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La necesaria apuesta por el sector industrial en España

Eduardo Rodríguez, tesorero del Observatorio de la Industria 4.0., partner y aliado del Club Excelencia en Gestión, Tomás Ramos, director de planta de ArcelorMittal, socio y VP del Club Excelencia en Gestión y su director y CEO, Ignacio Babé, abordan las claves para impulsar el sector industrial en España. En los años 80 España vivió […]

Industria

Dirigentes Digital

18 ago 2023

Eduardo Rodríguez, tesorero del Observatorio de la Industria 4.0., partner y aliado del Club Excelencia en Gestión, Tomás Ramos, director de planta de ArcelorMittal, socio y VP del Club Excelencia en Gestión y su director y CEO, Ignacio Babé, abordan las claves para impulsar el sector industrial en España.

En los años 80 España vivió la llamada reconversión industrial, un proceso que prometía impulsar la industria y situarla en una posición más competitiva. Entonces representaba algo más del 25% del PIB. Llegada la década de los 90 esta cifra descendió hasta el 20% y desde el año 2000 hasta el año pasado, ha tenido una bajada en el peso del PIB del 18% al 15%, recuerda Eduardo Rodríguez, tesorero del Observatorio de la Industria 4.0, y añade: “Esa bajada se produce en todos los países, aunque en España es bastante significativa”. El director y CEO del Club Excelencia en Gestión, Ignacio Babé, apunta al abandono de la política industrial como raíz del problema: “En los 80 descubrimos que España no era excesivamente competitiva pero era competitiva. Desde entonces, a pesar de tener un ministerio de Industria no hemos sido capaces de generar un acuerdo mínimo de Estado sobre las industrias que deberían desarrollar el país”. Entre las consecuencias de una menor contribución de la industria al PIB se encuentra la paralización del ascensor social. Así lo considera Ignacio Babé, que señala a Cataluña y País Vasco como las regiones que han logrado sostener una industria bien organizada: “País Vasco tiene una industria mediana pero muy competitiva. Los chavales que entraban de aprendiz en una empresa, en unos años podían llegar a ser directivos y tener cierto reconocimiento social. Esto en Madrid, no ocurre”. En la misma línea se pronuncia Tomás Ramos, director de planta de ArcelorMittal, que afirma: “Enseguida se asocian, consiguen subvenciones y no tienen miedo a copiar o pasar datos. Hacen proyectos de primer nivel”.

Asia, gigante industrial

En Europa, Polonia, Alemania y también Italia son los países que más peso generan en la industria, aunque es Asia el continente que sobresale de forma notable. China concretamente se hace con alrededor del 40% de la industria mundial: “Ha generado una clase media enorme gracias a la industria”, dice Babé. Tomás Ramos explica que en su sector (la siderurgia), se producen 1.800 millones de toneladas, de las cuales, 1.000 se producen en Asia, es decir, el 56%. De las 21 primeras compañías, solo AcelorMittal no es asiática: “Hay una dependencia brutal de Asia”. Lo mismo asegura Eduardo Rodríguez: “Hay un riesgo sociopolítico de tener toda esa producción concentrada en China. En Occidente hemos ido bajando el peso de la industria en el PIB y de repente te das cuenta que estás en sus manos”. En todo caso, si tomamos como referencia la sostenibilidad, es Finlandia el país que más destaca ya que cuenta con un modelo industrial circular más extenso que el de otros países europeos.

Este aspecto no es nada desdeñable, puesto que, como señala Tomás Ramos, “la industria, sobre todo la pesada, es la que puede generar más contaminación”, aunque también añade que “tiene una capacidad de adaptación bastante fuerte”. El tesorero del Observatorio de la Industria 4.0, aboga por un cambio cultural que transforme la visión que la sociedad española tiene al respecto: “Uno de los lastres que hemos sufrido es que se denostó mucho la industria porque era sucia, contaminante, no tenía glamour y se fueron llevando las plantas al este de Europa”. En España la industria de la agroalimentación y bebidas es de las que más destacan por su capacidad para ser sostenible. Babé subraya que estas empresas están vinculadas al campo, son “tremendamente respetuosas” con la normativa y se suelen localizar en zonas donde se produce la materia prima, por tanto, facilitan que haya poblaciones vinculadas a la industria.

La necesidad de adoptar una cultura de la economía circular es otro de los aspectos a tener en cuenta, señala Ignacio Babé, aunque para conseguirlo, es vital una base económica fuerte: “La sostenibilidad económica de un país se basa en la industria porque es a largo plazo. Esa estabilidad te genera crecimiento, riqueza y asienta a la población”. Además, el director y CEO del Club Excelencia en Gestión apuesta por integrar la economía en los criterios ESG (enviromental, social and governance). Así, en esta organización hablan de ESG porque si una estrategia “no es sostenible económicamente, no tiene sentido. Hasta que una empresa no tiene beneficios, no puede ver cómo mejorar la sociedad y su gobierno corporativo”. Por su parte, Eduardo Rodríguez cree que la sostenibilidad no está reñida con la parte económica, y lo mismo piensa el director de planta de ArcelorMittal, que recuerda que “sostenible no quiere decir verde, quiere decir que se mantiene en el tiempo”.

Falta de personal

Otro de los retos que enfrenta la industria es la falta de personal cualificado. Los profesionales que participan en esta charla tienen claro que se debe a un problema cultural y del sistema educativo. “La formación profesional ha estado bastante denostada hasta hace poco y se asociaba a la industria. No es un problema de las empresas, es un problema de la sociedad, que tiene que asumir que hay que cambiar”, aclara Rodríguez. Ignacio Babé está de acuerdo: “Un sistema de estudios que favorece que la gente formada en tecnología acabe trabajando rápidamente, y además prosperando y mejorando socialmente, da lugar a una sociedad equilibrada y que ocupa los puestos de trabajo que crea”.

La consecuencia directa es “una deficiencia de personal brutal”, sostiene el dirigente de ArcelorMittal que provocará la importación de empleados “de todos los niveles”. Los perfiles más solicitados son los del ámbito tecnológico donde hay 350.000 puestos de trabajo sin cubrir. “Esto es el reflejo del sistema educativo. Los nórdicos son los primeros en los resultados del informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, por sus siglas en inglés).

Precisamente el papel de la tecnología es uno de los puntos clave para la industria. El responsable del Observatorio de la Industria 4.0 apela al informe elaborado por su organización, que pone de manifiesto cómo las barreras culturales en este aspecto se van venciendo. Además, Eduardo Rodríguez se muestra optimista porque “las tecnologías están disponibles para todos”, y añade que “la mismas se pueden aplicar en Finlandia, que en España, que en China”. Respecto al temor que puede suscitar la adopción de tecnologías en el entorno laboral, por miedo a perder el empleo o a no saber usarla, Rodríguez tiene claro que “se ha ido superando”. Tomás Ramos está de acuerdo y cree que, aunque los robots pueden sustituir algunos puestos de trabajo, también generan otros: “Cuanto más automatizas un proceso, más creces en el mercado. Las empresas tenemos que adaptarnos a ese nuevo entorno”.

Hacia la industria 4.0.

Para apostar firmemente por la industria en España, los participantes en esta charla creen que es necesario un pacto en la educación, una estrategia clara y apoyo institucional. El responsable de ArcelorMittal lamenta que la industria está establecida de forma “que no puede crecer”. Cuenta además que, aunque las empresas de este ámbito hacen grandes inversiones de I+D, no hay personal suficiente: “Falta un plan estratégico que nos alinee como país para ver dónde queremos ser fuertes y aprovechar estas circunstancias para sacar partido”. Eduardo Rodríguez, por su parte, apuesta por un pacto de educación para fomentar la concienciación social y desarrollar una estrategia industrial. Para finalizar, Ignacio Babé sostiene que es necesario un acuerdo de estado que aglutine a todos los actores, para que las inversiones se puedan rentabilizar “a lo largo de decenas de años” y tomar como ejemplo a la industria agroalimentaria, que es la más fuerte y competitiva del país.

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