán, los daños causados y la reconstrucción que se ha hecho: “Me hace feliz pero al mismo tiempo triste porque muchos lo han perdido todo.” La lava ha destrozado 1.676 viviendas y 370 hectáreas de cultivos.
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