La invasión de Ucrania, un nuevo “cisne negro”, confirma, por si todo lo que ha pasado en los últimos dos años no fuera suficiente, que vivimos en un mundo cada vez más incierto y cambiante. La incesante información sobre acontecimientos que jamás pensamos que fuésemos a vivir, puede generar miedo entre los inversores, en unos […]
La invasión de Ucrania, un nuevo “cisne negro”, confirma, por si todo lo que ha pasado en los últimos dos años no fuera suficiente, que vivimos en un mundo cada vez más incierto y cambiante. La incesante información sobre acontecimientos que jamás pensamos que fuésemos a vivir, puede generar miedo entre los inversores, en unos casos, empujando a tomar decisiones precipitadas y, por lo general, equivocadas, y en otros, a paralizarnos y dejar olvidado nuestro ahorro. En este punto tenemos que reivindicar la importancia de mantener la calma, apostar por el asesoramiento financiero cualificado y la planificación a largo plazo.
Tanto la pandemia, con el confinamiento y el cierre de la economía a nivel mundial durante meses, como el inicio de una guerra en pleno corazón del continente europeo, han tenido un impacto significativo en los mercados. Sin embargo, la historia muestra cómo, tras el lógico shock inicial, los mercados tienden a recuperarse una vez va desapareciendo la incertidumbre.
Es importante señalar que, por muchos temores que generen este tipo de acontecimientos, lo verdaderamente importante a la hora de gestionar nuestros ahorros es tener una estrategia bien definida. Esto pasa, en primer lugar, por saber cuáles son nuestros objetivos, nuestro horizonte temporal y nuestro perfil de riesgo o nivel de tolerancia a las pérdidas. Si el objetivo es asegurarnos el nivel de vida dentro de unos años, cuando nuestros ingresos serán significativamente inferiores a los actuales, debemos saber que contamos con un potente aliado: el tiempo, que reduce el riesgo y permite aprovechar la magia de la capitalización o interés compuesto.
Si nos atenemos a los datos de dinero invertido en productos de cortísimo plazo por las familias españolas (cuentas y depósitos), podemos llegar a dos conclusiones: tenemos una reducida cultura financiera o no contamos con asesoramiento profesional y cualificado para gestionar nuestro ahorro. Seguramente sea una combinación de ambas cuestiones. Sirvan como ejemplo los 1,035 billones de euros acumulados en cuentas y depósitos a finales del 2021, una cifra récord en nuestra historia y equivalente a casi el 80% del PIB. Si tenemos en cuenta que este ahorro genera cero intereses para sus propietarios, es fácil entender por qué decimos que no estamos haciendo bien nuestros deberes.
En las actuales circunstancias, hay dos factores determinantes que deberían animarnos a cambiar nuestra forma de ahorrar: el nivel de los tipos de interés y la inflación. El ahorro acumulado no solo no genera intereses, sino que genera costes (la mayoría de entidades financieras cobran por el dinero depositado, forzados por las políticas del Banco Central Europeo). Pero, además, la inflación (9,8% en marzo, la mayor en décadas) se come el valor de nuestros ahorros. Dicho de otra manera, nuestros euros de hoy valen menos mañana, mermando nuestro poder adquisitivo de manera sistemática.
En definitiva, cada día que pasa nuestro ahorro pierde valor mientras desaprovechamos el regalo que el tiempo nos ofrece. Si contamos con tiempo, podemos (nos lo debemos a nosotros mismos) cambiar nuestra forma de ahorrar. Esto supone adentrarnos en un mundo complejo y volátil como el financiero, y es lógico sentir, cuando menos, respeto. La terminología, la regulación, los instrumentos, la fiscalidad… parece que todo son dificultades. Sin embargo, existen profesionales especializados, con formación y compromiso ético, dispuestos a asesorarles y ayudarles a aprovechar las oportunidades que el tiempo nos brinda.
Si pensamos en nuestra jubilación, contamos con tiempo y, por tanto, podemos diseñar una estrategia de inversión sistemática, con aportaciones periódicas que compensarán los movimientos del mercado y reducirán el riesgo, mientras aprovechan la magia del interés compuesto. Cuanto antes empecemos, más fácil será acumular ahorro para el momento en que dejemos de tener ingresos. Si no lo hacemos, sufriremos una importante pérdida de poder adquisitivo justo en un momento donde toca disfrutar del tiempo libre y la familia.
A pesar de que se han ido reduciendo las ventajas de productos finalistas, pensados para favorecer el ahorro en el momento de la jubilación, como los planes de pensiones individuales, hay multitud de productos financieros que nos ayudarán a gestionar de manera eficiente nuestro ahorro. Los fondos de inversión o los seguros de ahorro son algunos de los más recomendables por diversificación, gestión profesional, ventajas fiscales y amplia oferta
En definitiva, ante la imperante necesidad de trazar una estrategia de ahorro a largo plazo pensando en complementar la jubilación, la buena noticia es que existe un amplio abanico de oportunidades de ahorro e inversión, para todo tipo de perfiles, donde el asesoramiento cualificado y la planificación resultan clave para conseguir alcanzar el objetivo marcado, y que, en el largo plazo, el mercado siempre premia a los pacientes. La negativa, es que el escenario actual nos empuja a realizar un esfuerzo extra y a asumir algunos riesgos para tratar de compensar la galopante inflación.
Sin duda, la importancia del ahorro para la jubilación será uno de los grandes temas que se abordarán en el VII EFPA Congress, que celebramos los próximos 12 y 13 de mayo en Madrid y que se convertirá en el mejor foro de debate y networking para la industria financiera, donde los profesionales nos pondremos al día sobre todas las novedades y también podremos compartir experiencia en el día a día con el cliente en un momento tan apasionante como el actual.