A primera hora de la tarde del jueves, Roger Federer, el jugador más talentoso en empuñar una raqueta de tenis, anunciaba su retirada del circuito profesional. El jugador suizo termina una carrera prolífica en la que ha encandilado a seguidores, rivales y curiosos ocasionales. Tras 24 años compitiendo –su primer partido profesional data de 1998– […]
Dirigentes Digital
| 17 sep 2022
A primera hora de la tarde del jueves, Roger Federer, el jugador más talentoso en empuñar una raqueta de tenis, anunciaba su retirada del circuito profesional. El jugador suizo termina una carrera prolífica en la que ha encandilado a seguidores, rivales y curiosos ocasionales. Tras 24 años compitiendo –su primer partido profesional data de 1998– Federer ha dicho basta.
El ya considerado como eterno embajador del deporte de la raqueta ha elegido sus perfiles sociales para anunciar la trágica decisión: “El tenis me ha tratado mejor de lo que jamás hubiera soñado y ahora debo reconocer cuando toca poner fin a mi carrera profesional. La Laver Cup será mi último torneo ATP y, aunque seguiré jugando al tenis, no lo haré en Grand Slams o en el circuito profesional.”
Nadie habría imaginado una despedida del maestro suizo en un lugar diferente a la pista central del All England Tennis Club. Sin embargo, dos operaciones de rodillas en el último par de años, la pandemia, ser padre de cuatro hijos y, sobre todo, haber pasado la cuarentena –cumplió 41 años el pasado 8 de agosto–, han adelantado la inevitable decisión de la estrella helvética.
En lo que va de año, no ha jugado un solo partido oficial y en 2021 solo se dejó ver en cuatro torneos –dos de ellos de categoría inferior– sin superar los cuartos de final en ninguno de ellos. No había dudas de que el mensaje llegaría más temprano que tarde, pero como se viene evidenciando desde principios de semana, la marcha de un monarca, por muy esperada que sea, siempre acaba pillando por sorpresa.
La Laver Cup –una adaptación de la Ryder Cup que enfrenta a los mejores jugadores de Europa contra los del resto del mundo– será así el último torneo que presenciará al mago de Basilea en pista. Esta competición, surgida hace un lustro por iniciativa del propio Federer, contará con la participación de sus rivales más directos: Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray, que completan el equipo de Europa. Entre los cuatro han conquistado 62 de los últimos 70 torneos de Grand Slam y han protagonizado la que probablemente sea la mejor generación tenística jamás conocida. El denominado Big Four se reunirá al completo por última vez sobre una pista de tenis la semana que viene en Londres.
Entre las innumerables estadísticas que explican la grandeza de Roger Federer, quienes saben de este deporte, siempre destacan las 23 semifinales consecutivas de Grand Slam –de 2004 a 2010–, sus 103 títulos –20 de ellos de Grand Slam–, o los 1251 partidos ganados –segunda marca histórica, por detrás de Jimmy Connors–. Pero, si hay un dato que habla de su calidad como deportista, es que en 24 años carrera, nunca se ha retirado de un partido una vez empezado.
Pero Roger Federer no es solo un jugador de tenis. Inspirado por sus padres, de origen sudafricano, el tenista suizo creó su propia organización benéfica meses después de coronarse campeón en Wimbledon por primera vez, en 2003. A finales de 2020, la Roger Federer Foundation, enfocada en la educación temprana, ya había ayudado a casi dos millones niños en Lesoto, Malaui, Namibia, Zambia, Zimbabue, Sudáfrica y su país natal, Suiza.
La integridad mostrada tanto dentro como fuera de la pista le han coronado como el jugador preferido por el público de manera ininterrumpida desde 2003, además de ser el deportista que cuenta con más premios Laureus –los Óscar del deporte–, con seis galardones.
Independientemente de los números, lo que ha hecho resaltar a Roger Federer por encima de sus más directos competidores es su estilo de juego. Hace diez años, cuando el legado del tenista helvético estaba a medio construir, ya levantaba consensos sobre su figura. En 2011, el Reputation Institute situó a Federer como el segundo personaje público más admirado y respetado en el mundo, solamente por detrás de Nelson Mandela.
Pese a que la popularidad del tenis no es comparable con la del fútbol o el baloncesto –y los ingresos de las estrellas no son tan abultados–, Roger Federer ha sido capaz de montar un imperio a través de su imagen. El año pasado, se le estimaba una fortuna superior a los 1.000 millones de dólares, resultado de mantenerse durante más de una década entre los diez deportistas mejor pagados del mundo. Los diversos y jugosos patrocinios de Federer (Moet Chandon, Mercedes, Uniqlo, Credit Suisse, Barilla…) le proporcionaron el año pasado 90 millones de dólares, según Forbes, lo que le convierte en el deportista que más ingresa por publicidad, por encima de Lebron James, Leo Messi o Cristiano Ronaldo.
En los últimos años, según las lesiones y la edad le iban alejando de las pistas, Federer ha dedicado más tiempo en desarrollar su faceta empresarial. En 2018, rompió su relación con Nike, que se remontaba a 1994 y apostó por la marca japonesa Uniqlo a cambio de 30 millones de dólares anuales garantizados hasta, al menos, 2027 y la libertad de explotar su propia marca de zapatillas, algo que no podía hacer con la compañía estadounidense. Además de la Laver Cup, Federer lleva años invirtiendo en TEAM 8, una agencia de representación de deportistas de élite de la que es socio fundador y que cuenta en su cartera a estrellas como el tenista Juan Martín del Potro o el jugador de la NBA Henrik Lundqvist.
Independientemente de lo que le depare el destino, su legado marcará un antes y un después en la historia del deporte moderno. Ahora, mientras el genio comienza su merecido retiro, nos referimos a las palabras que le ha dedicado su eterno rival, Rafael Nadal: “Por ahora, realmente te deseo toda la felicidad con tu esposa, Mirka, tus hijos, tu familia y disfruta lo que te espera. Te veré en Londres en la Laver Cup".