A las puertas de una cuarta ola de contagios por COVID-19, los trabajadores por cuenta propia continúan siendo uno de los colectivos más castigados por la crisis sanitaria y también más pesimistas en cuanto a la evolución de la economía. Según el barómetro que elabora de manera regular ATA, más de un tercio de los autónomos creen que su negocio tardará más de dos años en recuperarse del bache que ha supuesto la pandemia.
La crisis sanitaria ha supuesto un duro varapalo para esta parte del tejido productivo, con 350.000 autónomos que todavía siguen con el cartel de cerrado, el 11,7% del total. Si bien esta cifra es ligeramente inferior a la registrada en el sondeo del pasado mes de febrero, cuando las restricciones y la falta de demanda forzaban a la inactividad a más de 565.000 emprendedores (el 17,4%), reflejan la incertidumbre a la que están sometidos. Mientras que casi la mitad (47,4%) intentará salir adelante, a pesar de que no sabe si esto le será posible, alrededor de 300.000 autónomos no les quedará más remedio que abandonar este 2021.
La encuesta, realizada a 1.798 personas entre el 1 y el 5 de abril, recoge el impacto de las medidas impulsadas por las comunidades autónomas en Semana Santa y pone en la diana a la hostelería y el comercio, como las actividades más afectadas. A este respecto, dos de cada tres aseguraron que su negocio cuenta con algún tipo de limitación legal y un 52,2% funciona a medio gas. En el lado opuesto se encuentran aquellos que operan “con total normalidad” (28,8%) y un 1,9% manifiesta estar funcionando “incluso mejor que antes”.
Alrededor de 300.000 autónomos sopesan cerrar definitivamente este año
Esta parte del tejido productivo registra una pérdida conjunta superior a los 75.000 millones de euros desde marzo de 2020. A ello ha contribuido que tres de cada cuatro han experimentado caídas en la facturación, con bajadas superiores al 60% en la mayoría de los casos. De hecho, un tercio de ellos contabiliza caídas de ingresos por encima de los 30.000 euros, especialmente el sector de los eventos, ocio y en menor medida, el comercio. “Hemos ido detrás de la pandemia, no hemos sido capaces de anticiparnos”, lamenta el presidente de ATA, Lorenzo Amor.
La falta de ayudas directas ha sido uno de los reclamos que más echaban en falta los autónomos desde el inicio de la pandemia, situación ante la que el Gobierno ha aprobado recientemente un paquete a fondo perdido por valor de 7.000 millones de euros. Se trata de una decisión que ha levantado ampollas tanto por la cantidad, como por excluir a una parte de las actividades, lo que lleva al grueso de los encuestados (78,3%) a seguir tachando de “insuficiente” la actuación del Ejecutivo para hacer frente a la crisis. “Las ayudas directas llegan muchos meses más tarde de lo que las solicitamos. Es más, llegan mucho más tarde al BOE porque a las cuentas de las empresas no lo harán hasta verano” incide Amor.
En este contexto, el 14,4% de emprendedores con asalariados a su cargo consideran que llevarán a cabo reducciones de plantilla durante los próximos meses, a pesar de que algunos de ellos (el 44,3%) se encontraría con serias dificultades para hacer frente a las indemnizaciones.
A cierre del primer trimestre del año, el RETA contaba con 3,27 millones de autónomos en alta, cantidad que podría experimentar un gran descenso una vez que dejen de estar en vigor las ayudas. De las 470.000 personas acogidas al cese de actividad, unas 193.000 (el 41%) se darán de baja en el sistema cuando finalice la prestación. En este sentido, Amor pide impulsar “cuanto antes” la prórroga de la prestación por cese y “buscar una salida” a la regulación de los ERTE, cuyo plazo finaliza el 31 de mayo.
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